En los límites de la realidad (1983)


Cuatro aclamados directores nos llevan a otra dimensión

                                            
Ciencia ficción y terror en esta antología producida por Steven Spielberg y John Landis que reconstruye para la gran pantalla la serie La dimensión desconocida que creó y presentó Rod Serling. Protagonizada por Vic Morrow, Scatman Crothers, Kathleen Quinlan y John Lithgow, con Dan Aykroyd y Albert Brooks en el prólogo. Burgess Meredith hace de narrador originalmente tras haber participado en cuatro episodios de la serie clásica de Serling, con intervenciones de hasta cuatro actores de aquella, entre ellos William Schallert, Kevin McCarthy, Murray Matheson y Patricia Barry. Joe Dante y George Miller se unen a los dos primeros en la dirección del filme. La música es de Jerry Goldsmith.

A nivel personal, mi segmento favorito es el de Dante, un director que últimamente no anda muy inspirado creando nuevos terrores (Miedos 3D),pero que en los 80 era un imprescindible gracias a Gremlins. La película se ganó su mala fama por culpa del accidente que tuvo lugar en plató con un helicóptero de por medio y que acabó con la vida de Morrow y un par de actores menores de edad que hacían de extras en el fragmento de Landis, quien fue exonerado tras el juicio pese a la masacre perpetrada delante de la cámara. Sin duda un escándalo del que Hollywood quedó con su reputación por los suelos al saberse que los menores fueron contratados ilegalmente por el cineasta y sus muertes han quedado impunes.


Prólogo: Algo terrorífico (John Landis)

                                    
Dos hombres discuten sobre La dimensión desconocida a bordo de un coche que va por una carretera comarcal solitaria a las tantas de la noche, cuando el pasajero (Aykroyd), le pregunta al conductor (Brooks) si quiere ver algo realmente terrorífico. A continuación empieza la narración inicial de Meredith, que nos invita a entrar En los límites de la realidad.

Fuera de tiempo (Landis)

                       
En este relato sobre la posibilidad de vivir otras vidas, conocemos a Bill Connor (Morrow) se siente amargado tras no lograr un puesto de trabajo que se ha llevado un compañero suyo que es judío. Mientras bebe en un bar con sus amigos, despotrica contra este pueblo y contra los afroamericanos y los asiáticos. Al salir de allí se encuentra en la Francia ocupada por el Eje durante la 2GM, con un par de agentes de las SS patrullando las calles y parando a interrogarle, pero no les responde porque no habla alemán. Luego cae desde una cornisa y va a parar al sur de Estados Unidos de los 50, donde lo ven un grupo del Ku Klux Klan que lo quieren linchar porque lo consideran negro.

A continuación aparece en la guerra de Vietnam y de nuevo vuelve al comienzo, siendo conducido a uno de los trenes del Holocausto. Así concluye este relato oscuro por parte del responsable de Desmadre a la americana, empañado por el trágico accidente referido al principio.

Chuta la lata (Steven Spielberg) (Guion: George Clayton Johnson)

                                             
El segundo segmento resulta a veces un tanto monótono por su premisa, en la que el anciano señor Bloom (Crothers) llega a la residencia de la tercera edad de Sunnyvale y le propone a sus compañeros jugar al juego titular, a lo que se opone Leo Conroy (Bill Quinn), un viejo huraño que dice que ya son mayores para tal actividad física. Mientras duerme, Bloom reúne al resto y se convierten en sus versiones infantiles y juveniles, pero este regreso es solo temporal porque ya no les reconocerán allí ni tampoco sus familiares. Únicamente el señor Magee (Matheson) se queda rejuvenecido y Conroy le pide que se lo lleve, lo cual es imposible. El final muestra a los veteranos residentes en buena forma gracias a la magia de Bloom.

Es una buena vida (Joe Dante) (Guion: Jerome Bixby)

                                             
La clásica historia de un niño de pesadilla y con ecos de las más oscuras tramas de la serie, en ella una mujer, Helen Foley (Quinlan), se presta a dar una vuelta a su casa a un chico llamado Anthony. Una vez allí conoce a su familia: el tío Walt (McCarthy),su hermana Ethel (Nancy Cartwright), la madre (Barry) y el padre (Schallert). Helen también ve que vive otra hermana, Sara (Cherie Currie), la cual no tiene boca. Cuando el chaval anuncia que es hora de cenar, vemos que esta consiste en helado, manzana de caramelo, patatas fritas y hamburguesa con crema de cacahuete. Luego, como castigo por una nota en la que se pide ayuda para librarse del monstruo que se dice que es Anthony, este manda a Ethel a la TV.

Con los monstruos de dibujos animados acabando con ella, ahora Helen intenta escapar, pero la frena en la puerta un ojo gigante. Anthony solo desea que cada uno esté feliz, por lo que la muchacha se ofrece en ser su tutora y ayudarle a usar su poder de forma responsable.

Pesadilla a 10.000 metros (George Miller) (Guion: Richard Matheson)

                                
A imagen del original, mientras va volando a través de una violenta tormenta, John Valentine (Lithgow) se ha encerrado en el lavabo de un avión porque tiene un ataque de pánico, por lo que las azafatas le instan a que vuelva a su asiento. De repente Valentine se percata de que hay oculto en un ala del avión un gremlin y comienza así a tener otro episodio de pánico, tomando la pistola de un pasajero que es un guardia de seguridad libre de servicio y disparando a la ventanilla, provocando una brecha en la presurización de cabina. Apuntando al gremlin, el vuelo termina aterrizando de emergencia y la policía, junto al pasaje y la tripulación, consideran que Valentine está loco, por lo que llaman a la ambulancia.

Epílogo: Aún más terrorífico (Landis)

El conductor de la ambulancia es el pasajero del prólogo, que le hace la misma pregunta que al del coche. Un final muy digno de la obra de Serling.

Volviendo al accidente del helicóptero que devastó el rodaje de En los límites de la realidad, durante la filmación de Fuera de tiempo, Morrow y los pequeños de origen chino estaban justo debajo de donde sobrevolaba el aparato y Landis admitió que contratar a los menores fue un error, pero bien que los usó por un propósito artístico que más bien causa de su ego. La escena originalmente iba a terminar con el protagonista salvando a los niños de una desolada aldea vietnamita mientras los yanquis les disparaban, consiguiendo redimirse de sus prejuicios. El descontrol de las explosiones simuladas despistó al piloto y ocasionó la ya comentada tragedia aérea. Las muertes fueron captadas desde varias cámaras.

Los chiquillos habían sido contratados bajo mano para no violar las leyes estatales de California respecto a los menores en el trabajo. El homicidio imprudente del director le llevó a juicio durante una década y fue declarado no culpable por las tres muertes, también exonerando al resto de su equipo. Resulta inverosímil que haya seguido trabajando hasta hace unos años este señor, cuyo hijo también está en el negocio. Lo sorprendente es que los dos directores de renombre se ven superados por otros dos de menos rango cuyos trabajos han sido en el terror y en la acción. Spielberg, que además produjo, sabía que su parte y la de Landis eran obras menores al ir de menos a mas de principio a final.

En los límites de la realidad sufre los típicos altibajos de las películas antológicas, pero por suerte son más las virtudes que los defectos. Tanto que la CBS relanzaría la serie con una segunda versión televisiva, Más allá de los límites de la realidad, producida por Warner Bros.

Puntuación: 6,5


                                               

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