Skyfall (2012)



                                                
Si recordáis entradas antiguas sabréis que mi personaje ficticio favorito procedente del Reino Unido es James Bond, cuyas películas siempre son todo un acontecimiento. La productora Eon (Michael G. Wilson y Barbara Broccoli) lleva explotando ese filón desde 1962 y aquí por tercera vez en 23 entregas tenemos a Daniel Craig como el agente 007 junto a nuestro Javier Bardem como Raoul Silva, el enemigo al que debe enfrentarse Bond en esta ocasión. Dirigida por Sam Mendes y escrita por John Logan, incluye como tema principal la canción Skyfall,compuesta e interpretada por Adele, siendo esta entrega una producción conjunta entre MGM y Sony/ Columbia. 

             
La historia se centra en Bond investigando un ataque al MI6 de Londres, el cual es parte de una trama perpetrada por el ex agente Raoul Silva para desacreditar y matar a M (Judi Dench) como venganza por haberle traicionado.

La película contempla el retorno de dos personajes recurrentes tras su ausencia en dos entregas: Q, interpretado por Ben Whishaw, y la señorita Moneypenny, encarnada por Naomie Harris. Mendes fue contratado para dirigir justo después del estreno de Quantum of Solace (Marc Forster, 2008), al tiempo que el guionista original, Peter Morgan, tuvo que dejar el proyecto debido a que MGM estuvo en bancarrota durante dos años y la producción quedó suspendida, por lo que le sustituyeron Logan y el dúo formado por Neal Purvis y Robert Wade. En cuestión de otros dos años la cinta se estrenaría en cines tras el rodaje entre RU y Turquía, siendo la primera que ha podido verse en salas IMAX pese a no filmarse con cámaras de esta marca.

                                                 
El estreno coincidió con el 50 aniversario de la saga desde que empezase con Dr No y es una de las que ha logrado mayor recaudación en taquilla así como el hecho de ser una de las mejores de 2012 con permiso de Los Vengadores, El caballero oscuro: La leyenda renace, El Hobit: Un viaje inesperado, The Amazing Spiderman, Los juegos del hambre o Men in Black 3. La cinta fue reconocida con dos Oscar, dos BAFTA y dos Grammy, lo que la convierte en la entrega de 007 más galardonada hasta la fecha y que seguro que a su creador, Ian Fleming, enorgullecería mucho. En el reparto también están Ralph Fiennes, Bérénice Marlohe y Albert Finney.

Los agentes del MI6 James Bond y Eve Moneypenny persiguen al mercenario Patrice (Ola Rapace), quien ha robado un disco duro que contiene detalles de agentes encubiertos. Mientras Bond y Patrice luchan encima de un tren, M le ordena a Moneypenny que dispare al malvado desde lejos. Tres meses después, M se ve presionada por parte de Gareth Mallory (Fiennes), el jefe del MI6 ante el parlamento británico, para que se jubile. 007 se reúne con el nuevo Q, quien le entrega una pistola semiautomática nueva antes de partir a Shanghái para seguir a Patrice hasta un rascacielos, pero Bond es incapaz de evitar que este mate a un objetivo, aunque halla la ficha de un casino en el maletín de su rifle.

                                                           
Este objeto lleva a Bond hasta un casino en Macao, donde se topa con la atractiva Sévérine (Marlohe), cómplice de Patrice y antigua esclava sexual, a quien le pregunta si puede reunirse con su patrón. Juntos viajan a una isla abandonada frente a la costa de Macao donde son hechos prisioneros por la tripulación del yate de la chica y entregados al patrón de esta, Raoul Silva, quien antaño fue agente del MI6 bajo el nombre de Tiago Rodriguez y que ahora se ha pasado al ciber terrorismo, siendo él el autor del ataque al Servicio de Inteligencia británico. Silva mata a Sévérine pero Bond lo captura para que se rinda por su crimen contra Reino Unido, deduciendo que este quería ser atrapado como parte del plan para cargarse a M, a quien resiente por haberle comprometido por culpa de unos documentos secretos.

