El juego de Gerald (2017)

 

      En algunos juegos participas y en otros sobrevives


                                     


Terror psicológico y suspense dirigido, escrito y montado por Mike Flanagan, basado en la novela homónima de Stephen King, que durante 25 años se ha considerado imposible de filmar hasta que este director la ha hecho posible como película, ya que es un libro complicado de adaptar. La cinta la protagonizan Carla Gugino y Bruce Greenwood como un matrimonio que llega a una casa aislada para unas vacaciones. Cuando el marido muere de un repentino infarto agudo, su esposa, que se ha quedado esposada a la cama sin la llave y con poca esperanza de rescate, debe encontrar la manera de sobrevivir, todo mientras lucha contra sus demonios internos.


Estrenada hace casi tres años en Netflix, es posiblemente la mejor interpretación de Gugino en años, con una dirección por parte de Flanagan bastante buena para tocar temas muy delicados que ahora se destacarán. Los habituales colaboradores en música y fotografía del cineasta están presentes, siendo una producción de su sello Intrepid Pictures.


Jessie y Gerald llegan a una aislada casa del lago en Fairhope, Alabama, para estar algún tiempo fuera. Mientras Gerald toma sildenafilo, Jessie alimenta fuera a un perro callejero, pero cuando vuelve a la casa deja abierta la puerta. Jessie se cambia para ponerse una nueva enagua, poniendo la etiqueta en un estante sobre la cama, practicando poses sexys. Gerald se toma una segunda Viagra y deja su vaso de agua en el mismo estante. Sujeta a Jessie con unas esposas en cada muñeca atadas a los pilares de la cama; ella parece un poco sorprendida por esto, pero lo acepta. Él comienza a representar una extraña fantasía de violación, diciéndole que grite pidiendo ayuda, sabiendo que nadie la oirá.


Ella le acompaña sin entusiasmo pero pronto empieza a sentirse incómoda, diciéndole que pare y le quite las esposas; él responde ¿Y si no quiero? Tras una discusión acalorada en la que él la acusa de ni siquiera tratar de reavivar su relación, Gerald muere de un paro cardíaco, cayendo al suelo y dejando a Jessie esposada. El perro entra y ella trata de asustarle, pero muerde un trozo del brazo de Gerald y se lo come. Él se levanta y empieza a hablar, pero Jessie se percata de que su cuerpo permanece en el suelo. Este se burla de Jessie por las verdades de su tenso matrimonio y su impotencia eréctil. Entonces le informa a la mujer que ya ha malgastado horas sin hacer nada y que está empezando a sufrir de deshidratación.


                                                


Con cansancio, Jessie milagrosamente saca una mano fuera de las esposas y se suelta. Se regodea de Gerald , pero entonces se da la vuelta y se dice a si misma que está aún atrapada y que es fácil escapar. Gerald y la aplomada Jessie cuentan cosas sobre ella misma y él que esta nunca ha tenido el valor de admitir. La hace desencadenar que recuerde el vaso de agua sobre la cama que puede alcanzar pero que no puede llevarse a la boca. Las alucinaciones le recuerdan la etiqueta que puso en el estante que enrolla en una pajilla para llegar al agua. Jessie se queda dormida y despierta en la oscuridad, viendo una figura alta, deformada y escondida que revela un saco de varios huesos y recuerdos.


Cierra sus ojos diciendo no eres real, pero Gerald aparece para decir que la figura es la Muerte esperando para llevársela. Gerald comienza a llamar a Jessie Ratón , lo que la perturba. Esto desencadena un recuerdo de su padre Tom, quien se refería a ella afectuosamente como Ratón, haciendo que se sentase en su regazo mientras se masturba con ella cuando tenía 12 mientras los dos observaban un eclipse solar. Cuando Jessie pierde la sensibilidad en su brazo, la visión suya con Gerald de ella es ridiculizada por no haberse recuperado del ataque y que se casó con un hombre igual que su padre. Gerald se burla de Jessie por el hombre desfigurado que ella vio, al que él llama el hombre de la luz de luna, mostrando sus sospechas.


Señala una huella ensangrentada en el suelo y Jessie recuerda cortarse la mano la noche del ataque tras apretar un vaso muy fuerte cuando su madre le preguntó por el eclipse. La Jessie adulta hace añicos el vaso de agua y se corta su muñeca de una forma que le permite herirse desprendiéndose la piel y posibilitando que su mano ensangrentada se deslice por las esposas. Arrastra la cama hasta la llave, abriendo la cerradura de su otra mano. Bebe agua y se venda, pero entonces se desmaya sobre el suelo por la pérdida de sangre y fatiga. Cuando se despierta, el hombre de la luz de luna está al final del salón, a quien le da su alianza por su bolsa de baratijas. Va a su coche y se aleja conduciendo,pero ve al hombre otra vez.


Está en el asiento trasero y el coche se estrella contra un árbol, pero la gente de una casa cercana sale. Seis meses después, Jessie está escribiendo una carta a su yo de 12 años, esforzándose por redactarla con su mano herida. Voces en off y escenas describen como ella había fingido tener amnesia por todo el calvario de estar atrapada, evitando preguntas dolorosas. Usó algo de lo que quedó del seguro de vida de Gerald para lanzar una fundación de víctimas de abuso sexual. Pero cada noche el hombre de la luz de luna aún aparece ante ella cuando se queda dormida. Su alianza nunca fue encontrada en la casa y se enteró por las noticias de un asesino en serie con acromegalia que desentierra criptas.


Robaba huesos y joyas, así como devorar los rostros de los cadáveres masculinos; esto explica porqué no hirió a Jessie en la casa y también porqué la cara de Gerald estaba desfigurada. Jessie llega al juzgado cuando el hombre de la luz de luna (Carel Struycken) está siendo sentenciado, llamándole la atención. Este cita lo que ella dijo antes de abandonar la casa, indicando que de hecho estuvo allí en ese momento. Viendo también los rostros de Gerald y Tom (Henry Thomas) donde está la del acusado, ella dice que eres mucho más pequeño de lo que recuerdo, caminando triunfalmente hacia la calle con el sol brillando sobre ella.


                                                  


Cuando se supo que esta novela de King iba a ser adaptada por el director de Oculus, Flanagan, para su productora, se esperaba que hiciera justicia al autor. Gugino y Greenwood son dos actores solventes, te los imaginas como los has leído y encima está Netflix de por medio. Rodada en Mobile, Alabama, este original de la plataforma nos muestra como Gugino lleva adelante el suspense a pequeña escala de El juego de Gerald con una actuación que define muy bien lo que es la carrera de esta actriz, hipnótica en un relato espeluznante.


Puntuación: 6,5


                                                    





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