Jurassic World: El reino caído (2018)

                                                                             


Película de ciencia ficción y acción dirigida por Juan Antonio (J.A.) Bayona y escrito por Derek Connolly y Colin Trevorrow, secuela de Jurassic World y quinta entrega de la franquicia Parque Jurásico. Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, BD Wong y Jeff Goldblum repiten sus papeles de anteriores películas en la saga,  con James Cromwell, Toby Jones, Ted Levine, y Rafe Spall uniéndose al reparto. La historia sigue a Owen Grady y Claire Dearing según regresan a  la ficticia Isla Nublar de Centroamérica para rescatar a los dinosaurios restantes  de la inminente erupción de un volcán, sólo para descubrir los motivos tras la intención oculta de  de un equipo mercenario para llevarlos al continente estadounidense. 

Rodada en Hawái y Reino Unido (Londres, Inglaterra, Glasgow, Escocia), la película tuvo su estreno español en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, por cortesía de Universal. Visualmente es una cinta muy deslumbrante, con una fotografía impecable de Oscar Faura, una música evocadora de Michael Giacchino y un tono mucho más oscuro que su predecesora, pero su guion es muy deficiente y se nota que la saga sigue su curso natural. La secuela titulada Jurassic World Dominion se estrenó en 2022. Por cierto, esta la coproducen con China, donde parece ser que la franquicia es bastante popular a tenor de la taquilla que logran allí, y por eso la financia una compañía del país asiático. 

Poco después de la fuga del Indominus rex en 2015 (como se vio en Jurassic World, El reino caído afirma que los acontecimientos de esa película ocurrieron ese año. Según el guionista Trevorrow, la escena inicial de la que nos ocupa transcurre de unas pocas semanas a seis meses  tras los acontecimientos de la anterior, aproximadamente, confirmándose ese periodo de tiempo en Campamento cretácico), un pequeño equipo mercenario llega a la abandonada Isla Nublar para coger ADN  de sus restos en la laguna costera. Después de que cojan una muestra ósea, el mosasaurio devora su sumergible acuático. El tiranosaurio ataca su helicóptero, pero logran escapar con la muestra, permitiendo también que el mosasaurio escape al océano abierto. 

Tres años después, un comité del senado de los Estados Unidos debate sí los dinosaurios de Isla Nublar deberían ser salvados  de una inminente erupción volcánica. El matemático Ian Malcolm testifica que los dinosaurios deberían perecer naturalmente para corregir la injusta clonación hecha por John Hammond, Mientras, la ex gerente general de Jurassic World, Claire Dearing, ha establecido el Grupo de Protección de Dinosaurios para salvar a los animales. Después de que el senado falle en contra  de rescatarlos, el ex socio de Hammond, Sir Benjamin Lockwood, cita a Claire hasta su finca del Norte de California. Este y su asistente, Eli Mills, revelan un plan  para trasladar a los dinosaurios a una nueva isla santuario. Claire es requerida para reactivar el GPS del parque para localizar a los animales, particularmente a Blue, la última velociraptor superviviente. Claire recluta a Owen Grady, ex entrenador de la velociraptor, para ayudar a capturarla. 

En Isla Nublar, Claire y el ex técnico del parque Franklin Webb reactivan  el sistema de seguimiento en línea. Owen, la paleo veterinaria Zia Rodriguez , y un equipo mercenario liderado por Ken Wheatley, rastrean y encuentran a Blue . El encuentro se intensifica, resultando en Blue recibiendo un disparo y Wheatley sedando a Owen. Este entonces lo abandona, así como a Claire, y Franklin  en la isla mientras por la fuerza toma a Zia rehén  para tratar a Blue. El barco, cargado con dinosaurios capturados, parte según los restantes son olvidados para morir en la erupción. Claire, Franklin, y Owen se infiltran a bordo del barco  y ayudan a Zia a hacer una transfusión  a Blue  con la sangre  del tiranosaurio para  salvar la vida a la pequeña. 