                                          
Bond persigue a Silva por el metro de Londres pero le pierde de vista tras un choque de vagones. El villano ataca a M en mitad de su investigación pública por su actuación durante la pérdida del disco duro, pero 007 llega a tiempo para evitarlo y ambos viajan hasta Skyfall, la finca familiar del espía en las tierras altas de Escocia en donde Bond le informa a Q y a Bill Tanner (Rory Kinnear), jefe de personal del MI6, que dejen un rastro electrónico para que Silva lo siga. Bond y M se reúnen con el guarda de coto de Skyfall, Kincade (Finney), y entre los tres instalan trampas por toda la casa. Silva llega en persona en su helicóptero con más refuerzos y arsenal, por lo que Bond envía a M y Kincade a que huyan por un escondrijo secreto hasta una capilla subterránea.

El villano le obliga a M a tomar su arma y a ponérsela en su sien, rogándole que los mate a ambos, pero Bond le clava un cuchillo por la espalda a Silva, aunque no puede evitar, como le pasó con Patrice y Sévérine, de ver a morir a su jefa por culpa de las heridas graves. En su funeral, Moneypenny le anuncia que a partir de ahora será la secretaria del nuevo M, Mallory, que también por tanto será su jefe como 007 en el MI6 británico, donde el fogonazo del ataque de Silva ha quedado permanente.

Si en Quantum of Solace nos encontramos con una pequeña obra de arte, aquí los productores Wilson y Broccoli decidieron subir el listón continuando la trama de la organización SPECTRE en este reinicio que comenzó a partir de 2006 con Casino Royale y que siguió en lo que se suponía que sería una trilogía con Craig como Bond, la cual se ha extendido. Llegó a rumorearse que esta vigésimo tercera entrega adaptaría una de las recientes novelas del personaje ahora escrito por Jeffery Deaver y que estaría ambientada en Serbia, lo cual fue desmentido por los productores, quienes tampoco confirmaban el de Skyfall para este nuevo y afligido 007, por lo que literalmente el cielo caería sobre su cabeza.

                                              
El doble sentido del título funciona perfectamente porque es aquí cuando las cosas empiezan a caldearse para Bond, concretamente cuando su cabaña del campo es destruida en una gran explosión. En otras palabras, aquí van a por todas como sucediera cuando eligieron en su día a Sean Connery para Dr No, sólo que describiendo los demonios internos del espía y siendo el final de una era para Dench como M. Lo que si era todo un secreto es que uno de nuestros actores más internacionales iba a dar vida a un ciber terrorista y estar a la altura de un Bond más grande y mejor, por lo que el villano Silva al que encarna Bardem había que dotarlo de cualidades megalomaníacas.

Un gran acierto de Mendes el ficharlo, porque es el villano perfecto, mejor sin duda que el papel que el español rechazó tiempo atrás para Minority Report, aunque hay que ponerle una pega: ese pelo teñido de rubio da más miedo que todas sus acciones como villano vengativo. Pero creemos que esto no fue premeditado, que Bardem se inspiró en el fundador de WikiLeaks, Julian Assange. 007 es el superhéroe de nuestro tiempo, pues sus escenas de acción son deslumbrantes como nunca, pero también este Bond reciente viene repleto del humor y la cordialidad clásica de la saga. Los villanos de Bond reflejan los miedos y la paranoia de su época y el bueno de Mendes incluso se permite alguna que otra licencia creativa al cambiar de raza a un personaje secundario como Moneypenny, quizás para adaptarse al presente, decisión más que respetable.

                                              
La chica Bond de turno, Sévérine, parece estar inspirada en la villana de GoldenEye, Xenia Onatopp, y es que Marlohe resulta ser igual de enigmática y hermosa que lo fuera Famke Janssen. Por su parte, Fiennes es Mallory, un ex teniente coronel del ejército británico ahora jefe del MI6 y que muchos pensamos que sería una nueva versión de Blofeld, pero el actor con formación shakespeariana y responsable de Coriolanus acabó convirtiéndose en superior de 007. La elección de Mendes respondía al hecho de que ya dirigió a Craig en Camino a la perdición y por eso ambos llevarían a Bond a otro nivel sin perder de vista lo ya demostrado en Casino Royale, desmintiendo el que reducirían la acción con el objetivo de ser nominados al Oscar por las interpretaciones.

