Millennium 2: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (2009).

                                    La chica que jugó con fuego.


                          
Suspense con acento sueco  dirigido por Daniel Alfredson, una secuela de la primera parte de  Millennium: Los hombres que  no amaban a las mujeres, basada en la novela super ventas del mismo título del autor y periodista  Stieg  Larsson, por tanto segundo volumen de la saga Millennium. La película sigue de cerca a  Lisbeth Salander (Noomi Rapace), quien regresa a Suecia tras pasar un año  en el extranjero. Mikael  Blomkvist (Michael Nyqvist) tendrá que hacer todo lo que está a su alcance  para encontrarla antes de que lo hagan las autoridades después de lo ocurrido en el filme anterior. Produce la  nórdica  Zodiak Media.

Salander adquiere un apartamento  en  Estocolmo en su regreso a Suecia tras casi un año  viviendo en el extranjero. Más tarde, Salander se enfrenta a  Nils Bjurman (Peter Andersson) tras espiar su correo  y descubrir  que tiene una cita reservada  con un especialista en el borrado de tatuajes. Amenazándole con su propia pistola, ella le advierte  de que no se borre el tatuaje  que le grabó  en su abdomen como venganza  por haberla abusado sexualmente, pues lo señaló como un  violador pervertido  y un cerdo sádico.

La revista  Millennium  da la bienvenida  a un nuevo periodista, Dag Svensson, que está escribiendo una serie de revelaciones  sobre prostitución y  trata de personas en Suecia. La novia de Dag, Mia Bergman, está redactando su  tesis de titulación  sobre esclavitud sexual. Dag y su chica  están a punto de irse de vacaciones  y le piden a  Blomkvist que vaya al apartamento de ambos  y recoja algunas fotografías. En un esfuerzo por hallar  la residencia de Lisbeth, Mikael contacta  con su entrenador de boxeo y amigo personal Paolo Roberto. En las oficinas de  la revista Millennium, Paolo explica  que  ubicó a  Ronald Niedermann, un culturista  sospechoso que parece ser que no siente ningún tipo de dolor físico, lo cual le hace indestructible.

Alfredson  tomó el relevo de Niels Arden Oplev, quien dirigió la primera parte de esta trilogía (analizada hace unas cuantas fechas). Sigue siendo tan bueno como su predecesor, aunque se nota un ligero  paso atrás con respecto a  Los hombres que no amaban a las mujeres, pero solo porque aquella trajo nuevos e inesperados aires  al género. La interpretación de Rapace  es digna de mención, pues la menuda  y ágil actriz vuelve a demostrar su rabia dura como el acero que ahora descubre una pequeña veta de  vulnerabilidad hasta ahora perteneciente a otra realidad de su personaje.

Lisbeth Salander  sirve bien para meterse en problemas al poseer esa mirada gélida como el hielo  que no se veía desde que el bueno de Clint Eastwood cabalgaba por las colinas de sus míticos filmes italianos. Esta vez además tenemos una nueva conexión, la de corrupción burocrática  y misoginia, como  en la película anterior teníamos  esa misoginia unida al  fascismo. Esa violencia contra la mujer  y el heroísmo contrastan  en  Millennium 2 con la violencia vista en  El demonio bajo la piel, dando esta última sus peores impulsos en estos aspectos y que solo la que nos ocupa funciona dando redención  a través de la venganza.

                                                          
                                                       
La película es casi lo mismo que su predecesora pese al nuevo director  y desde luego su efecto es deleitar a quienes disfrutaron de la anterior. En cuanto a Nyqvist, esta vez le tenemos como una versión sueca  de Larry Hagman, el  despiadado JR de Dallas, formando con su compañera una perfecta traslación de sus personajes en la literatura, por lo que para quien no haya leído los libros el argumento le puede resultar tibio  y confuso.

Puntuación: 7

                                                                       

                                                      

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