Drive (2011)

                              Algunos héroes son reales

                                   
Neo- noir policíaco que en este caso degenera en todo un baño de sangre al ser dirigido por Nicolas Winding Refn, a partir de un guion escrito por Hossein Amini. El reparto lo encabezan Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Christina Hendricks, Ron Perlman, Oscar Isaac y Albert Brooks. La película trata de un especialista de cine de Hollywood sin nombre que de noche trabaja como conductor para atracadores y que se ve atraído por su vecina, cuyo marido le debe dinero a unos mafiosos locales. A partir de ahí se ve inmerso en un profundo y peligroso submundo criminal. Esta es quizás la consagración para su director, que hasta ese año sólo era conocido dentro del ámbito de festivales independientes.

                                                             
Hoy Winding Refn se codea a la altura de genios como los Hermanos Coen por recuperar un estilo que no se veía desde hacía tiempo, deudor de Polanski o Scorsese, siendo de lo más selecto que puede encontrarse entre cineastas europeos que trabajan a nivel internacional. Los secundarios en esta historia tienen mucha relevancia, pero evidentemente su protagonista destaca con luz propia. Ese conductor sin nombre (Gosling) trabaja como mecánico, doble cinematográfico y especialista de riesgo, a la vez que como chófer de alquiler para atracadores. Su jefe en todos esos puestos es el mismo, el gerente de un taller de automóviles llamado Shannon (Cranston), quien persuade a unos criminales judíos, Bernie Rose (Brooks) y Nino (Perlman), para que adquieran un coche que El Conductor pueda conducir.

                                                        
Este además conoce a su nueva vecina, Irene (Mulligan), con la que se hace íntimo tanto de ella como de su hijo, Benicio. El marido de Irene, Standard Gabriel (Isaac), está en prisión, pero tras salir de allí Irene le pregunta al conductor si puede visitarles. Standard debe dinero por extorsión, una deuda contraída durante su tiempo en la cárcel, de ahí que reciba una paliza de manos del mafioso albanés Cook (James Biberi), quien le recuerda que robó en una tienda de empeños y que de esta forma tiene que pagar 40.000 $ para saldar su cuenta. Cook le entrega al pequeño Benicio una bala como símbolo de que él y su madre están en grave peligro. El Conductor, preocupado por la seguridad de Irene y el niño, ofrece sus servicios.

                                                       
Ejercerá como chófer durante la planeada huida tras el atraco a la casa de empeños, pero les sale el tiro por la culata después de que Standard reciba un disparo y sea asesinado por el dueño mientras que el Conductor le espera junto a la cómplice de Cook, Blanche (Hendricks). Ambos escapan tras una intensa persecución en coche seguidos por un misterioso adversario, ocultándose en un motel, donde descubre que la bolsa contiene un millón de dólares y que tanto Blanche como Cook planeaban recuperar el dinero junto al coche que les perseguía. Dos de los hombres de Cook emboscan a ambos en la habitación, matando a Blanche antes de que el Conductor se disponga a cargárselos (al primero lo apuñala en el cuello).

                                                       
Tras usar el palo de una cortina como arma letal, el protagonista simplemente dispara al segundo matón hasta dejarlo muerto. En el taller, Shannon le propone ocultar el dinero, pero el Conductor rechaza esa idea y se va a la caza de Cook hasta un club de strip tease, donde le revienta sus dedos con un martillo y le amenaza con matarlo mientras le hace tragar la bala que le dio a Benicio. Cook revela que Nino estuvo todo el tiempo detrás del atraco, así que el Conductor decide devolver el dinero, pero Nino se niega a aceptar la oferta y en su lugar envía a un francotirador al bloque de apartamentos donde vive el protagonista. Entrando en el ascensor con Irene, el Conductor da con el pistolero .

                                                          
Mientras besa a Irene, golpea brutalmente al sicario hasta matarlo, por lo que la chica sale del ascensor horrorizada y estupefacta. En su pizzería, Nino revela a Bernie que el dinero se guardó en la tienda de empeños a recaudo de un mafioso de poca monta de Filadelfia, es decir, de una familia del crimen organizado de la Costa Este, por lo que todo sujeto vinculado al atraco puede llevar directamente a toparse con La Cosa Nostra y si hace falta estos se cargan a quien haga falta, sólo con haber estado involucrado. Bernie advierte a Nino que nadie le roba a la mafia italoamericana, y este se enfada porque lo han marginado e insultado debido a su origen judío.