Morgan no vio del todo su idea argumental descartada, pues de hecho la trama retiene buena parte de su premisa aunque conforme avanza la película evoluciona hasta lo que Mendes quería para su historia, lo cual se lo debemos a Logan, responsable de meter más acción junto al dúo habitual de la saga. De hecho hay hasta elementos adicionales por parte de otro guionista de última hora, el también británico Jez Butterworth. En el plano visual Roger Deakins se encargó de la fotografía tras colaborar con Mendes en Jarhead y Revolutionary Road, y de nuevo la secuencia de apertura volvió a lucir su ya clásico derroche de detallismo. En la búsqueda de localizaciones, inicialmente se barajó rodar en Sudáfrica.

Otro lugar que sonó para rodar fue India, en el ferrocarril que va de Goa a Ahmedabad, pero hubo problemas por parte de las autoridades locales (como anécdota, mencionar que el autor de Bond era amigo de la realeza de Gujarat y filmar allí hubiera supuesto un sentido homenaje). No es nuevo el que los indios pongan trabas a los de Hollywood, pues ya les pasó igual al equipo de rodaje de Misión Imposible: Protocolo Fantasma.
En Londres, el puente de Vauxhall tuvo que cerrarse al tráfico para rodarse la explosión del edificio del MI6 que está cerca de allí. Al contrario que en El mundo nunca es suficiente, donde también explotaba pero usando una réplica, aquí fue añadida posteriormente con CGI.

                                                    
El final pudo haberse rodado en Argyll, donde se encuentra el castillo escocés abandonado más antiguo de la zona, pero en su lugar se optó por la cercana Glencoe, en las tierras altas del país. Ya en la parte próxima a Estambul, se rodó en Adana para hacerla pasar por la propia capital turca y en donde unos adolescentes locales se infiltraron en plató durante la escena de la pelea que tiene Bond sobre el tren, el cual pasa luego por el viaducto de Varda, que es donde disparan accidentalmente a 007. Durante el rodaje en Turquía hubo quejas por el cierre de zonas públicas y turísticas así como presuntos daños materiales a propiedades de gran valor cultural. Además, la parte de Shanghái no transcurre realmente allí sino que se usaron lugares que parecieran chinos, como los edificios londinenses de Canary Wharf y Broadgate Tower, mientras que el casino de Macao es un decorado de los estudios Pinewood y el aeropuerto de Pudong de la ciudad china es el hipódromo de Ascot. La isla abandonada frente a Macao está basada en la de Hashima, localizada frente a Nagasaki, creada mediante la combinación de decorados y CGI. La banda sonora de Skyfall fue compuesta por Thomas Newman, quien ya colaboró con Mendes en American Beauty y Jarhead, reemplazando a David Arnold, compositor oficial de la saga desde El mañana nunca muere a Casino Royale.

Arnold se marchó a colaborar con Danny Boyle (quien dirigirá la próxima entrega de Bond) para poner música a la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos de Londres 2012. La música de Newman, junto con el tema principal de Adele llegaron a tiempo para conmemorar el medio siglo de vida del espía británico, siendo esta canción nominada al premio que acabaría ganando por ser muy original (los otros temas de la saga que en su día pudieron recibir premios fueron Solo para sus ojos, Nobody Does It Better y el de Vive y deja morir). Este giro musical a Bond le acercó en dicho apartado al de su competencia, la saga de Bourne, además de por sus dos horas y media de duración.

                                                     
Si tengo que ser muy crítico con algo en Skyfall es con el tercer acto de la película, porque lo encuentro un tanto largo y no corresponde mucho con los dos primeros en su ímpetu, está por debajo de ambos y es un defecto habitual en esta clase de filmes, que si bien es de los que siempre nos morimos de ganas por ver tienen ese fallo que le resta vivacidad a la trama. Digamos que hasta Bond tiene su momento a lo El caballero oscuro, era inevitable pero Mendes lo supo llevar con elegancia en una y otra dirección, con un Craig renovado y más curtido, volviendo a ser de nuevo el mejor, pues los modales hacen al hombre, no solo su traje.

Puntuación: 7,5

                                  



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