Dark City (1998)
Todos tenemos miedo a
la oscuridad
Neo-noir
de ciencia ficción dirigido por Alex Proyas y protagonizado por
Rufus Sewell, Kiefer Sutherland, Jennifer Connelly y William Hurt. El
guion fue escrito por Proyas y David S. Goyer, con Sewell
interpretando a John Murdoch, un hombre con amnesia que es acusado de
ser sospechoso de asesinato y que intenta descubrir su verdadera
identidad para limpiar su nombre mientras huye de la policía y de
un misterioso grupo conocido sólo como los Extraños. La
mayor parte de esta película se rodó en los estudios de la Fox en
Australia, siendo una producción conjunta con la americana New Line
Cinema, la cual distribuyó en cines la cinta en la que figura un
misterioso reloj y que se estrenó hace más de dos décadas.
Una
de mis predilectas de ciencia ficción de los noventa, ganó el
prestigioso Saturn a mejor filme pese a que en su día el estudio
temía que el público no la comprendiese y por tanto pidiese a
Proyas añadir una narración explicativa a través de una voz en off
en la introducción, pero luego este haría su propia versión del
director restaurando y preservando su visión artística original
para la cinta. Es inevitable encontrar similitudes e influencia en
Matrix, que se estrenó al año siguiente, de hecho se las
puede comparar plano a plano. Entre los secundarios encontramos a
Richard O´Brien y Ian Richardson, mientras que la música es de
Trevor Jones.
John
Murdoch despierta en la bañera de un hotel, sufriendo de amnesia.
Recibe una llamada telefónica del doctor Daniel Schreber, quien le
urge que huya del hotel para evitar a un grupo de hombres que van
tras él. En la habitación, Murdoch descubre el cadáver de una
mujer asesinada de forma ritualista junto a un cuchillo
ensangrentado. Huye del escenario, justo cuando el grupo de hombre
pálidos con gabardinas (luego identificados como los Extraños)
llega. Siguiendo las pistas, Murdoch se entera de cual es su nombre y
de que tiene una esposa llamada Emma; también lo busca el inspector
de policía Frank Bumstead como sospechoso de una serie de asesinatos
cometidos por toda la ciudad, aunque él no recuerda haber matado a
nadie.
Perseguido
por los Extraños, Murdoch descubre que tiene telequinesis, lo cual
estos también poseen, refiriéndose a ella como afinación:
la habilidad de alterar la realidad cuando uno quiera. Logra usar
estos poderes para escapar de ellos. Murdoch explora la ciudad
anacrónica, una mezcla de épocas donde nadie parece darse cuenta
que es siempre de noche. A medianoche, observa que todos excepto él
se quedan dormidos cuando los Extraños reorganizan físicamente la
ciudad así como cambiar las identidades y recuerdos de la gente.
Murdoch se entera de que vino de una ciudad costera llamada Shell
Beach: un pueblo familiar para todos, aunque nadie sabe como llegar
allí, y todos sus intentos para hacerlo son fallidos.
Por
varias razones no puede ir, mientras que los Extraños le inyectan a
uno de sus hombres, el señor Hand, recuerdos pensados para ser
insertos en Murdoch en un intento por predecir sus movimientos y
localizarlo. Murdoch acaba siendo pillado por el inspector Bumstead,
quien admite que lo más probable es que sea inocente, por lo que
entonces tendría ya sus propias dudas sobre la naturaleza de la
ciudad. Se enfrentan a Schreber, quien explica que los Extraños son
extraterrestres que usan cadáveres como sus huéspedes. Teniendo una
mente colmena, los Extraños están experimentando con humanos para
analizar su individualidad con esperanzas de que alguna percepción
pueda ser revelada para poder ayudar a que su raza sobreviva.
Schreber
revela que Murdoch es una anomalía que despertó involuntariamente
cuando él estaba en mitad de impresionar su última identidad como
asesino. Los tres se disponen a dar con Shell Beach, pero esta sólo
existe como un póster en una pared de las afueras de la ciudad.
Frustrados, Murdoch y Bumstead irrumpen a través de la pared,
revelándose que están en el espacio exterior. Los hombres se
enfrentan a los Extraños, incluido el señor Hand, quien sostiene a
Emma como rehén. En la siguiente pelea, Bumstead y uno de los
Extraños caen a través de un agujero al espacio, revelándose la
ciudad como un hábitat del espacio profundo rodeado por un campo de
fuerza.
Los
Extraños llevan a Murdoch a su hogar debajo de la ciudad y obligan a
Schreber a marcarlo con su memoria colectiva, creyendo que este es la
culminación de sus experimentos. Schreber los traiciona insertando
en su lugar falsos recuerdos a Murdoch que restablecen
artificialmente su infancia conforme pasan los años entrenando y
puliendo sus habilidades para la afinación, así como percatándose
de quienes son los Extraños y como son sus máquinas. Murdoch
despierta, dándose cuenta completamente de cuales son sus
habilidades, liberándose y luchando contra los Extraños,
derrotando a su líder el señor Book en una lucha psicoquinética
desde lo alto de la ciudad.
