007 al servicio secreto de su majestad (1969)
Este nuevo 007 tiene novia
Sexta entrega de cine de
espionaje en las películas de James
Bond, basada en la novela del mismo
título publicada en 1963 por Ian Fleming. Tras
la decisión de Sean Connery de
retirarse del papel después de Sólo se vive dos veces, se escogió por parte de la productora a un desconocido actor y modelo australiano
llamado George Lazenby para que interpretase a Bond.
En esta película se
enfrenta a Blofeld (Telly Savalas),
quien planea esterilizar las reservas
alimenticias mundiales a través de un
grupo de ángeles de la muerte a quienes ha lavado el cerebro, siempre que sus
exigencias sean aceptadas mediante una
amnistía internacional por sus crímenes previos, su reconocimiento del título
de conde de Bleuchamp (forma francesa de Blofeld) y que se le
permita retirarse a disfrutar de su vida
privada.
Por el camino, Bond conoce, se enamora y acaba casándose con
Tracy Bond (Diana Rigg). Esta
fue la única película de Bond dirigida
por Peter Hunt, quien había ejercido como
montador y director de segunda
unidad en las anteriores entregas de la saga. Hunt, junto a los
productores Albert Broccoli y Harry Saltzman, decidieron realizar una cinta más realista que siguiera con fidelidad a la novela,
rodando entre otros lugares en Suiza. La
mujer que se cruza en la vida de James Bond es
una noble que invita a 007 a su habitación de hotel en Portugal para agradecerle el haberle
salvado la vida en la playa cuando iba a suicidarse por ahogamiento.
Cuando Bond llega al
casino del hotel es atacado por un tipo no identificado y luego es
conducido hasta el jefe del sindicato
del crimen europeo, relacionado con la ruta que la mafia francesa usa para
pasar la droga y que le propone casarse
con su hija, Tracy. Bond se niega pero
acepta seguir saliendo con ella hasta
que su padre le revela los planes de
Ernst Stavro Blofeld, el líder de
SPECTRA. Bond regresa a Londres y tras una breve discusión con M (Bernard
Lee) en la sede del servicio secreto británico, el MI6, regresa a
la fiesta de cumpleaños de su nuevo cliente en el país luso, para después enviar al
agente a un bufete de abogados en Berna.
Allí en la ciudad suiza
descubre que Blofeld se cartea con un genealogista del colegio de armas para reclamar su título
de conde Baltasar de Bleuchamp. Haciéndose
pasar por este, Bond va al encuentro con Blofeld, quien ha abierto un instituto clínico de
investigación de alergias en la cima del
Piz Gloria, en los Alpes suizos. Las mujeres que allí residen son agentes
que han sido sometidas a control
mental para distribuir armamento bacteriológico por diferentes partes del mundo. Blofeld se
niega a abandonar el lugar y Bond es capturado por sus secuaces, pero logra
escapar esquiando hasta la aldea de Lauterbrunnen.
Bond da con Tracy y juntos escapan de los esbirros tras una persecución en coche, pero entonces
Blofeld provoca un alud en el cual Tracy
es secuestrada, pero del que Bond huye
pese a ser sepultado. Las instalaciones del villano son destruidas, aunque
Blofeld se salva de la destrucción a
bordo de su bobsleigh, con Bond
persiguiéndole. Al final, la pareja se
va de luna de miel en el Aston Martin,
pero entonces aparece Blofeld con un
collarín y les dispara con el
vehículo en marcha, siendo Tracy alcanzada por una de las balas del malvado
enemigo de 007, por lo que la vulnerable condesa e hija del capo rompe el corazón de Bond.
Como pasara con Honor Blackman en Goldfinger,
Rigg llamó la atención de la
productora gracias a su trabajo en la serie de TV Los Vengadores, donde dio
vida a Emma Peel. Por su parte, Savalas
venía de aparecer en Doce del patíbulo y aquí encarnó a la
némesis de Bond en sustitución de Donald
Pleasence, quien ya lo encarnó en Sólo se vive dos veces. Estaba también el problema de haber rodado
antes Operación Trueno, que tantos
problemas legales conllevó con Kevin
McClory y que retrasó esta entrega que nos ocupa. Se planeó adaptar El hombre de la pistola de oro con Roger Moore, pero este estaba ocupado con El
Santo en TV.
