Pánico nuclear (2002)
27.000 armas nucleares
y una ha desaparecido
Suspense
y espionaje en esta película dirigida por Phil Alden Robinson,
basada en la novela homónima de Tom Clancy y que está ambientada
en la saga de Jack Ryan, siendo un reinicio que tiene lugar en
2002. El personaje lo interpreta un tercer actor, más joven que sus
anteriores encarnaciones, Ben Affleck, si lo comparamos con La
caza del octubre rojo, que protagonizó Alec Baldwin, así como
sus continuaciones, Juego de patriotas y Peligro
inminente, ambas protagonizadas por Harrison Ford. La trama
narra como un neo nazi austriaco conspira para impulsar una
guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia, para que así este
pueda establecer un super estado fascista en Europa.
Después
de que los científicos neo nazis construyan un arma nuclear
secreta que destruye Baltimore y de que un oficial del ejército
ruso pagado por los propios terroristas ataque un portaaviones
estadounidense, las super potencias internacionales se ven
empujadas a las puertas de una tercera guerra mundial. El analista
de la CIA Jack Ryan (Affleck) es la única persona que se da
cuenta de que la bomba de Baltimore era un arma del mercado negro y
no una rusa. A contrarreloj, Ryan tiene que encontrar un modo de
detener la inminente guerra nuclear. Paramount volvió a encargar
al productor dueño de los derechos, Mace Neufeld, una nueva entrega,
esta vez con banda sonora de Jerry Goldsmith.
En
1973, durante la guerra de Yom Kipur, un avión israelí Douglas A-4
Skyhawk transporta un arma nuclear, pero de repente es derribado; 29
años después, un chatarrero sirio descubre una enorme bomba sin
explotar enterrada en un campo de los Altos del Golan, por lo que
la vende en el mercado negro sudafricano a un traficante de armas
llamado Olson (Colm Feore), quien la reconoce y determina que
es una bomba nuclear que se perdió durante la guerra. Este a su
vez la revende a un grupo de extrema derecha liderado por un
multimillonario austríaco y confeso neo nazi llamado Richard
Dressler (Alan Bates) , cuyo objetivo es iniciar una guerra
nuclear entre Estados Unidos y Rusia, que como estrategia busca
armarlos y que se maten entre ellos. Como legado dejaría una
Europa unida bajo el fascismo y así dominaría el mundo.
El
analista de la CIA Jack Ryan es convocado por el director de la
agencia, William Cabot (Morgan Freeman), para que le acompañe
hasta Rusia y se reúnan con el presidente Alexander Nemerov
(Ciarán Hinds). En Moscú, Cabot y Ryan tienen permiso para
examinar una instalación de armas nucleares rusas según ordena
el START 1 (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas).
Ryan se ha percatado de que hay tres científicos ausentes en la
lista de de plantilla de la instalación, por lo que Cabot envía a
su otro operante, John Clark (Liev Schreiber) , hasta su
posición para que investigue, localizando a los científicos
desaparecidos en un antiguo laboratorio de las fuerzas armadas
soviéticas en Ucrania, del que Cabot sospecha que están
construyendo un arma nuclear secreta que Rusia podría usar sin
forma de ser localizada .
Ryan
y sus compañeros perciben que una caja de la instalación en
Ucrania fue llevada por vía aérea hasta las Islas Canarias y
luego hasta Baltimore en un carguero. Ryan advierte a Cabot, quien
asiste en ese momento a un partido de fútbol americano en dicha
ciudad junto al presidente de EEUU, Robert Fowler (James
Cromwell) , de la amenaza de bomba. El presidente es evacuado
antes de que la bomba detone, pero toda la ciudad es destruida. La
situación se intensifica cuando un general corrupto de la fuerza
aérea de Rusia que ha sido pagado por Dressler envía un
bombardero Túpolev para que ataque un portaaviones en el Mar del
Norte. Ryan sabe por medio del equipo de evaluación de la
radiación que el isótopo trazador de la explosión nuclear
precisa que ha sido fabricado en la planta de energía nuclear de
Savannah River, en Carolina del Sur, en 1968.
Esta
prueba parece absolver a los rusos, mientras que en Siria Clark
localiza a Ghazi, uno de los hombres que halló la bomba y que ahora
agoniza por la exposición a la radiación, contándole a Clark que
vendió la bomba a Olson, quien reside en Damasco. Los compañeros de
Ryan en la oficina de Langley (sede de la CIA) se infiltran
en el ordenador de Olson y se descargan archivos que implican que
Dressler es la persona que compró el plutonio y el perpetrador
del atentado de Baltimore. Ryan consigue llegar hasta El Pentágono
y mandar un mensaje dirigido a Nemerov, diciendo que sabe que Rusia
no estaba tras el ataque y pidiéndole que repliegue a sus ejércitos
como muestra de buena voluntad. Nemerov
está de acuerdo al igual que hace el presidente Fowler, mientras
que los participantes en la conspiración, incluido Dressler, son
asesinados. Ambos líderes anuncian nuevas medidas para
contrarrestar la proliferación nuclear en un discurso conjunto en
la Casa Blanca, con Ryan y su prometida, la doctora Catherine Muller
(Bridget Moynahan), entre los asistentes.
