El hombre de la pistola de oro (1974).

                Nunca falla su objetivo, que ahora es 007

                                  
El cine de espionaje  británico  nos daba su novena entrega  con esta película de James Bond  que supuso la segunda vez  que Roger Moore   encarnaba  al personaje  más conocido del Reino Unido, el agente del  MI6, en una libre adaptación  de la novela del mismo título de Ian Fleming  en la que Bond es enviado tras el Generador Solex, un dispositivo que  puede  acoplar  energía solar, a la vez que se enfrenta al asesino Francisco Scaramanga, el hombre  de la pistola de oro. Esta fue  la cuarta y última  película en la saga  dirigida por  Guy Hamilton, con un guion escrito por Tom Mankiewicz ambientado  durante la crisis del petróleo de 1973, un tema que domina todo el argumento.

La película también refleja  la locura  que había entonces por un género que se popularizó en el cine como fueron las artes marciales, ya que hay varias escenas de  kung fu chino  rodadas en lugares asiáticos como Macao, si bien parte de la cinta  también está ambientada en  Beirut, Líbano,  haciendo de esta entrega de Bond  la primera con una localización  de Oriente Medio. Es de las más mediocres de la saga, aunque la interpretación de Christopher Lee  como Scaramanga es sublime, pues se creó como un villano  de habilidades y destrezas  similares a las de Bond. El tono cómico volvía a ser el punto más bajo  del canon  del agente secreto, lo que provocó que  fuese la última película  coproducida entre  Albert Broccoli y  Harry Saltzman.

El servicio de inteligencia  recibe en su sede de Londres  una bala dorada  con el código de James Bond, el 007, grabada en su superficie. Se cree que ha sido enviada  por el infame asesino  y pistolero  Paco Scaramanga, ya que este usa una pistola de oro, y por tanto está intimidando al espía. Debido a  que en ello se percibe  una amenaza para la vida del agente,  M ( Bernard Lee)  exime  a Bond de una misión  que gira alrededor  del trabajo de un científico de quien se piensa  que posee información  crucial para resolver  la primera crisis del petróleo  con energía solar.

Bond se reúne con Q (Desmond Llewelyn) en unas instalaciones ocultas  en el naufragio del RMS Queen Elizabeth en un puerto. A continuación va volando  en hidroavión hasta  aguas  de la China comunista  y aterriza en  la isla de Scaramanga,  Ko Tapu. Allí el villano le propone a Bond  un  duelo con pistolas  en la playa. Los dos hombres se dan la vuelta  y  dan veinte pasos, pero cuando Bond  se vuelve para disparar, Scaramanga se ha esfumado. Bond recupera  la unidad Solex  justo antes de que la isla explote, escapando  sano y salvo  en uno de los juncos del embarcadero de Scaramanga. Aparte de su característica pistola de oro, Scaramanga también poseía  dos pezones, una rara anomalía genética.

Broccoli y Saltzman  intentaron seguir la estela de Sólo se vive dos veces con esta entrega, de ahí que invitaran de nuevo a Moore  a repetir el rol de  Bond. Sin embargo hubo contratiempos y se hizo   Al servicio secreto de su majestad con George Lazenby  como 007, quien no volvió en Diamantes para la eternidad. United Artists pasaba por  problemas financieros  y eso provocó el retraso en la siguiente entrega a esta, La espía que me amó. La búsqueda de localizaciones fue otro quebradero de cabeza, pues por entonces estalló la  guerra de Yom  Kipur entre Israel y países árabes y el tiempo de rodaje en Oriente Próximo fue efímero.

Por tanto la producción se trasladó forzosamente a  la bahía de Ha-Long, en Vietnam, y a  la provincia de Phuket, en Tailandia. La escena del Queen Mary  se filmó en el Victoria Harbour, el puerto de Hong Kong,  en el  Sudeste Asiático. Mankiewicz  concibió el tema de  la lucha entre Bond y Scaramanga como  una lucha de egos gemelos,  pero las disputas personales con el equipo le llevó a meter  la crisis del petróleo del 73 y el Solex como  elemento de suspense o excusa argumental, idea  sugerida al guionista por  Michael Wilson, el hijastro de Broccoli .

Si ya se venía de sacar tajada del blaxploitation, esta vez le tocaba el turno a las artes marciales. Por entonces en las carteleras triunfaban títulos como Furia oriental u Operación dragón. Originalmente, el papel de Scaramanga se lo ofrecieron antes a Jack Palance, pero Lee  se lo llevó porque era pariente lejano de Fleming  y sonó en su momento para dar vida al doctor Julius No, que acabo siendo interpretado por  Joseph Wiseman.  Al rodar en Bangkok, Lee no pudo después  ponerse a las ordenes de  Ken Russell  en Tommy, por lo que le sustituyó Jack Nicholson.

El cara a cara final entre Bond y Scaramanga homenajeaba al del clásico  western Raíces profundas, curiosamente entre Palance  y Alan Ladd. La destrucción de la isla por su parte  se inspiró en  la batalla de Montecassino que tuvo lugar en Italia durante la II GM. El tema principal fue cantado por  la escocesa Lulu y su música compuesta por John Barry, si bien antes hubo propuestas para que la interpretasen Elton John o Cat Stevens a partir de la misma letra escrita por  Don Black, siendo una canción llena de mucha insinuación. Otro artista que pudo haberla cantado fue  Alice Cooper, quien luego haría su propia versión en su disco  Muscle of Love.

El guion es  muy flojo  y  eso hace que la película renquee, pues Moore como 007 es el último hombre en la tierra  que podía hacer que mejorase, pero ni con ese magnífico villano que encarnó Lee  se libra la película de ser una chapuza y de confirmar que la saga ha tocado fondo, con esos deprimentes calcos  de las de kung fu de Hong Kong que le dan ese toque de comedia de opereta llena de obscenidades y tristemente carente de  ingenio o imaginación. Moore  nunca fue un sustituto adecuado, apenas transmitía emoción al ¿actuar?,  era desechable y una sombra de lo que hizo Connery.

Lee  fue el único punto positivo  gracias a su siniestra vitalidad  que  irrumpió con fuerza  a través del gran hueco narrativo. Volviendo con Moore, uno se lamenta de que donde Connery  alcanzaba un toque  de sadismo sardónico,  Moore apenas convence con su escaso encanto  de colegial pícaro, resulta seco, raro y  excesivamente bromista. Es un Bond de voltaje reducido  y con la chispa justa para dejar sus líneas de diálogo desenvuelto. Un gran concepto  que ejecutado queda ridículo y deja al descubierto que esta obra de Fleming  era cada vez más cercana al cuento de hadas para niños grandes, sin inspiración y muy aburrido.


Puntuación: 6,4

                                                     

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