Buena parte de los
diálogos de esta entrega fueron escritos por
Simon Raven. En su texto original
tenía a Bond pasando por una intervención de
cirugía plástica para despistar a
sus enemigos, pero lo único que se conservó fueron muchas bromas que rompían la cuarta pared, como la de Esto no le pasaba al otro tío, la presencia de objetos de otras entregas
o alguien que silbaba el tema de Goldfinger. El otro candidato a James Bond
fue el inglés John Richardson, pero Lazenby convenció a
Broccoli, Saltzman y Hunt tras verle en un anuncio de chocolates. El australiano se presentó al
casting en el hotel Dorchester llevando un Rolex y un traje
confeccionado a medida en una sastrería de Savile Row, así como mostrando
habilidades de lucha libre profesional. Su agente Ronan O´Rahilly, hizo el resto y el papel fue suyo.
Para el papel de Tracy
Bond se presentó Brigitte Bardot, pero la francesa no fue elegida y se
marchó a rodar junto a Connery el
western Shalako.
Rigg se lo llevó y se congratuló por el hecho
de formar parte de un título
perteneciente a un personaje épico en el
cine moderno. El rodaje principal se llevó a cabo en el cantón de Berna, con el restaurante
giratorio Piz Gloria en lo alto de
Schilthorn, en Mürren, como escenario central. En la búsqueda de
localizaciones, este sitio no fue nada fácil de encontrar, pues debía tener
teleférico y por suerte este
emplazamiento quedaba cerca de otros lugares de filmación como la estación
alpina de Saas-Fee y Grindelwald, aunque
tuvo que compartir espacio con otra producción paralela, El descenso de la muerte.
Más tarde el trabajo
prosiguió en los estudios Pinewood y en
Marlow, Buckinghamshire. Del país vecino se rodaron escenas en Estoril y
en la playa de Guincho, en Cascais, así como en Lisboa y en el parque natural de Arrábida, en
Setúbal. John Glen, futuro director de la saga, fue el encargado de
rodar las persecuciones en la nieve por las pistas de esquí usando la cámara
lenta, un efecto que en un televisor convencional y no de pantalla ancha apenas
se aprecia. Con tal preparación , quien
sabe si Hunt y Lazenby hubieran repetido
en Diamantes para la eternidad, pero
nunca lo sabremos.
Además, si bien la
película es tan larga como la versión más reciente de Casino Royale, no llegó a librarse de reducir su metraje, eliminando una escena de
persecución a través del edificio
del Royal Mail, el servicio postal
británico. La música de esta entrega es
otra de esas excelentes bandas sonoras compuestas por John Barry en su quinta
colaboración en la saga, con un estilo cercano al de Gilbert y Sullivan pero
sin una letra que escribiese el habitual Leslie Bricusse y con mayor presencia
de sintetizador. Sí que se compuso un tema, We
Have All the Time in the World.
Esta canción la escribió
un socio de Burt Bacharach, Hal David, y fue interpretada por Louis Armstrong,
aunque luego la versionaría Nina
van Pallandt. El tema de James Bond de Barry, habitual en todas las aventuras de
007, suena a lo largo de la cinta como de costumbre. Tras el estreno en cines,
Lazenby declaró que los productores
trataron de convencerle de que apareciese entusiasmado ante la gente,
pero en vez de eso iba irreconocible con una frondosa barba, por lo que sin
afeitar no parecía Bond, y esto era una forma de decir que ya no lo interpretaría en la vida. Una mala
manera de promocionarse desde luego.
Lazenby no era un buen actor y eso que Connery tampoco andaba sobrado de
estilo, pero no le llegaba al escocés ni a la suela de los zapatos y en su
momento se llegó a especular que con el australiano llegaría el fin de las
andaduras del espía en la gran pantalla. Era como tener a Leni Riefenstahl, la
polémica directora alemana de los años del nazismo, haciendo una película para
Disney o como si en el mundo onírico de Origen
a Christopher Nolan le hubiera dado por meter sueños eróticos.
Puntuación:
6,6
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