2001: Una odisea del espacio (1968)

 

                                                                         


Épico título de ciencia ficción producido y dirigido por Stanley Kubrick, escrito entre él y Arthur Clarke, inspirado en su relato breve El centinela, luego trasladado a la novela homónima en la que se sigue un viaje al planeta Júpiter con el ordenador consciente HAL 9000 tras el descubrimiento de un Monolito espacial que está afectando a la evolución humana. La cinta trata temas como el existencialismo, la inteligencia artificial y la posibilidad de vida extraterrestre. Estamos ante la vertiente dura del género, con unos sobresalientes efectos especiales y una amplia variedad de música clásica que incluye el poema sinfónico Así habló Zaratustra de Richard Strauss, El Danubio azul de Johann Strauss hijo y trabajos de Aram Khachaturian y György Ligeti. En cuanto a premios, sobre todo los Oscar, recibió el de mejores efectos visuales, el más significativo.


En las praderas prehistóricas africanas, una tribu de homínidos es ahuyentada de su bebedero por otro clan rival. Luego, se despiertan encontrándose un Monolito espacial que ha aparecido en medio de su asentamiento. Influenciados por el objeto, descubren como usar un hueso de arma y tras su primera caza, regresan para espantar a sus rivales con la herramienta recién descubierta. Millones de años después, el doctor Heywood Floyd, presidente del Consejo Nacional de Astronáutica de Estados Unidos, viaja a la base Clavius, una avanzada lunar. Durante una parada en la Estación Espacial 5, se reúne con científicos rusos que están preocupados por que Clavius parece estar insensible.


                                          



Floyd rehúsa hablar de rumores sobre una epidemia en la base. Continuando su viaje a Clavius, Floyd se dirige a una reunión de personal a quien insiste la necesidad de que haya discreción con respecto a su nuevo descubrimiento. La misión de Floyd es investigar un artefacto recientemente hallado enterrado hace cuatro millones de años cerca del cráter lunar Tycho. Floyd y otros van en un bus lunar al artefacto, un monolito idéntico al encontrado por el hombre mono. Según lo examinan, el monolito es golpeado por el sol, a lo que emite una señal de radio poderosa. Dieciocho meses después, la astronave estadounidense Discovery 1 va con destino al planeta Júpiter.


A bordo están los pilotos y científicos de misión, los doctores David Bowman (Keir Dullea) y Frank Poole (Gary Lockwood), junto con otros tres científicos en animación suspendida. La mayoría de las operaciones de la Discovery son controladas por HAL 9000, un ordenador con una personalidad humana. Una conversación entre HAL y Bowman es interrumpida cuando el ordenador informa de una inminente deficiencia de un aparato del control de antena. Bowman lo recupera en una cápsula de actividad extravehicular, pero no halla nada mal. HAL sugiere volver a instalar el artefacto y dejar que falle para que así el problema pueda ser verificado. El centro de control de misión informa a los astronautas que los resultados de su ordenador bimotor HAL 9000 indican que este se ha equivocado acerca del inminente fallo del aparato.


                                                      



HAL atribuye la discrepancia a un error humano. Preocupados por el comportamiento de HAL, Bowman y Poole entran en una cápsula de AEV para que puedan hablar sin que HAL escuche, acordando desconectarlo si demuestra lo contrario. HAL sigue su conversación por lectura de labios. Mientras Poole está en una actividad extravehicular intentando sustituir la unidad de antena, HAL toma el control de su cápsula, corta la manguera de oxígeno de este y lo deja a la deriva. Bowman toma otra cápsula para rescatar a Poole; mientras está fuera, HAL apaga las funciones del soporte vital de los tres otros tripulantes en animación suspendida, matándolos. Cuando Bowman regresa a la nave con el cuerpo de Poole, HAL rehúsa dejarle entrar, diciendo Lo siento Dave, me temo que no puedo hacer eso.


