Superman III (1983).
Si
el ordenador más avanzado del mundo puede incluso controlar a
Superman... nadie en la Tierra está a salvo.
El
super héroe favorito de todos regresaba en esta tercera película
dirigido de nuevo por Richard Lester,en la que supuso su ultima
contribución en una cinta del hombre de acero,cuando DC y el resto
de compañías veían el final de la era de bronce del cómic y el
último hijo de Krypton sufrió una serie de cambios radicales que
afectaron a todo cuanto se había establecido de su contexto
biográfico. Fue también la última que produjeron Alexander
Salkind y su hijo Ilya,que ya no estuvieron para la continuación,
Superman IV: En busca de la paz.
El
tono de esta entrega es exagerado hasta límites banales en parte
por culpa del coprotagonista,quien tras el fiasco firmó un jugoso
contrato de 40 millones de dólares con Columbia. La hasta ahora
rentable y bien acogida franquicia empezaba a ser renegada incluso
por sus creadores Jerry Siegel y Joe Shuster. Esta vez el
multimillonario director ejecutivo de una compañía informática,
Ross Webster (Robert Vaughn) es el villano de la función,a
quien tras prevenir Superman (Christopher Reeve) de que se
haga con todas las reservas mundiales de café,se determina a
destruirle para que no le frene a la hora de querer hacerse con el
control del petróleo. Ross es un personaje original creado
exclusivamente para esta película tras derrotar Super a su
archienemigo Lex Luthor dos veces.
Mientras
tanto,Clark Kent ha convencido a su jefe en el Daily Planet,
el editor Perry White (Jackie Cooper) que le permita volver a
Smallville para una reunión de su promoción de instituto,donde
vuelve a encontrarse con su amiga de la infancia,Lana Lang (Annette
O´Toole,que luego encarnó a Martha Kent en la serie Smallville),
ahora madre divorciada con un hijo llamado Ricky y acosada por su
ex novio Brad Wilson (Gavan O´Herlihy).
Volviendo
con Webster,este se ha enfurecido porque Colombia ha rechazado
negociar con él como parte de su monopolio global del café,así
que manda a su ayudante August Gorman (Richard Pryor) para
que haga el trabajo sucio de acabar con Superman. Gus es un inepto
genio informático al cual se le encarga construir un satélite
meteorológico llamado Vulcano ( en honor al dios del fuego)
para que provoque tormentas que diezmen las cosechas cafeteras
colombianas,activando el dispositivo desde la filial que WebsCo posee
en el pueblo adoptivo de Clark.
El
plan le sale rana al evitarlo Superman y por eso Webster le
encomienda ahora a Gorman que cree un tipo de Kryptonita artificial.
El astuto Gus sabe que esta piedra es el talón de Aquiles del héroe
tras leer una entrevista escrita por Lois Lane (Margot
Kidder),ausente de Metrópolis por estar de vacaciones en las
Bermudas. En mitad del cumpleaños del hijo de Lana al que acude
Superman,se infiltran Gus y Vera Webster (Annie Ross),la
hermana y secuaz del villano,disfrazados como oficiales del ejército
de los Estados Unidos y entregándole el mineral verde como obsequio.
Esta
Kryptonita no le causa efectos mortales,pero sí que lo trastorna
hasta el punto de apagar la llama olímpica que iba a servir para
los JJ.OO de Los Ángeles 84,poner recta la Torre de Pisa o
dividirse en dos personas diferentes,es decir,su versión corrompida
y la más cívica bajo la apariencia de Clark Kent,a la que se
enfrenta hasta restablecer su yo normal. De camino a la guarida de
Webster,Superman se defiende del ataque de un misil militar que iba
directo al Gran Cañón. Ya dentro,Super y los demás malvados
contemplan como Vera es catapultada al interior del ordenador y
convertida en un cíborg, siendo destruida cuando Super derrama ácido
sobre el aparato que la controlaba. Finalmente,lanza a Gus al
interior de una mina de carbón en Virginia Occidental.
Originalmente,el
director y titiritero Frank Oz (Los Teleñecos) iba a tener
un pequeño papel como cirujano,pero su escena acabó fuera del
montaje definitivo,si bien ha habido pases televisivos donde ha
podido verse. En su desarrollo,esta producción partía de un
tratamiento escrito por Ilya Salkind en el que incluía personajes
extraídos de los tebeos como Brainiac, Mr Mxyzptlk o
Supergirl,pero a la gente de Warner no le gustó. De hecho, para
encarnar a Mxy el favorito era el gran Dudley Moore (Al diablo
con el diablo),así como otros detalles revelados,que Brainiac
procedía de Colu y que descubrió a Supergirl de la misma forma
que su primo fue hallado por el matrimonio Kent.
La
música de esta segunda secuela de Superman vuelve a
reutilizar lo creado por John Williams, pero añade un elemento
popular en la época,el synth pop de Giorgio Moroder,el músico más
conocido del género y que vendía tantos discos como consolas
vendía Atari . La andadura en taquilla del tercer filme de
Superman quedó en unas cifras algo infladas por las distribuidoras,
algo menos de 60 millones solo en EE.UU.
Pocas
cosas positivas podemos sacar de esta entrega plagada de errores y
malas decisiones,comenzando por la inclusión de Pryor,que
probablemente era un maestro en los monólogos cómicos y en
películas de humor (Sillas de montar calientes),pero al que
este registro de fantasía le quedaba muy grande. Por mucho que fuera
contando por distintos platós de TV lo que disfrutó con
Superman II y que su deseo era aparecer en alguna futura entrega,se veía
venir que Pryor era carne de Razzie.
Segundo
fallo,el villano que interpreta Vaughn, Ross Webster,un muy poco inspirado
relleno para el gran vacío que dejó Luthor. Y es que tanto Gene
Hackman como Kidder estaban muy enfadados por las formas poco
educadas en que los productores trataron la primera parte de
Superman, si bien Hackman regresaría a regaña dientes para
Superman IV: En busca de la paz cuatro años después ya sin los
Salkind, que castigaron a la actriz con menos minutos en la trama por
criticarles públicamente, aunque Ilya ha negado esta acusación
rotundamente.
Tercer
pecado mortal, Lester, un director famoso por haber rodado un puñado
de comedias,incluyendo aquella de los Beatles, ! Qué noche la de
aquel día!, realizada antes de que los Salkind le contratasen
para Los tres mosqueteros y los diamantes de la reina. Rompió
con la tradición de empezar la película con los créditos de
apertura en el espacio exterior por una escena larga e insufrible de
slapstick, preámbulo de un guion endeble y con demasiados cambios
que no hacían sino empeorar las cosas,como el ya mencionado
villano, una mala caricatura de esos tertulianos conservadores y anti
comunistas típicos del periodismo estadounidense. Lo
único que rescato para bien de este icono postmoderno que es el
hombre de acero es la profesionalidad de Reeve,el Superman
más perfecto que ha habido.
Puntuación:
4,5
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