                                                       


En vez de ser trasladados a una nueva isla, los dinosaurios capturados  son transportados  a la finca Lockwood, donde la nieta huérfana de este, Maisie, escucha  a Mills y al subastador Eversoll planeando secretamente vender los dinosaurios en el mercado negro. También anticiparán el Indoraptor, un dinosaurio transgén de batalla creado por el genetista Henry Wu usando ADN de Indominus y velociraptor. El doctor necesita el gen de Blue  para crear un indoraptor mejorado que es obediente a sus órdenes, inconsciente de que la sangre de Blue ya no es pura. Después de que Maisie informe a Lockwood sobre la subasta, este se enfrenta a Mills, quien lo asesina. Luego se revela que Maisie ha sido clonada (!una humana!)  a partir de la difunta hija  de Lockwood y ella es la razón por la que John Hammond acabó su asociación. 

Los dinosaurios subastados están siendo inmediatamente enviados a sus compradores, la mayoría criminales de guante blanco. Franklin evita la captura y libera a Zia, pero Owen y Claire  han sido arrestados. Owen incita a un paquicefalosaurio  a que abra  su celda. Los dos encuentran a Maisie, y se enteran de que el indoraptor está siendo vendido pese a las protestas de Wu de que este es un prototipo. Owen interrumpe la subasta atrayendo al paquicefalosaurio a la habitación. En el caos siguiente, Wheatley tranquiliza al Indoraptor para extraer un diente como trofeo, pero el híbrido, habiendo simplemente fingido inconsciencia, mata a Wheatley, junto con Eversoll y otros según escapa. Persigue a Owen, Claire, y Maisie por toda la mansión hasta que Blue, soltada por Zia, se enfrenta y lucha contra este. Tras un callejón sin salida encima de un techo alto de cristal, ambos animales chocan a través de este, con el Indoraptor siendo empalado  sobre los cuernos frontales del cráneo expuesto de un ceratopsio, matándolo y dejando a la más pequeña Blue indemne.

Cuando una fuga de gas cianuro de hidrógeno amenaza a los dinosaurios enjaulados, Claire intenta liberarlos, sólo para que Owen la convenza de no hacerlo. Maisie, reticente a dejar que los dinosaurios restantes mueran, abre la puerta definitiva, permitiéndoles salir al exterior. Cuando Mills intenta escapar con el hueso del Indominus rex, el tiranosaurio lo devora  y pisa el hueso. Owen, Claire, Maisie, Zia , y Franklin escapan, mientras Blue  y los otros dinosaurios liberados  huyen de los terrenos de la finca. En una nueva vista del senado estadounidense, el doctor Malcolm declara el comienzo de una nueva era jurásica, donde humanos y dinosaurios deben coexistir. Las últimas escenas muestran a los dinosaurios liberados vagabundeando por la tierra salvaje y zonas urbanas externas. 

La trama de esta entrega es de locos, de la anterior a aquí han pasado muchas cosas. Wong  dijo que era simplista pensar  que su personaje sea un villano, está motivado por su amor por la ciencia y su propio ego, que está bien apoyado por sus enormes logros, hace la vista gorda al sufrimiento humano que viene como resultado porque cree que está teniendo una visión más amplia. En este regreso tenemos la novedad de Maisie, interpretada por la joven Isabella Sermon, quien se despierta una noche descubriendo a un invitado catastrófico, un nuevo dinosaurio llamado Indoraptor. Estamos ante una secuela mucho más oscura en la que aparece  cerca de las fauces  de un Rex la mítica Geraldine Chaplin y por fin se une Goldblum, aunque sea en una aparición reducida, un cameo según Bayona. 