HAL declara que el plan de los astronautas para desactivarlo arriesga la misión. Bowman abre la cerradura de emergencia de la nave manualmente, entra y va hacia la unidad central de procesamiento de HAL, donde comienza a desconectar sus circuitos. HAL trata de tranquilizar y aplacar a Bowman, suplicando luego que este pare, y después expresa temor por él mismo. Cuando el corte se ha completado, se reproduce un mensaje en vídeo pregrabado, revelando que el objetivo de la misión es investigar la señal de radio enviada desde el monolito a Júpiter. Allí, Bowman halla un tercer monolito mucho más grande en la órbita del planeta. Abandona la Discovery en una cápsula AEV para investigar, pero es arrojado a un vórtice de luz colorido.


                                                             



Bowman es transportado cruzando grandes distancias de espacio, mientras ve un extraño fenómeno cosmológico y extraños paisajes de colores inusuales. Finalmente se encuentra en una gran habitación neoclásica donde ve y luego se convierte en versiones de él mismo mayor: primero de pie en el dormitorio, de mediana edad y aún con su traje espacial, luego vestido con atuendo de ocio y cenando, y por fin como un anciano tumbado en una cama. Un monolito aparece al pie del lecho y cuando Bowman lo alcanza es transformado en un feto encerrado en un orbe transparente de luz que flota en el espacio junto a la Tierra.


2001 es una película que no puede entenderse en dos días o cuatro semanas. La odisea espacial está hecha de tal forma que para comprender su influencia hay que dedicarle meses o años (yo mismo llevo tres décadas en este mundo y aquí trato de explicar su sentido de forma resumida). No es sencillo pasar por esta vida y quedarte con un sólo significado de la cinta, tal vez llegue a vivir mucho tiempo y cuando muera no haya llegado a captar su mensaje. Para empezar yo no soy Kubrick en pleno desarrollo de la producción, ni tampoco Clarke, el auténtico creador de los mundos perdidos narrados en los relatos que conformaron esta historia. Kubrick no era un cineasta fácil de analizar y como persona tenía un ego complejo.


                                                        


Proyectar el mañana, llevar la ciencia ficción al cine popular fue un camino duro. Clarke vivió su odisea como visionario a lo largo de su vida, en el origen de su obra había más ciencia que literatura, lo cual aquí se plasma sin demasiados cambios drásticos, compenetrándose con Kubrick en el interés por hacer su crónica especulativa con la genialidad del cine documental norteamericano. Clarke lo anotaba todo en su diario personal, incluido el aspecto visual que había de grabarse en el recuerdo del espectador, porque él y Kubrick buscaban que la odisea del espacio fuese una obra maestra. Ayudaba el hecho de que el autor ya tuviese recopilada varias historias que encajarían como un guante en tal adaptación.


Kubrick fue un cineasta completo, un director superestrella que con la cámara ya contaba sin más el significado de su historia. En 2001 dejó al borde de las lagrimas y obligando a abandonar brevemente su visionado durante el intermedio a un Clarke trastornado por aquellas imágenes. Hay un nombre de obligada mención con conexión cósmica y en relación a la perspectiva extraterrestre que es Carl Sagan, el otro gran autor erudito en el tema, quien al parecer medió entre su colega y el realizador sobre como darle verosimilitud al trabajo. Sobre todo con el final, con la conclusión de la odisea del espacio, todo un estudio que da para mucho análisis (y que temo que pueda quedarse en mera fachada). Insisto en que me salto la hipótesis ya otras veces comentada de los antiguos astronautas.


                                                            



El uso de Kubrick de la narración detallada es descrito por quienes le conocieron como favorecedor frecuente de la voz en off , algo que aquí no hay, ni tampoco en El resplandor o Eyes Wide Shut. Ya habrá tiempo para poder analizarlo en la adaptación de Stephen King al incorporar los monstruos de la novela en forma de música para dar contexto, integrarla como personaje y usarla como construcción del conjunto en su controvertida pero magnífica visión del libro del genio literario de Maine. Dirige el material de Clarke como si fuera realmente extraído de las memorias de un observador lunar, con una precisión en la fotografía obsesiva y muy cuidada, proyectada ya desde el inicio (Amanecer humano). Y con todo aún no he dicho que significa, ni como se hizo.