Tras
el estreno de Peligro inminente en 1994, se estuvo
desarrollando durante un año la siguiente producción en la que
volviese a figurar Jack Ryan, tomando de nuevo como referencia otro
libro de Clancy, El cardenal del Kremlin. Sin embargo, el
material en cuestión era tan complicado de adaptar que el productor
Neufeld acabó haciéndose con los derechos de Pánico Nuclear.
Ford también lo anunció y por entonces Akiva Goldsman
comenzó a redactar posibles borradores para el guion de dicha
adaptación, pero sin embargo tanto el actor como el director
Phillip Noyce no seguirían vinculados al proyecto, así que
Affleck entró mediante la firma de un salario de 10 millones de $
que contemplaría un reinicio en el personaje hasta sus años mozos.
El
nuevo Ryan recibió la oferta para dar vida a su personaje mientras
filmaba con Baldwin Pearl Harbor, dando lugar a que luego se
firmase al director, Robinson. El libro volvió a sufrir enormes
cambios en su traslado a la pantalla, ignorándose que los
terroristas originales eran nacionalistas árabes y aquí son neo
fascistas europeos, algo que nunca debe entenderse como reacción a
los atentados del 11 de septiembre de 2001, pues el rodaje concluyó
en junio de aquel año. La trama argumental es básicamente la misma
que en la novela y Alden Robinson justificó dichos elementos como
relativos, pues probablemente los terroristas árabes no podrían
lograr lo necesario para que la historia funcionase.
En
el libro, los terroristas recibieron ayuda significativa de
diferentes elementos en la República Democrática Alemana, un país
que debido a la Reunificación dejó de existir antes de que la
novela fuese incluso publicada. El cambio supuso que los musulmanes
ya no apareciesen como villanos y así se rebajase la tensión
existente entre los americanos en su relación con los islámicos.
Además, ya era un estereotipo muy usado el que todos los árabes
fuesen retratados como terroristas, así que la inspiración para
sustituirlos la llevó a cabo el guionista definitivo para esta
entrega, Paul Attanasio, quien se percató de lo mucho que se hablaba
en Austria de Jörg Haider, un político crítico con el Islam y
populista dentro de la extrema derecha por su carácter ultra
nacionalista y antisemita.
La
cuarta entrega de esta exitosa saga de Jack Ryan con Affleck y
Freeman al frente llevó a que Paramount rodase principalmente en
Montreal, sobre todo las escenas del partido de fútbol americano,
filmadas en el Estadio Olímpico, y en Ottawa, todo ello en Canadá.
Es un filme que pone a prueba al público en general, aunque en lo
particular a los espectadores estadounidenses, en el umbral de las
tramas posteriores al 11-S, con lo que la polémica está asegurada
sea cual sea la ideología y actitud frente al terrorismo que tengan.
Hay en la película algunos efectos especiales tan aterradores
que no describiré porque su inesperada aparición tienen
precisamente ese efecto, dar miedo.
Un
thriller hábil y bien hecho que gana un peso importante debido al
actual panorama político mundial. La actuación de Affleck
simplemente delinea un papel en el que por entonces el actor aún
necesitaba madurar y que Ford perfiló sin esfuerzo y con autoridad,
lo cual hace que por momentos resulte difícil de seguir, como por
ejemplo ese momento vergonzoso en el que el estadio donde se juega
el partido de fútbol americano es bombardeado como si eso resultase
un espectáculo digno de contemplar, un apocalípsis inverosímil
sin profundidad ni relevancia, eclipsado por la suma de nuestros
temores. Freeman al menos le ha dado al personaje de William Cabot
una validez necesaria para la trama.
Por
otro lado, el uso de neo nazis se nota que es cosa de la corrección
política, ya que es mejor inventarse villanos que no puedan
ofender a los espectadores más susceptibles. Jack Ryan es un héroe
de una sola pieza dispuesto para la acción que en una Baltimore
devastada por la bomba demuestra ser un tipo improbable y muy
oportuno para la situación. Sus compañeros políticos actúan de
forma benevolente en el filme, pues cuando el presidente y sus
consejeros aplican la fuerza lo hacen más con el corazón para
demostrar disuasión con la esperanza de que así podrán frenar a
los rusos. Nunca aplican una violencia excesiva y finalmente acaban
teniendo éxito, eso sí, con ayuda de Ryan, para evitar el
conflicto.
En
definitiva, la película se recrea en mostrar todos los grandes
poderes ocultos de la agencia de seguridad estatal nacional
estadounidense a nivel global junto a sus aliados, o lo que es lo
mismo, el nuevo orden mundial existente desde 2002.
Puntuación:
6
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