Drácula de Bram Stoker (1993)

 

                                 El amor nunca muere


                                                 



Terror gótico dirigido y producido por Francis Ford Coppola, basado en el Drácula de Bram Stoker y una mirada al interior de como Hollywood lo ha tratado aquí diferente a otras películas. De niños muchos nos asustamos realmente antes de que la cripta del conde se abriese y comenzase su operación. El truco de llegar a través del corazón es que el compasivo Conde Drácula de Coppola es una desviación radical de anteriores versiones, suficiente para asustar a los más tradicionales del cine de terror. Gary Oldman es el Conde Drácula, Winona Ryder es Mina Harker, Anthony Hopkins es Abraham Van Helsing y Keanu Reeves es Jonathan Harker.


El Drácula de Coppola es recordado por como este despidió a todo el equipo de efectos visuales y por la pobre interpretación de Reeves, pero aquí vengo a defender este placer culpable porque, sinceramente, lo del acento británico de Keanu debería estar ya más que superado a estas alturas. De cuatro candidaturas al Oscar se llevó las de mejor vestuario (Eiko Ishioka), edición de sonido y a maquillaje/peluquería, contando con música de Wojciech Kilar y el tema de cierre Canción de amor para un vampiro que interpreta Annie Lennox. Esta exitosa cinta fue adaptada por el guionista James V. Hart, un habitual por entonces de Columbia. Hincar el diente a este filme del mismo Coppola que adaptó El corazón de las tinieblas en Apocalypse Now es también descubrir como el guionista y la actriz principal salvaron Drácula de ir directo a televisión por cable como un bocado rápido.


                                                     



En 1462, Vlad el Empalador, miembro de la Orden del Dragón, regresa del ataque nocturno en Targoviste para descubrir que su esposa Elisabeta se ha suicidado después de que sus enemigos informasen falsamente de su muerte. El sacerdote procede a contarle que el alma de su esposa está condenada al infierno por suicidarse. Encolerizado, Drácula profana la capilla y renuncia a Dios, declarando que se levantará de su tumba para vengar a Elisabeta con todos los poderes de la oscuridad. Luego apuñala la cruz de piedra de la capilla con su espada y bebe la sangre que se derrama. En 1897, el abogado recién calificado Jonathan Harker acepta al Conde Drácula de Transilvania como cliente de su compañero Renfield que se ha vuelto loco.



Jonathan viaja a Transilvania para gestionar las adquisiciones de inmuebles de Drácula en Londres. Ambos se reúnen y el conde descubre un retrato de su prometida Mina Harker, creyendo que ella es la reencarnación de Elisabeta. Drácula deja que Jonathan sea atacado y alimentado por sus novias mientras navega a Inglaterra con cajas de tierra de su Transilvania natal, estableciendo su residencia en la Abadía de Carfax. Su llegada es predicha por las incoherencias de Renfield, ahora un paciente en el manicomio del doctor John Seward. En Londres, Drácula emerge como una criatura lobo en medio de una violenta tormenta seduciendo hipnóticamente y luego mordiendo a Lucy Westenra (Sadie Frost), con quien Mina está mientras Jonathan se encuentra en Transilvania.


                                                   



El deterioro de la salud de Lucy y sus cambios de conducta dan pie a que sus antiguos pretendientes, el doctor Seward y Quincey Morris, junto con su prometido Arthur Holmwood, llamen al profesor Van Helsing, quien reconoce a Lucy como víctima de un vampiro; finalmente descubre que la criatura es Drácula, quien aparece como un joven galán a la luz del día, conociendo y atrayendo a Mina. Cuando ella recibe las noticias del estado de Jonathan, quien ha escapado del castillo y se ha recuperado en un convento, viaja a Rumanía para casarse con él. Furioso, Drácula transforma a Lucy en vampiro. Van Helsing, Holmwood, Seward y Morris matan a la Lucy no muerta la noche siguiente.


Después de que Jonathan y Mina regresen a Londres, él y Van Helsing lideran a los otros hasta la Abadía de Carfax, donde destruyen las cajas de tierra del Conde. Drácula entra en el asilo en donde mata a Renfield por advertir a Mina de su presencia. La visita mientras ella está en el cuarto de Seward y los otros están a la caza de Drácula, confesando que asesinó a Lucy y que ha estado aterrorizando a los amigos de Mina. Confundida y enfadada, ella admite que aún le ama y recuerda la vida anterior de Elisabeta; a su insistencia, Drácula comienza a transformarla en vampiro. Los cazadores irrumpen en la habitación y Drácula reclama a Mina como su novia antes de escapar.


Cuando ella cambia, Van Helsing la hipnotiza y se entera por su conexión con Drácula que está navegando a casa en la última caja que le queda. Los cazadores parten para Varna, Bulgaria, y así poder interceptarlo, pero Drácula lee la mente de Mina y los evita. Los cazadores se dividen, con Van Helsing y Mina viajando al Desfiladero del Borgo y al castillo, mientras los otros tratan de detener a los gitanos que transportan al Conde. De noche, Van Helsing y Mina son abordados por las novias de Drácula. Inicialmente asustan a Mina, pero finalmente sucumbe a su canto e intenta seducir a Van Helsing. Antes de que Mina pueda alimentarse de su sangre, Van Helsing pone una hostia en su frente, dejando una marca. Las rodea con un anillo de fuego para protegerles de las novias, infiltrándose luego en el castillo y decapitando a las vampiras la mañana siguiente. Cuando se acerca el atardecer, el carruaje de Drácula llega al castillo, perseguido por los cazadores. Una lucha entre estos y los gitanos se sucede, con Morris apuñalado en la espalda durante la pelea y Drácula explota en su féretro al ocaso.