Antes y después del estreno de 2001 hubo varios cambios en el metraje en los que Kubrick y su montador estuvieron trabajando sin tregua, con instrucciones detalladas para los dueños de las salas de cine que ya la mostraban para que estos pudieran llevar a cabo las especificaciones de dichos recortes, hechos tan pésimamente que cada versión exhibida para los espectadores variaba respectivamente. Interrumpir ese universo dejaba preguntas que finalmente se responderían en su debido momento, cuando Warner Bros recuperó 19 minutos perdidos de metraje hallado en sus archivos tras la muerte del cineasta. Dicho descubrimiento corroboró que este estaba filmando algo más que el futuro.


                                                        



El diseño de elementos tales como el mobiliario, cubertería o arquitectura funcional se anticipaba a la tendencia que vendría en el nuevo milenio, influenciada por la composición europea. Eran cosas muy raras y nuevas para la época, igual que en la creación de efectos especiales. También tiene su leyenda negra, ya que Kubrick arriesgó la vida de uno de los dobles rodándola, por lo que estuvo colgando de un alambre su conclusión. Técnicamente fue pionera en la técnica del corte paralelo y la proyección frontal , hoy básicas en el cine. Con las posteriores renovaciones, las puertas de la bodega de las capsulas se veían mejor que nunca, aunque aún seguían sin abrirse, un proceso que recuerda al estilo de Christopher Nolan, que no llega a ir del todo más allá del infinito.


La revolución de Kubrick en el 68, más allá de descartar a un compositor para la música, fue que logró una hazaña monolítica antes que George Lucas reventara la taquilla una década después con otro título eterno por su éxito financiero y su impacto cultural, lo cual ya no es ningún secreto. A la ya consabida confusión creada, con toda esa especulación de lo que puede venir después del hombre, el filme intermedio entre Teléfono rojo y Barry Lyndon nos deja perdidos en las estrellas cual héroe conquistador espacial en la mitología galáctica moderna, salvando las distancias con la ciencia ficción ligera porque Kubrick fue un poeta visual a la hora de narrar el tiempo futuro de forma dura en su odisea. Yendo a las interpretaciones de 2001, viniendo de un autor con A mayúscula a veces un cristal roto es justo eso, sin más. La llave maestra de la puerta estelar aparece desde el encuentro simio, con el misterioso monolito en primer plano, el Sol brillante elevándose sobre la losa negra, directamente bajo el cuarto creciente de la Luna.


                                                        



En la Luna, de nuevo, el Sol brillante, el satélite y la Tierra han formado una configuración orbital conjuntiva. No es un ciclo de amor y muerte, no estamos ante Lolita, aquí Kubrick juega con la arquitectura, la ética y la personalidad del lugar. Tiene su fantasía y sus maravillas, porque el objeto en cuestión es tontamente grande y se puede extrapolar dentro de la sublimidad, la banalidad o la modernidad. En segundo lugar estaría el viajero fetal, no nacido de mujer ni genéricamente de forma médica. Esto arroja más sombras de duda, pocas negociaciones sobre porque al final sale este varón (o sin género, vete a saber). Se ha hablado de una triple alegoría, pero no se ha querido indagar sobre ello más allá.


2001 es aún el viaje definitivo, la obra maestra de Kubrick que hay que ver mínimo dos veces anualmente y que nos anima a reflexionar otra vez de donde venimos y a donde vamos. Dijo Ridley Scott que tras Una odisea del espacio la ciencia ficción murió, frase a la que a día de hoy todavía se le busca sentido. La historia nos descubre como luego se alumbraría el cielo para el Enterprise en la primera película de Star Trek, la cual fichó al responsable de FX, Douglas Trumbull, para darle emoción a dicha franquicia. Por eso es una de las películas más influyentes del género, así como una de las más polémicas (a nivel religioso o educativo), en definitiva una delicada y poética meditación sobre la ingenuidad y por extensión de esa locura llamada humanidad.


                                                      



La odisea continuaría en 2010, que contaría con más naves espaciales, y desde hace años se ha rumoreado querer hacer 3001: La Odisea Final, cosa que parece que nunca ocurrirá (lo más cercano que tenemos es su nueva versión con otro título hecha por Nolan). La cinta original ha sido objeto de exposición en museo como conmemoración de su estreno, uno de los muchos clásicos que ha conocido tal honor por lo poco convencional y revolucionario que es el filme más legendario y explorador de conceptos de Hollywood.


Puntuación: 8


                                                                  


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