Dinero fácil (2011).


                                                   
Otro director sueco que se ha dado a conocer en los últimos años es Daniel Espinosa, hijo de inmigrantes chilenos, que aquí adaptó a un escritor compatriota suyo, Jens Lapidus, abogado de profesión y como no, experto en ficción policíaca acerca del submundo criminal de Estocolmo. Joel Kinnaman protagoniza la película dando vida a Johan Westlund, JW, un tipo de condición humilde que lleva una doble existencia en las zonas de clase alta de la capital sueca. Tras conocer a Sophie (Lisa Henni) una chica perteneciente a una acaudalada familia local, el chico se ve tentado a entrar en el terreno de la delincuencia organizada y así comienza a vender cocaína para costearse su lujoso estilo de vida.

                                                      
Warner Bros tiene desde hace un tiempo los derechos para hacer una versión americana de Dinero fácil, que podría protagonizar Zac Efron. JW es originario de la región norte de Suecia, un lugar bastante tétrico donde todo es campo y lagos helados, así como el hecho de que su padre, que tiene problemas alcohólicos, trabaja en una serrería, mientras que su madre está en una agencia de búsqueda de empleos. JW finge llevar un estilo de vida basado en aparentar que es un rico al que no le falta nada, pero realmente lleva una doble vida conduciendo ilegalmente un taxi para financiarse su lujoso tren de vida en la zona de diversión para la gente con grandes ingresos del centro de Estocolmo, Stureplan.

                                                     
Abdulkarim, quien maneja el negocio de los taxis, le ofreció a JW un puesto para que a su vez impulsase una actividad extra, vender coca. Lapidus, autor de la novela original, tiene un estilo muy característico dentro de la novela negra nórdica, pues se le podría comparar con James Ellroy (LA Confidential, Dark Blue, La dalia negra, Dueños de la calle) o con Dennis Lehane (Mystic River, Adiós pequeña, adiós). Espinosa soñaba con debutar como director adaptando la obra de su paisano desde el momento de su publicación, ya que él vivió hasta los 17 años en una de las zonas descritas en el libro, Skogas, donde no había muchos chilenos pero si una gran cantidad de yugoslavos.

Ambas nacionalidades juegan un gran papel en ambas versiones y el propio Espinosa ha contado como la rivalidad entre ambas comunidades en los barrios periféricos suecos le hizo mudarse a Sigtuna, una población a las afueras de Estocolmo llena de mocosos de clase alta. Kinnaman, a quien hemos visto en House of Cards, The Killing, la nueva versión de RoboCop o como Rick Flag en Escuadrón Suicida, se hizo con el papel principal de JW, un rol difícil tanto en la personalidad como a la hora de interpretarlo. La cinta se rodó en la capital y además en Gotemburgo, que también tiene una proporción de inmigrantes considerable, desde gente venida de Somalia o India, pasando por Irak, Irán, Marruecos o China.

Lapidus fue el primero en ver terminada la película y dio su aprobación al considerar que la versión filmada se ajustaba a su libro, hasta el punto de escribir luego una continuación que a su vez ha sido adaptada en película, siendo Babak Najafi (Banshee, Objetivo: Londres) el sucesor de Espinosa (casualmente otro sueco de ascendencia extranjera, iraní) en la segunda parte, donde repetían la mayor parte del elenco original. Lo cierto es que la cinta que nos ocupa atrajo interés internacional y The Weinstein Company adquirió los derechos para distribuirla en EEUU y en Europa, principalmente en Alemania, Italia y España. Al mismo tiempo, Warner se adelantaba a Universal, Summit, Paramount, Fox y Mandate para la versión americana aún por confirmar que produciría y protagonizaría Efron, aquel adorable joven de High School Musical.

Las enormes expectativas que levantó esta película en Suecia no tenían precedentes y encumbraron a su autor hasta el punto de compararle con nada menos que Stieg Larsson (saga Millennium), de ahí que tarde o temprano comience a rodarse su correspondiente versión de Hollywood. Espinosa hizo un filme verosímil, notablemente interpretado, con una pinta estupenda y bastante intrigante. El ritmo y la osadía de cada plano se ha echado en falta en muchos thrillers suecos y eso es porque no tenían a Kinnaman al frente del reparto, cuya naturalidad y carisma convencen y roban cada plano lleno de realismo e intensidad. En su contra diré que la película carece de coherencia y que su historia queda inconexa por los constantes cambios de perspectiva entre los personajes.

                                              
Espinosa, que colaboró en la elaboración de la trama, fue capaz de mantener la narración a salvo a pesar de dejar algo extraviado ese aspecto del guion. El sensacional resultado nos trae una historia de suspense clandestino al más puro estilo sueco, pero sin rastro de inspectores viejos y de vuelta de todo en sus vidas, por lo que es una razón de muchas para aplaudir proyectos ingeniosos, frescos y siniestros que sigan retratando al país escandinavo como un lugar frío y tenebroso.


                                        Puntuación: 6,5

            

                                                                                 

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