El niño 44 (2015).

          ¿ Como encuentras a un asesino que no existe?

                                            
Misterio y suspense en esta película dirigida por Daniel Espinosa y basada en la novela del mismo nombre de Tom Rob Smith, con un reparto coral formado por Tom Hardy, Gary Oldman, Noomi Rapace, Joel Kinnaman, Paddy Considine, Jason Clarke y Vincent Cassel. Tanto el libro como el filme están muy libremente inspirados en el caso del asesino en serie soviético Andrei Chikatilo, cuya infame existencia ya había sido adaptada en la cinta para televisión Ciudadano X. Es una producción independiente e internacional de Ridley Scott a través de su compañía Scott Free para Summit y Lionsgate, con rodaje en Praga, Ostrava y Kladno, en la República Checa, así como en Rumanía.

                                                       
En 1933, Pavel, un niño que ha quedado huérfano durante la hambruna del llamado genocidio u holocausto ucraniano en dicha república socialista soviética, huye de su hospicio hasta ser tomado por una unidad del Ejército Rojo y luego generosamente adoptado por el comandante Tortuga (Mark Lewis Jones), quien lo bautiza con el nombre de Leo Demidov. En 1945, ya como sargento dentro de la unidad, Leo (Hardy) se convierte en un icono en toda la Unión Soviética cuando es fotografiado alzando una bandera con la hoz y el martillo sobre el edificio del Reichstag durante la Batalla de Berlín. Tras esto llega a ser condecorado como héroe nacional de la URSS.

                                                      
En 1953, Leo se ha casado con Raisa (Rapace) y vive en Moscú , donde ejerce como capitán en el Ministerio de Seguridad Estatal comandando una unidad asignada para rastrear y arrestar disidentes, como el veterinario Anatoly Brodsky (Clarke). Durante el arresto, uno de los subordinados de Leo, el cobarde pero ambicioso Vasili Nikitin (Kinnaman), dispara a un granjero llamado Semyon Okun (Michael Nardone) y a la esposa de este, porque en el granero de ambos se escondía Brodsky criando a las dos hijas del matrimonio. Enfadado, Leo golpea a Vasili, quien estaba resentido con todos los agentes de la unidad y en especial con el teniente Alexei Andreyev (Fares Fares).

                                            
Los tres estuvieron juntos en Berlín en 1945, por lo que Vasili está al cargo del interrogatorio y posterior ejecución de Brodsky, así que uno de los nombres que le dice a su superior, el mayor Kuzmin (Cassel) es el de Raisa, que ejerce como profesora de escuela primaria y que ha visto como a la mayoría de sus colegas de profesión los han arrestado recientemente por sus ideas de disidentes. Mientras, el hijo pequeño de Alexei, Jora, es hallado muerto cerca de la vía del tren. El diagnóstico inicial muestra que las heridas podrían haber sido obra de tortura, pero tras un minucioso examen se comprueba que los órganos han sido extraídos con precisión quirúrgica y que hay muestras de ahogamiento.

                                                     
Las autoridades declaran que el niño fue arrollado por un tren, ya que Iósif Stalin ha decretado que el crimen es una enfermedad capitalista, porque según él el asesinato no existe en el paraíso comunista. Leo y Raisa son arrestados por Vasili y Alexei y enviados al exilio en la ciudad provincial de Volsk, en el Óblast de Sarátov. Leo pierde todos sus rangos y es obligado a convertirse en un miliciano de baja categoría bajo las órdenes del general Nesterov (Oldman), mientras que Raisa es humillada al verse rebajada a limpiadora de la escuela local. Leo convence a Nesterov, que tiene hijos pequeños, para que investigue otras muertes de niños y los dos descubren los cuerpos de al menos 43.

                                             
Todos los cadáveres se hallaban a lo largo del ferrocarril que va desde la capital hasta Rostov del Don. Debido a la amplia presencia militar del MSE en la estación moscovita, la pareja le pide a un antiguo colega y amigo de ella, Ivan Sukov (Nikolaj Lie Kaas) que pregunte entre contactos de grupos disidentes como salir de Moscú. Tras ser interrogados, Leo y Raisa son conducidos en un tren de camino a un gulag y luego, tras evitar llegar, persiguen al asesino, Vladimir Malevich (Considine) hasta las entrañas de un bosque, donde lo acorralan. A Leo le ofrece un ascenso y un prometedor puesto político su nuevo superior, el mayor Grachev (Charles Dance).