Tras
saber de Schreber que Emma ha sido reimpresa y que no puede ser
restaurada, Murdoch ejerce sus poderes recién descubiertos,
amplificados por la máquina de los Extraños, para crear una Shell
Beach real inundando la zona dentro del campo de fuerza con agua y
formar montañas y playas. De camino a Shell Beach, Murdoch se
encuentra a un señor Hand agonizante que le informa que han estado
buscando en el lugar equivocado, la mente, para comprender a la
humanidad. Murdoch gira el hábitat hacia la estrella de la que se
había alejado, con la ciudad recibiendo la luz solar por primera
vez. Abre una puerta que acompaña a la salida de la ciudad, saliendo
a caminar para ver el amanecer.
Por
encima suya está el embarcadero, donde encuentra a la mujer que
conoció como Emma, ahora con nuevos recuerdos y una nueva identidad,
la de Anna. Murdoch se vuelve a presentar mientras caminan a Shell
Beach, comenzando su relación de nuevo.
Los
Extraños se basan en un personaje que aparece en el musical The
Rocky Horror Show, donde actuaba O´Brien, mientras que el de
Sutherland es un homenaje a Daniel Paul Schreber, un tipo real que
sufría psicosis y esquizofrenia, papel pensado en principio para
Hurt. Más allá de las teorías de la conspiración en esta
historia, el límite entre uno mismo y el otro es lo que puede llegar
a explicar la trama de los alienígenas en la película y porqué han
creado un mundo posible. Para Proyas, el aspecto romántico de
Murdoch y su esposa culmina cuando ambos empiezan a recordar, a
explorar sus identidades y a conocerse de nuevo tras haber perdido
sus recuerdos anteriores.
El
amor actúa como fuerza que va más allá de su identificación,
tanto personal como colectiva. De ahí que ningún científico haya
resuelto del todo porqué dos personas entre los millones que viven
en este mundo se conozcan y tengan ese vínculo de pareja por una
razón particular. Los seres humanos funcionan así, nos influencia
algo que no comprendemos ni podemos explicar fácilmente. Platón y
su alegoría de la caverna se vislumbra en la oscuridad en este
relato con trasfondo sexual, si nos atenemos al rol de los
alienígenas, su deseo por poseer cuerpos y toda esa teología que
hemos visto en otras ocasiones en el cine.
Murdoch
se convierte en el demiurgo de la caverna al ser el único entorno
que conoce, un lugar surgido de la obra de Edward Hopper y con un
bricolaje urbano cambiante. Aquí se aprecia el buen gusto por la
contracción, a tenor de las miniaturas hechas para la película y
que hacen cobrar vida a la ciudad irreal. Es por eso que Proyas
recurra a la mitología griega para narrarnos lo que pasa, así como
a El halcón maltés o a Kafka, e incluso también a La
dimensión desconocida. Goyer escribió la secuela de El
cuervo y estaba por entonces terminando Blade, así que el
guionista estadounidense se unió al director para la cinta y con
ello buscar similitudes con la obra de Terry Gilliam.
Brazil,
con sus visiones de extraños bailando en la mente del
protagonista, era una distopia que también hacía que exclamásemos
que carajo era eso por lo mortalmente incoherente que
resultaba. Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro hicieron lo propio en La
ciudad de los niños perdidos, la cual tenía un diseño similar
y maravilloso, con una ciudad oscura y húmeda, repleta de escaleras
y pasarelas peatonales, sirviendo claramente de inspiración para
esta tres años más tarde, con una escena en la que se ven también
plataformas bruscamente inclinadas repleta de, en este caso, extraños
miembros de una secta de cíclopes que hasta parecen cenobitas. El
tema y la ejecución de dicho filme es similar, sólo que aquí el
resultado es ligeramente mejor que en el de los responsables de
Delicatessen.
Matrix
es la hermana confesa de Dark City, por comparación se
las puede unir y trazar hasta cuando Fritz Lang hizo Metrópolis,
así como a M y Nosferatu. No tan lejos tenemos la
sombra del manga Akira, la obra seminal de Katsuhiro Otomo,
con la que está más en deuda que con cualquier obra de cierto
personaje de DC, pues su modelo estratégico se identifica tanto con
el imaginario japonés como con la perspectiva europea. Incluiríamos
en la lista algún que otro videojuego de la década, pero de ahí
pasaríamos a lo que ha sido influenciado por Dark City, como
sería la obra del director de Hellboy, un señor que no
necesita presentación, Christopher Nolan y su Origen, la
también contemporánea Nivel 13 y hasta Memento, que
irrumpían en los sueños.
Warner
Bros llegó a pedir que cambiasen el título definitivo debido al
parecido con el de su cinta, de temática totalmente distinta, Mad
City, estrenada por aquellas mismas fechas. Con un estilo muy
gris, Dark City ofrece un giro polarizante de elementos
visuales llamativos y acción propia del cine negro. Esa parte visual
tan imponente hace sombra a una trama intrigante pero confusa, pues
conocemos un nuevo mundo peligroso narrado de forma muy turbia, donde
parece que te estás quedando adormilado y donde, de todas formas, no
sabes quién eres. Toda una paranoia gnóstica.
Puntuación:
7,5
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