                                                         



Jonathan raja su garganta con el Kukri mientras el herido Morris lo apuñala en el corazón con un cuchillo Bowie. Con Drácula tambaleándose, Mina corre a su defensa, Holmwood trata de atacar pero Van Helsing y Jonathan permiten que ella se retire con el Conde. Morris muere por culpa de su herida rodeado por sus amigos. En la capilla donde renunció a Dios, Drácula yace moribundo en una forma demoníaca antigua; él y Mina se besan mientras las velas que adornan la capilla se iluminan y la cruz se repara. Drácula regresa a su ser más joven y le pide a Mina que le dé la paz, empujando el cuchillo hasta su corazón y cuando finalmente muere, la marca en su frente desaparece, ya que la maldición se ha quitado.


Ella decapita a Drácula y mira hacia arriba al fresco de Vlad y Elisabeta ascendiendo al Cielo juntos, reunidos al fin.


Me apuesto lo que sea a que pensabais que los mordiscos al cuello de Bela Lugosi eran más fieles a Stoker, pero a medianoche el personaje de Ryder lo comprobó en el San Valentín sangriento de Coppola, ya que los viejos libros como Drácula están fluyendo por la sangre de la actriz. Ni el personaje ni todos los rumores que rodearon a la cinta asustaron al cineasta, un éxito desde el principio. El vampiro más alucinante que ha inspirado el atuendo de carnaval más original en años y con una sexy, guapa y muerta Frost que también recibe un romántico muerdo en el cuello como Ryder, la cual realmente amaba con locura a Reeves, un sentimiento mutuo (quien no amaría a Winona, ¿verdad?)



Ryder dijo que Reeves rechazó el estilo de dirección de Drácula porque no quería hacer llorar a su compañera para dar realismo a sus escenas más delicadas, negándose a emplear lenguaje abusivo contra ella. Si fue así, me quito el sombrero ante el casi siempre injustamente criticado actor, al que no se imagina siendo verbalmente agresivo en plató. Por supuesto Coppola tuvo que aclarar dicho incidente con la actriz respecto a si esos insultos eran maltratos o insolencias de cineasta de la vieja escuela. Más de 25 años después de adaptar fielmente a Stoker, Oldman nunca ha dicho que jamás regresaría para interpretar al chupa sangres, por lo que algo ha debido aprender todo este tiempo.


Christian Slater rechazó un papel que le ofreció el propio Coppola, supuestamente el de Jonathan, pero como ya se ha dicho, ni Drácula le asustaba al director. Respecto al tema de los FX, el responsable definitivo acabó siendo su hijo Roman, quien tras la cámara creó unos efectos visuales que capturaban el espíritu del relato de Stoker con un ánimo un tanto ingenuo. Exagerada en el mejor sentido de la palabra, la vertiginosa visión de Coppola del Drácula de Stoker rescata al personaje de décadas de interpretaciones demasiado teatrales y presenta unas cuantas actuaciones geniales que arrancar. Es un vampiro con corazón que deja que la sangre fluya, porque es terror para el placer.


Una pena que este sea uno de los puntos bajos de la carrera de Keanu, que ha tenido grandes momentos en 25 años y aquí lo peor es que fue un papel poco apropiado que casi arruinó la película, una interpretación desafortunada de un actor que realmente admiro. Personalmente no sé si es el peor acento que he escuchado, esto daría para un apartado propio, pues quien ha escuchado a Connery en versión original sabe de lo que habla y ese para mí estaría en el podio de los muy malos siendo británico y no uno falso, que ya es decir mucho. Hay dialectos en el cine que dan mucha risa, especialmente al oírlos en inglés. No quita que Drácula le pegó un gran mordisco a su competencia en taquilla.


La producción de Coppola eclipsó al resto por mucha ventaja a principios de los 90 y todavía sigue vigente de diversas formas, como en novela gráfica de Mike Mignola (editada en España por Norma Editorial) , la pinball de Williams, los extraordinarios trajes de Ishioka y el hecho de que es una de las mejores películas de vampiros, así como de las más alucinantes de terror y de las más perfectas que nos ha dado Hollywood en la gran pantalla, una gran versión. Como será que hasta Los Simpson la parodiaron en la cuarta entrega de La casa árbol del terror también ha conocido su variante japonesa. Llama poderosamente la atención el interés de Coppola por retratar aspectos como la relación marital del protagonista en la Hungría del siglo quince (la actual Rumanía).


                                                           



Castlevania también le debe mucho en sus dos temporadas a la película, igual que la obra maestra de Taika Waititi y Jemaine Clement Lo que hacemos en las sombras, con vampiros divertidos en un falso documental que ya tiene estatus de culto y por supuesto serie televisiva que la homenajea. Guillermo del Toro además tiene en su colección particular objetos usados en el rodaje como una réplica de la armadura de batalla del principio, así como el haber permitido que Jessica Chastain vistiese como las damas de la película en su filme La cumbre escarlata. Y para rematar, la segunda temporada de Stranger Things rinde tributo a Winona en Drácula de la forma más especial posible, que seguro que ya conocéis.


Puntuación: 7


                                                   


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