Drácula (1931)

 

                           El ancestral vampiro


                                        



Terror sobrenatural de la época previa al establecimiento del código de censura en Hollywood dirigido y producido por Tod Browning a partir de un guion de Garrett Fort basado en la obra de teatro homónima de Hamilton Deane y John Balderston, a su vez inspirada en la novela de Bram Stoker, emblema del terror gótico con una enredada ruta para ser adaptada. Béla Lugosi es el Conde Drácula, un vampiro que emigra de Transilvania a Inglaterra y toma como presa la sangre de sus víctimas vivientes, incluyendo la prometida de un muchacho.


Una producción de Universal que fue la primera del cine sonoro, con Lugosi repitiendo papel tras interpretarlo en el circuito de Broadway y rodada a la vez que su versión de habla hispana dirigida por George Melford. Su éxito trajo múltiples secuelas inmediatas y otros derivados que establecieron al actor de origen húngaro en la categoría de icono cultural en todo el mundo. La revolucionaria fotografía de Karl Freund ayudó a dar a esta producción de Carl Laemmle Jr su toque único al captar las expresiones del elenco que incluye a David Manners, Helen Chandler, Dwight Frye y Edward Van Sloan.


Renfield es un abogado que viaja al castillo del conde Drácula en Transilvania para un asunto empresarial. La gente de la aldea local teme a los vampiros que habitan el castillo y advierten a Renfield de no ir allí. Este rechaza quedarse en la pensión y le pide al cochero que lo lleve hasta el desfiladero del Borgo. Renfield es conducido al castillo en el coche de caballos de Drácula, con este disfrazado como el conductor. En el camino, Renfield saca la cabeza por la ventana para pedirle al conductor que desacelere, pero ve que este ha desaparecido y que un murciélago conduce a los caballos.


Renfield entra en el castillo recibido por el encantador pero excéntrico Conde, quien, sin saberlo el abogado, es un vampiro. Hablan sobre la intención de Drácula de alquilar la abadía de Carfax en Londres, a donde tiene la intención de viajar al día siguiente. Drácula hipnotiza a Renfield a través de una ventana abierta, desmayándose cuando aparece un murciélago y las tres esposas del conde se le acercan. El vampiro las aparta y entonces él mismo ataca a Renfield.

A bordo de la goleta Vesta, Renfield se ha convertido en un esclavo lunático y delirante de Drácula, quien se oculta en un ataúd y se alimenta de la tripulación del barco, que cuando atraca en Inglaterra deja al descubierto a Renfield como la única persona viva y enviado al sanatorio de John Seward, al lado de la abadía de Carfax. En un teatro de Londres, Drácula conoce a Seward, quien le presenta a su hija, Mina Harker, al prometido de esta, Jonathan Harker y a la amiga de la familia, Lucy Westenra, la cual se siente fascinada por el conde, por lo que esa noche el vampiro entra en su habitación y se alimenta de su sangre mientras ella duerme, muriendo al día siguiente tras una serie de transfusiones.


                                                   



Renfield está obsesionado con comer moscas y arañas. Abraham Van Helsing analiza la sangre de Renfield y descubre su obsesión, comenzando a hablar de vampiros. Esa tarde, Renfield suplica a Seward que le eche, afirmando que sus gritos nocturnos podrían perturbar los sueños de Mina. Cuando Drácula llama a Renfield con un aullido de lobo, este queda trastornado cuando Van Helsing le muestra un poco de acónito, que según el profesor se usa para protegerse de los vampiros. Drácula visita a Mina, dormida en su alcoba, mordiéndola. En la noche siguiente, el conde entra para una visita y tanto Van Helsing como Harker notan que su invitado no tiene reflejo. Al revelarlo el profesor, Drácula rompe el espejo.


Al irse el vampiro, Van Helsing deduce que Drácula es el no muerto detrás de todas las tragedias recientes. Mina sale de su cuarto y corre hacia el conde en el jardín, donde la ataca, siendo hallada por la doncella. Los periódicos informan que una mujer de blanco está atrayendo a los niños en el parque para morderlos. Mina reconoce a la dama como Lucy, que resurgido como vampiro. Harker quiere llevar a su prometida a Londres por seguridad, pero le convencen para que la deje con Van Helsing, quien ordena a la enfermera Briggs que cuide de la muchacha mientras duerma y que no quite la corona de acónito de su cuello. Renfield escapa de su celda y oye a los hombres debatir sobre vampiros.


Antes de que su encargado se lo lleve de vuelta a su celda, Renfield les cuenta como Drácula le convenció para permitirle entrar en el sanatorio prometiendo darle miles de ratas con sangre y vida por sus venas. Drácula entra en la sala de Seward y habla con Van Helsing, afirmando que Mina ahora le pertenece, advirtiendo al profesor que regrese a su patria, los Países Bajos. Van Helsing jura excavar la abadía de Carfax y destruir a Drácula, quien lo intenta hipnotizar, pero este demuestra ser más fuerte que el vampiro conforme le arremete, pues saca un crucifijo de su abrigo, obligando al conde a retirarse. Harker visita a Mina en la terraza, hablándole de lo mucho que le gustan las noches y las nieblas.


Un murciélago vuela sobre ellos y le gime a Mina, quien luego ataca a Harker, pero Van Helsing y Seward lo salvan. Mina confiesa lo que Drácula le ha hecho, diciéndole a Harker que su romance ha finalizado. El conde hipnotiza a Briggs para que quite la corona del cuello de Mina y abra las ventanas. Van Helsing y Harker ven a Renfield dirigiéndose a la abadía de Carfax, viendo a Drácula con Mina allí. Cuando Harker la llama a lo lejos, Drácula piensa que Renfield los ha conducido allí, por lo que implora por su vida, pero su amo lo mata. El vampiro es cazado por Van Helsing y Harker, ya que saben que Drácula se ve obligado a dormir en su ataúd durante las horas de luz, y el sol está saliendo.


Van Helsing prepara una estaca de madera mientras Harker busca a Mina. El profesor empala a Drácula en todo el corazón, matándolo, por lo que Mina regresa a la normalidad de nuevo.


                                                 



Transilvania formaba parte entonces del imperio austrohúngaro, por lo que Drácula era visto como un extranjero peligroso, un tema ya explorado en los tiempos del cine mudo, aparte de que Lugosi no temía al encasillamiento. Su vampiro es muy humano, fidedigno a la descripción de Stoker, una interpretación eterna del conde en esta espeluznante y evocadora película de los años 30 (que un servidor vio en 1998) que ha fijado el patrón desde entonces para los grandes papeles vampíricos.


Puntuación: 7,5


                                        




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