Braindead: tu madre se ha comido a mi perro (1994)
Lo que la sangre se
llevó
Gore
de lo más suculento dirigido por Peter Jackson, quien también
escribió el guion junto a su socia y esposa Fran Walsh. Aunque en su
día fuera un fracaso de taquilla, es un título muy a tener en
cuenta desde que el director hiciese luego la trilogía
cinematográfica de El Señor de los Anillos. El rodaje se
hizo en Wellington, en la misma zona que su anterior trabajo, El
delirante mundo de los Feebles, pero además en lugares que más
tarde se convertirían en emblemáticos, como el paso montañoso
local que conocemos bajo el nombre de Senderos de los Muertos en El
retorno del Rey. Su estreno en Sitges se anticipó dos años al
resto de salas españolas, para cuando ya había recibido varios
premios Saturn.
La
trama sigue a Lionel, un hombre que vive con su madre, Vera, en una
mansión victoriana, y que se mete en problemas debido a su relación
con la hija de una dependienta española, Paquita. Cuando un rabioso
mono rata muerda a Vera, esta convertirá poco a poco a los
residentes de Newtown en una horda zombi. En 1957, el explorador
Stewart McAlden y su equipo trafican con la captura de una rata
mono de Sumatra, un híbrido nacido de tres simios que fueron
violados por roedores portadores de la peste, en Isla Calavera. La
rata mono cautiva es enviada al zoológico de Wellington, Nueva
Zelanda. Allí vive Lionel, que se ha enamorado de una gitana
española, Paquita María Sánchez.
Vera
Cosgrove, la madre de Lionel, aparentemente muere antes de reanimarse
como una zombi famélica, matando a la enfermera que le atiende, la
señorita McTavish, la cual también regresa como muerta viviente.
Lionel las encierra a ambas en el sótano y las mantiene sedadas
con tranquilizantes para animales, pero Vera logra salir y
presuntamente es abatida cuando la atropella un tranvía local. Más
tarde, mientras regresa al cementerio para darle más sedante, Lionel
es interceptado y agredido por un grupo de rufianes que lo toman por
un necrófilo. Paso a paso se le van acumulando los cadáveres en el
sótano y para colmo a Lionel se le cuela en casa su tío Les, quien
lo chantajea para que le entregue la propiedad.
Cuando
intentan acabar con los zombis envenenándolos, lo que en realidad
les han dado son estimulantes para revivirlos aún más. Vera
irrumpe desde el sótano y persigue a Lionel y Paquita hasta la
azotea mientras la casa se incendia por culpa del estallido de una
tubería del gas. Cuando la monstruosa madre los acorrala en el
techo, Lionel se enfrenta a ella y le revela que de niño le observó
ahogar a su padre y al amante de este en la bañera, acusándola
de haberle mentido toda su vida. Tras aniquilar a la que fuera su
madre, él y Paquita se reconcilian y se marchan tranquilamente.
Con
un modesto presupuesto de 3 millones de dólares neozelandeses, la
última escena en rodarse fue la hilarante secuencia entre Lionel y
el bebé gigante, que transcurre en el jardín botánico de
Wellington. En ella el pequeño zombi causa un gran agravio a
nuestro protagonista,que lo que para uno es un juego para el otro es
hacer daño y sacar de lo privado el secreto de los muertos vivientes
que han aparecido en Nueva Zelanda y que bien podrían haber
alcanzado Australia. El gore de esta cinta podría ser perfectamente
para mayores de 15 años, pero por cantidad es para más de 18. El
autocontrol voluntario de la industria cinematográfica hizo que la
conocida cinta neozelandesa fuera prohibida en los 90 en varios
países.
Existía
por entonces una película también titulada Brain Dead, por
lo que en EEUU la llamaron Dead Alive para evitar confusiones.
Esta cinta que se menciona era más cercana a la ciencia ficción y
al suspense psicológico que al terror y tenía un trasfondo médico
y reminiscencias a The Twilight Zone. El sistema de
calificaciones americano también recortó bastante violencia hasta
que sacaron una versión sin censura en Blu Ray. El cuento
deliciosamente casero de un jovenzuelo loco de amor y su madre
mortificada es el núcleo central de Braindead, extremadamente
sangrienta y sumamente divertida, muy bien hecha gracias al afecto
que tiene Jackson por lo sublimemente grosero.
Hace
que Re-Animator parezca en comparación un reportaje de la
Unesco sobre Teresa de Calcuta. Jackson supo poner su ingenio donde
correspondía en este género con muy pocos dólares. Ojalá vuelva
pronto al terror, porque parece que han pasado siglos desde que se
dedicase a ello en detrimento del fantástico (y con ello
ausentándose de Sitges, donde tampoco vino para Mal gusto, su
debut). Un regreso a sus años de malcriado debería restaurar
nuestra fe en sus primeros filmes sangrientos. No en vano, Simon Pegg
se inspiró en esa etapa para su Zombies Party. Además, en
la versión de King Kong de 2005 hay un guiño al animal
visto aquí.
Puntuación:
7,5
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