Expediente 39 (2009)


            Algunos expedientes nunca deberían abrirse

                                    
Esta película de terror psicológico sobrenatural dirigida por Christian Alvart la protagonizan Renée Zellweger, Jodelle Ferland, Bradley Cooper y Ian McShane. Rodada en Vancouver, se trata de una producción de Paramount cuyas complicaciones en rodaje hicieron que retrasara su estreno tres años por culpa de un incidente en plató con los efectos especiales que provocaron que un incendio destruyese los decorados sin que hubiera que lamentar víctimas al no estar presentes ni el reparto ni el equipo. Un caso bastante feo que era la prueba de que a partir de ahí lo que había salido mal llevaría a algo peor, su fiasco en salas y el desinterés del público ante tal desaguisado debido a los cambios de fecha.

Emily Jenkins (Zellweger) es una voluntaria en trabajos sociales que vive en Oregón a la que se asigna que investigue a la familia de Lillith Sullivan (Ferland), de diez años, cuyas notas han bajado por culpa de una ruptura emocional con sus padres que ha surgido recientemente. Emily sospecha que ellos han estado maltratando a Lillith, y efectivamente sus temores se confirman cuando estos tratan de matar a la niña dejando abierto el gas del horno de casa. Emily salva a Lillith con la ayuda del detective Mike Barron (McShane), y en principio la envían a un hogar para huérfanos, pero le suplica a la muchacha que la cuide ella personalmente.

                                                  
Con el visto bueno del centro, Emily se hace cargo de Lillith hasta la llegada de acogimiento familiar, al tiempo que sus padres biológicos, Edward (Callum Keith Rennie) y Margaret, son enviados a un hospital psiquiátrico por intento de asesinato. La llegada de Lillith sin embargo sólo hace empeorar las cosas alrededor de Emily, pues otro chico cuyo expediente vigila, Diego (Alexander Conti), asesina repentinamente a sus padres con una palanca. Barron informa a Emily de que alguien llamó por teléfono al niño desde su casa la noche antes del crimen. Como sospechosa, Lillith es evaluada por un psiquiatra amigo de Emily, Douglas Ames (Cooper), pero su evaluación toma un giro muy inesperado.

Lillith le pregunta a Douglas cuales son sus miedos y además le amenaza sutilmente, llevando a que esa noche reciba una extraña llamada para luego ser atacado por un enjambre de avispas que le salen del cuerpo, de manera que preso del pánico y en total histeria se quite la vida en el cuarto de baño. Emily cada vez teme más a Lillith, por lo que acude al psiquiátrico para saber más de los padres de la niña, donde le dicen que más que humana la pequeña realmente es un súcubo, un demonio que se alimenta de las emociones y que de hecho han tratado de matarla en un intento por librarse de ella. El padre de Lillith le cuenta a Emily que la única forma de acabar con ella es logrando que se duerma.

                                                      
Poco después de que Emily salga del psiquiátrico, la madre de Lillith tiene una alucinación creyendo que arde en llamas, mientras que su padre es apuñalado en el ojo tras atacar a otro interno a través de quien se comunicó su hija. Barron cree al principio que Emily debería solicitar ayuda psiquiátrica, pero luego se convence cuando recibe una extraña llamada en su casa de Lillith. Aunque se protege con su arma para ayudar a Emily, acaba sin embargo disparándose mortalmente en la cabeza de un tiro, pues la niña le ha hecho imaginar que ha sido atacado por perros. Todos los que la rodeaban han sido eliminados tal y como rezaba el expediente, por lo que Emily no quiere ser la siguiente.

De esta forma le sirve a Lillith un té inoculado con un sedante, logrando que se duerma y aprovechando con ello para prenderle fuego a la casa, esperando así deshacerse de ella. Sin embargo, la niña aparentemente escapa sin ser herida (a partir de aquí el espectador puede preguntarse si Lillith está realmente presente o si Emily alucina con su presencia).Un agente de policía escolta a ambas hasta un lugar provisional para descansar, y conforme Emily sigue a los coches, repentinamente toma un camino diferente y conduce su vehículo velozmente, esperando asustar a Lillith, quien en su lugar la obliga a revivir su infancia, cuando su madre hizo lo mismo pero en mitad de una tormenta.

                                                     
Tal recuerdo no es real hasta que este se desvanece y Lillith se asusta por el hecho de que Emily pudiese luchar contra dicha ilusión, llevando el coche hasta un muelle donde el vehículo acaba hundido. Emily se esfuerza por dejar encerrada a Lillith (ahora en su auténtica forma demoníaca) en el maletero, intentando nadar hasta la superficie, pero el demonio le agarra el pie para que no lo consiga, si bien sale airosa cuando Lillith, atrapada, se va cada vez más hacia el fondo. Emily alcanza el embarcadero tras derrotar a Lillith, cerrando el expediente y con Edward y Margaret sanos y salvos fuera del hospital psiquiátrico.

                                                     
Hay que mencionar que había un final alternativo donde ambas eran rescatadas por un hombre que se lanzaba al agua a por ellas, con Emily abandonando el muelle en ambulancia y hablándose del incidente en un informativo que veía Margaret Sullivan. La protagonista acababa detenida y a punto de ser juzgada por el intento de asesinato de Lillith, mientras que la niña llegaba al hogar de su nueva familia de acogida. Alvart, el director, posee un cierto estilo moderno pero aquí muy malgastado porque su trama es poco original y no asusta, logrando un resultado que puede agradar a los espectadores poco exigentes del género y a los seguidores de Zellweger en particular. Para lo que tardó en estrenarse ya es demasiado, pues da poco miedo y se resuelve de forma poco inteligente.

Puntuación: 6

                                                

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