En Jurassic World, Trevorrow ya habló de construir los cimientos  de futuras entregas, de su planificación. En esta secuela no dirige,  pues él y Frank Marshall ya hablaban del futuro de la franquicia, a donde puede ir, como por ejemplo una carrera tecnológica de dinosaurios al estilo de Apple vs Microsoft, fuera de la isla, con dinos en código abierto. Bayona optó por este proyecto en lugar de la ya cancelada continuación de Guerra mundial Z, prefiriendo dirigir a Pratt que a Brad Pitt. Los productores ya le iban siguiendo de cerca, pues Spielberg, Kennedy y Marshall le tenían echado el ojo para la anterior. Su propuesta es una mezcla de Lo imposible y El orfanato  con dinosaurios. 

Trevorrow había dirigido El libro de Henry , su regreso de los taquillazos a los independientes, pero ya se ha acostumbrado a los futuros antiguos y por eso él acabó la trilogía. Tras su salida de Star Wars ha preferido experimentar con Jurassic World, donde se ha usado el ADN de una franquicia amada para construir un nuevo universo valiente encabezado por Pratt, que está en todos lados. Se decía en la original, por boca de Alan Grant, que los dinosaurios y el hombre eran dos especies separadas por 65 millones de años de evolución, que repentinamente se habían topado, así que de este encuentro podíamos esperarnos cualquier cosa y Bayona lo lleva a su terreno respetando ideas que aparecían sutilmente en el libro original. 

El desenlace nos deja un panorama para la tercera que explora la integración de ambas especies en una nueva era de la evolución terrestre. Un guion rechazado en 2004 para la anterior ya predecía por donde iba a ir la saga, como todo nació de varios dilemas éticos y morales, un intento de mejorar lo ya visto, incorporando la clonación humana y trayendo de vuelta el suspense de la mano de Trevorrow y Bayona. Los diálogos de Malcolm aquí están basados sobre todo en los de la novela original, y como todo momento Goldblum son imperdibles, se ve que el español estudió el libro de Michael Crichton para prepararse esta secuela, pero Malcolm merecía más escenas, es un gran personaje. Rugidos aparte, esta entrega es más aterradora que ninguna otra, aunque no es ni mucho menos El imperio contraataca, pero tiene un plano muy trágico con un braquiosaurio. 

Esta segunda Jurassic World  es una parábola sobre el maltrato animal, como la anterior de Trevorrow, mostrando un mercado negro de dinosaurios. También continúa la tradición de tener niños  corriendo delante de los dinos, con la entrada de Justice Smith (Get Down)  y Daniella Pineda (Desviados), o de veteranos como Levine (El silencio de los corderos). Hay aterradores dinosaurios y aterradoras escenas peligrosas en las que Pineda salva a los más inofensivos, porque los nuevos se lo tienen que currar y dejar que los clásicos solo aparezcan para decir su diálogo, en el caso de Goldblum, La vida se abre camino, lejos de Isla Nublar. Hay una escena después de los créditos finales que está ambientada en Las Vegas, un adelanto de lo que vendrá, más muchos guiños a ET  por parte de Bayona, entusiasta de muchos directores clásicos o de modernos como Guillermo del Toro. 

Hay una escena eliminada, demasiado intrascendente, en la que Pineda revelaba que su personaje era lesbiana. Como idea no está mal, pero es nada significativa y carente de interés para el tipo de espectadores que ven esta película, que quieren suspense y no concesiones reivindicativas. En cuanto al uso de la música, Bayona suele tener un método que es poner un tema previo al reparto cuando van a filmar una escena  y que así se preparen. A Pratt le debe funcionar cuando actúa delante de dinos animatrónicos u otras leyendas  del cine. No se sabe como habrá sentado el que brevemente hagan chistes sobre Donald Trump en la película, pues está llena de referencias a este auténtico dinosaurio con lo de los villanos que tienen unos pelos de loco como él o que en la subasta la mayoría de futuros dueños de dinosaurios sean rusos como con los que él suele juntarse, por no hablar de lo misóginos y machistas que son esos antagonistas. 