                                                        
Ambas ofertas vienen con la condición de que acepte que Malevich fue devuelto por los alemanes de vuelta a la URSS para cundir el pánico nacional tras haber pasado este antiguo doctor del ejército dos años en un campo de prisioneros de guerra alemán. Leo rechaza el ascenso pero pide permiso para establecer y liderar una división de homicidios en Moscú en el seno del recién creado KGB con la ayuda del general Nesterov. Grachev está de acuerdo y en respuesta Leo opina que Malevich era claramente un agente nazi.

                                                 
Esta película fue prohibida en Rusia por orden del ministerio de cultura de la Federación, que tiene como responsabilidad censurar toda película que consideren anti rusa o falsamente histórica. Aquí un ejemplo está en el retrato de la época de Stalin, aún considerado un héroe nacional al haber tomado parte su país en el Día de la Victoria, por lo que tras verla decidieron que era inaceptable estrenarla por como trata los hechos acaecidos respecto a la Gran Guerra Patria, que es como se refieren allí a las operaciones estratégicas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial. Vladimir Medinsky, ministro de cultura, organizó una comisión presidencial para defender a su nación contra los cineastas.

Medinsky afirmó que a la Rusia de aquella época la retrataban como si fuera la Mordor de Tolkien, de ahí que otros países vecinos de la era pos soviética secundasen dicha prohibición de no proyectar la película en sus cines, incluyendo a Bielorrusia, Ucrania, Kazajistán y Kirguistán. Además, se retrasó su estreno varios meses en Georgia. Solo hubo una voz contraria a este veto, la del cineasta ucraniano Alexander Rodnyansky, quien criticó que esta decisión de no estrenar El niño 44 era negativo para la industria cinematográfica del país. Antes, las películas donde los héroes soviéticos y rusos eran mostrados de forma desfavorable habían logrado estrenarse en Rusia.

Pero hasta ese momento no había pasado algo similar y parecía que en la actualidad todo cuanto fuese de género histórico debía ajustarse claramente en ese tipo de patrón fijado por el ministerio de cultura, el cual depende del gabinete del primer ministro, Dmitri Medvédev, pero casi podría ser una maniobra directa del presidente, el siempre controvertido Vladimir Putin. Dejando ya de lado todo este embrollo político, la trama de El niño 44 es una fascinante y conmovedora historia que cuenta con una sólida interpretación por parte de su protagonista, Tom Hardy, pero a la vez diría que por momentos le falta algo más de intriga, por lo que no es suficiente la presencia del carismático actor inglés.

La película es menos que la suma de sus partes, un poco enfangada con tanto argumento secundario, pero Hardy está excelente y Espinosa ha confeccionado algunas escenas individuales de forma magnífica. El libro original de Smith ha sufrido una transición a la pantalla algo más pesada e indigesta en donde apenas vemos actores rusos, pero si que hay ingleses (dos de los principales nacidos en Inglaterra) y también de Suecia, Líbano y hasta Australia, aunque ninguno de Rusia. La robusta y muscular presencia de Tom Hardy para dar vida a Leo deja verse lo justo, los aspectos forenses y psicológicos son simplemente aburridos. Tampoco hay fascinación alguna en el proceso de percepción del suspense.

Todo está muy inmerso en un charco borroso y su fascinante premisa y localización fracasan al juntarse de forma poco convincente como pasaba en la ascendente intriga de El topo, donde coincidieron Oldman y Hardy, en Millennium 1, donde descubrimos a Rapace, o incluso en las americanas Los hombres que no amaban a las mujeres y Perdida, ambas del inquietante David Fincher. Lo que si es verdad es que esta fábula cruel de ambiente eslavo pero de mentalidad anglosajona no estaba pensada para ser carne de cine comercial, ya que encaja mejor como filme de arte y ensayo y no como la adaptación a los tiempos del Telón de Acero de la mítica comedia televisiva británica ´Allo ´Allo.

                                                     
Ese daño integral a una identidad cultural propia solo parece estar a salvo en producciones de habla no inglesa, como pasaba en la alemana La vida de los otros, que nos metía sin tapujos en una intriga totalitaria sin tener que recurrir a actores de otra nacionalidad y que además fue rentable y premiada, cosa que El niño 44 no ha llegado a ser.

Puntuación: 6

                                      



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