                                                   
Este convence a Bernie de que siga su plan, así que mata a Cook al ser el único testigo de su acuerdo. Después de que Shannon rechace divulgar el paradero del Conductor, Bernie también lo despacha en el taller con una navaja. Nuestro protagonista, disfrazado con una máscara de látex de su trabajo como especialista, sigue a Nino desde la pizzería hasta la Ruta Estatal de California 1, donde colisiona contra el coche de este hasta precipitarse a la playa, donde le persigue desde los restos del auto hasta el mar para acabar ahogándolo. Llama por teléfono a Irene y le cuenta que se marcha y que haberla conocido a ella y a Benicio ha sido lo mejor que le ha sucedido nunca.

                                        
El Conductor va al encuentro con Bernie, quien promete que Irene estará a salvo a cambio del dinero, que se lo entrega pese a que intenta matarlo apuñalando al protagonista en el estómago, pero en respuesta es Bernie quien recibe la puñalada letal, marchándose de allí a toda prisa en el coche y sin llevarse el dinero. Irene llama al apartamento del Conductor pero no obtiene respuesta, finalizando la película con este perdiéndose al volante en la noche. El conductor ha dejado una huella intrigante, ha sido un personaje que raramente se ve hoy día porque tenía un propósito, era el mejor haciendo su trabajo y no pedía disculpas por ello. Su coraje demostrado recuerda a los anti héroes que encarnase Steve McQueen.

Con Clint Eastwood ya retirado de la actuación de este tipo de referentes, se contrató a un guionista de prestigio como Amini (Tiro mortal, Shanghai), quien decidió mostrar la trama desde los ojos del conductor y sin recurrir a los ya habituales saltos temporales que provocan los flashbacks, por lo que la narración es lineal. En un principio el director elegido fue Neil Marshall (Dog Soldiers, The Descent, Doomsday, Centurión), un nombre ideal para recrear el misterio y la acción de la historia criminal ambientada en LA. Pudo haber sido un vehículo de lucimiento para Hugh Jackman y hasta Universal mostró interés en producir, pero con Gosling a bordo entró el director danés.

Refn leyó el guion y de inmediato se vio intrigado por el concepto de un hombre con personalidad múltiple, es decir, un especialista de riesgo de día y un conductor para criminales de noche, más que por la historia en sí. Además, ya tocaba ver a Gosling hacer una de acción y con un personaje fuerte y que a la vez tuviese gancho romántico. También es un tipo que ha visto muchas películas y que ha empezado a confundir su vida con la ficción, está perdido en la mitología de Hollywood y se ha convertido en una amalgama de todos los arquetipos que admira. Mulligan fue la siguiente tras destacar en su actuación en An Education, donde también estuvo a las ordenes de una cineasta danesa, Lone Scherfig.

Su Irene en inicio iba a ser latina y se llamaría Irina, según el borrador de Amini. Cranston hace de Shannon y es un papel que logró gracias a su popularidad por Breaking Bad . El de Hendricks es un rol breve y en principio estaba pensado para alguna actriz porno, pero no puede negarse que la bella pelirroja encajó mejor de lo que se esperaba. Isaac da vida a un arquetipo de convicto latino que es mucho más de lo que puede parecer a simple vista. El escenario del centro de Los Ángeles ya no es aquel decadente lugar que conocemos por la televisión y el cine del siglo pasado, ahora hay nueva vida y no es tan sombrío como solía ser, ni siquiera de noche.

La escena del ascensor es pura poesía visual y nos recuerda a otra vista en una historia igual de violenta, en este caso de Gaspar Noé, Irreversible, mientras que las tomas a bordo del coche resultan auténticas por usar métodos tradicionales en lugar de CGI para recrear las rutas del Chevrolet Malibu. El taller mecánico que sale es auténtico y tiene un estilo muy ochentero, como muchos de los edificios de la ciudad, recreados con estuco en la zona angelina de Bunker Hill. Por estilo también hay que mencionar que realmente no hay mucha conducción salvo un par de escenas de persecución, que todo gira en torno a las cuestionables decisiones de los conductores.

Hay mucha inspiración clásica en esta película, basta con recordar Bullit, otra historia de un golpe que sale mal, un tributo al subgénero automovilístico, que estudiando a sus personajes examina temas como la lealtad, la soledad y la oscuridad que impulsa ese despertar que surge cuando llegamos al límite para suprimirlo. Combina cine negro y serie B como ya hicieran David Lynch en Mulholland Drive o Quentin Tarantino en Pulp Fiction, pero también recuerda a la obra de Walter Hill, John Carpenter, Michael Mann, JG Ballard o Alejandro Jodorowsky, un neo-noir artístico con elementos de explotación a lo Robert Rodriguez. Incluso la escena del ascensor tiene algo de un género que aquí no esperas.