Se usaron técnicas inesperadas para crear  efectos visuales super realistas, como una piscina frente a un croma para simular el mar donde Pratt y Howard corren riesgos saltando desde grandes alturas para las escenas  acuáticas peligrosas . Bayona es de crear secuencias de una sola toma y exige bastante a sus repartos, incluyendo el rodar por  escenarios sucios como los bosques, todo ello para obtener inicios asombrosos. La casa Cragside, al nordeste de Inglaterra, se usó como exterior de la finca Lockwood, lo cual tuvo muy involucrado a Trevorrow, que estaba rodando El libro de Henry tras haber dirigido la primera entrega y se pasó por allí para dar indicaciones de guion, como hizo con Goldblum, que sale poco pero tiene trascendencia. Sobre Claire, pues  cuando estaba rodando Howard  se enfangaba en la jungla ya sin llevar puestos aquellos zapatos tan incomodos de la anterior. 

En la parte rodada en Hawái, se tuvo que reescribir el final original y con ello aumentaba el presupuesto en efectos especiales porque se tuvo que cerrar parte de una carretera, una playa y un muelle portuario. La isla ya había sido escenario de filmación de la original, siendo testigo de la evolución de la saga, donde se recreó lava  con arena para gatos quemada cerca de la costa. El diseño de dinosaurios se llevó con cariño y hasta Blue está mejorada, como se nota en sus interacciones con Pratt, pues ILM mezcló efectos prácticos y digitales para crear al Indoraptor, un nuevo villano aterrador y escamoso. Los amantes de los dinosaurios están satisfechos porque esos fósiles aquí se ven muy reales al ser creados por efectos de nueva generación y son científicamente más precisos, por tanto nuevos dinosaurios y mucha acción, pese a que el inicio iba a contar con la presencia de otro Indoraptor y un Espinosaurio. Hay más animatrónicos que en ninguna otra secuela y además Howard cabalga sobre el tiranosaurio original, por lo que los efectos de antes vuelven. 

Pratt tiene aquí mayor responsabilidad con las crías de raptor, a las que debe cuidar y proteger, igual que a los dinos adultos, con los que corre durante la escena más épica de la película, en la que despierta el tiranosaurio de su letargo. Y el retorno de Goldblum es cuanto menos alegre, porque con él es como se crea el Grupo de Protección de los Dinosaurios y se revela que Isla Sorna, de la segunda película original, ya está desierta. No se ha reparado en ahorrar detalles, porque la extinción ha llegado. Los dinosaurios han sido colocados en todos los lugares equivocados y van desatados, porque la gente nunca aprende de sus errores. Trevorrow, como muchos espectadores, ha llegado a mostrarse muy frustrado por todo lo que muestran hoy día los avances, pues tampoco parece que aprendan los de marketing, que lo único que les importa es que la película salga rentable. 

Jurassic World: El reíno caído añade otra entrega repleta de escenas de acción a la exitosa franquicia, aunque los momentos genuinamente intrigantes son  cada vez más escasos. Se apoya en la nostalgia, en inventos. La nueva entrega es como si un tiranosaurio entrase en el cine y provocase una enorme ruina, o sea, que dejase una gran caca humeante de dinosaurio. La estupidez se abre camino, resultando en una imponente decepción, con tantas tonterías se ha convertido en Sharknado, la secuela ha conseguido lo imposible: que los dinosaurios aburran. Al menos, por fin, escapan de la isla, que ya está bien. 

Jurassic World: El reino caído  es el equivalente en la saga Parque Jurásico a Los últimos jedi en la de Star Wars. Se necesita buscar empatía en el terror gótico que propone Bayona, si no es que te saca de la película. Volveremos pronto con la tercera, que volvió a ser dirigida por Trevorrow y en la que regresan secundarios de la primera (Sy), pero sobre todo el trío de la original: Laura Dern, Sam Neill y Goldblum. Dominion es la de más reciente estreno y con la que se cierra por ahora franquicia. 

Puntuación: 6

                                   






 



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