Personalmente veo en esa secuencia la presencia de las películas de superhéroes, no quizás los de los cómics, pero si originales como El protegido o Hancock , claro que es inevitable para un aficionado como yo compararla con los momentos más violentos del Iron Man que abrió el Universo Cinematográfico de Marvel o con la trilogía de El caballero oscuro de Christopher Nolan. La forma en la que mata El Conductor al villano es digna de Lobezno en cualquiera de las películas de X-Men. Películas de culto de los 70 y 80 también aparecen homenajeadas, desde Como plaga de langosta a Vivir y morir en Los Ángeles,mientras que la secuencia de apertura está inspirada en la de Risky Business.

La parte romántica parece sacada de cualquier título de John Hughes, presentando un cuento de la infancia y del hogar donde El Conductor protege a los buenos y a la vez mata a los degenerados de forma violenta, a quemarropa y luego tomando la carretera asfaltada en dos direcciones, bien para conducir a un ladrón o bien para acabar con este, una moral ambigua, y ahí por ejemplo influye mucho la obra de Hill. El Conductor es el Hombre sin nombre contemporáneo, el Eastwood al que apodaban Manco por hacerlo todo con la zurda salvo disparar, el Señor Ninguno de los westerns de Sergio Leone, poca conversación, todo gestos y miradas y en su radio oyendo pop sintetizado.

No lleva poncho como el pistolero, sino una chaqueta con un escorpión estampado inspirado en el logotipo de los Kiss, su armadura y su signo de protección, referencia a la fábula del escorpión y la rana, llevada al cine por Orson Welles en Mister Arkadin. La música electrónica que acompaña su banda sonora fue compuesta por Cliff Martinez, conocido por ambientar de manera igualmente etérea la conocida Sexo,mentiras y cintas de vídeo, emulando el estilo Europop clásico que puede oírse en el tema de apertura, Nightcall, del músico francés Kavinsky, o en los de Johnny Jewel, Chromatics, Chvrches, Banks, Bastille, Eric Prydz, SBTRKT, Bring Me the Horizon, The 1975 y Laura Mvula.

Hay cineastas como Terrence Malick que te cuentan en imágenes el nacimiento del cosmos (El árbol de la vida) o como Lars von Trier, que hace lo propio con el fin del mundo (Melancolía), pero Refn sabe lo que le gusta al público sin renunciar a su condición de autor y prefiere mostrar la extrema violencia del ser humano con esa hipnótica escena en la que a un tipo le aplastan la cabeza en el interior de un ascensor con una estética que simula un videoclip y con el chico de aspecto tranquilo que vimos en Los idus de marzo. La dirección de Refn, el duelo entre Gosling y Brooks, la banda sonora de Martinez, el estilo visual y las secuencias de acción son loables frente al poco atractivo que casi repele de su violencia.


Esa mezcla hiper estilizada de violencia, música e imágenes impactantes representa una visión completa que el realizador tiene del género, razón por la cual cayó en la sombra de los reconocimientos más importantes en detrimento de las multi premiadas The Artist y Los descendientes. Esta es una magnífica muestra de trabajo sucio en el que un virtuoso como Refn conjuga lo duro y lo tierno con una habilidad asombrosa que mereció al menos una candidatura a mejor director más allá de los festivales, pura adrenalina para los sentidos, una vez que la ves, quieres repetir. Una gran demostración de que si hay verdadero talento tras la cámara, el entretenimiento y el arte no son enemigos, sino aliados.


                                        
Las secuencias de conducción están rodadas y montadas con precisión quirúrgica y el manejo de la violencia y el romance entre Gosling y Mulligan apenas se pisan. Y la actuación del Brooks como villano es sensacional, cargada de humor negro y amenaza silenciosa, como cuando toma la navaja, otra muestra de que aquí había material para ganar muchos Oscar. El director danés, que venía de firmar la desgarradora Bronson, aprovechó la oportunidad de trabajar en EEUU y desde entonces se asocia su nombre a cine llevado hasta límites delirantes, un extranjero apasionado de la impronta ochentera que se gradúa con honores. Un grafismo y un lenguaje visual con el que el bueno de Nicolas es único.

Puntuación: 7,5



                                              



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