La temporada de la bruja: The Descent (2005)

          La película más escalofriante rodada en la Tierra


                                                 
Aventura  y terror en este clásico moderno del cine, escrito y dirigido por  Neil Marshall, donde se sigue a seis mujeres que tras haber entrado  en una cueva  inexplorada quedan atrapadas  y  luego se convierten en  presas de humanoides  troglobios  devoradores de carne. Se filmó  en el Reino Unido, con escenas en exteriores  de Ashridge, Buckinghamshire y  Hertfordshire. Debido a que el equipo de rodaje  consideró demasiado peligroso y  prolongado  grabar en una  auténtica cueva, las escenas interiores  se filmaron en decorados  construidos en  los estudios Pinewood, cerca de  Londres. Tuvo una secuela en 2009.

De vuelta tras   hacer  un descenso por los rápidos de un rio con sus amigas Juno (Natalie Mendoza) y  Beth (Alex Reid), Sarah (Shauna Macdonald), junto a su marido  Paul (Oliver Milburn) y la hija de ambos,  Jessica,  se ven envueltos  en un accidente de coche  cuando el hombre  está distraído. Paul y Jessica fallecen en el acto, pero Sarah sobrevive. Un año después,  Sarah y sus amigas  Juno, Beth,  Sam (MyAnna Buring), Rebecca (Saskia Mulder) y la  recién llegada  Holly (Nora-Jane Noone) se reúnen en una cabaña  en  los Apalaches de  Carolina del Norte. Mientras practican la espeleología,  Juno se disculpa  ante Sarah  por no haber estado junto a ella  tras el accidente.

Sarah se muestra distante  mientras el grupo camina a través de un pasaje que acaba  derrumbándose a sus espaldas y por tanto atrapándolas. Tras una  intensa discusión,  Juno admite que condujo al grupo  hacia un sistema de cuevas desconocido  en lugar de otro  que ya estaba completamente explorado, tal y como originalmente habían planeado, por lo que el rescate  es imposible debido a esta circunstancia. Entonces le cuenta a Sarah  que las llevó a  una cueva  desconocida  con la esperanza de  restaurar su relación amistosa, por lo que Sarah  la  desprecia. Conforme el grupo  avanza,  descubren equipo de escalada  de una expedición anterior y una señal en la cueva  que sugiere que existe una salida.

Holly, creyendo  ver la luz del día,  corre a toda prisa la primera pero se cae por un agujero  y se parte la pierna. Mientras las otras la ayudan, Sarah vaga por separado  y observa una criatura  humanoide y pálida (hasta los créditos no descubriremos que se llaman  rondadores), bebiendo de una charca  antes de  corretear fuera del lugar. Después, el grupo  llega hasta una  guarida llena de huesos de animales y allí son atacadas repentinamente  por un rondador. Holly resulta herida otra vez  y su atacante se la lleva  hasta acabar con ella.  Sarah acaba noqueada  tras precipitarse por una cascada  y Juno apuñala accidentalmente a  Beth en el cuello tras confundirla  con un rondador.

Sarah se despierta  en otra guarida, llena de  cadáveres humanos  y animales, donde contempla  como el cuerpo de Holly  está siendo devorado por  un rondador. Juno descubre señales que apuntan  a un sendero especifico  a través de las cuevas, y tras reagruparse con  Sam y Rebecca y aprender los métodos de caza  de los rondadores, les cuenta que las señales  que ha descubierto podrían  marcar  el camino al exterior, aunque  añade que  no saldrán hasta encontrar a Sarah, que mientras tanto ha dado con Beth, la cual le cuenta que   Juno la hirió  y la abandonó, revelando además que  aquella tuvo un lío  con Paul antes de morir.

                                       

Dolorida,  Beth le pide a Sarah que se apiade de ella y que la mate, lo cual hace sin rechistar , aplastándole la cabeza con una piedra enorme. Luego se encuentra  con una familia de rondadores a los que logra cargarse  y por lo que queda cubierta de sangre en el proceso, ocasionándole  un brote psicótico. En otro lugar,  Juno, Sam y Rebecca  son perseguidas por un numeroso grupo  de rondadores, siendo las dos últimas las victimas fatales mientras que  la primera logra escapar y encontrarse a Sarah, mintiéndole acerca de  haber visto morir a  Beth. 

Tras derrotar a otro grupo de rondadores, Sarah se enfrenta a Juno, revelando que sabía  que hirió a Beth  y que la dejó muerta, así como lo de la aventura amorosa. A continuación golpea  a Juno en la pierna  con un  pico y la deja morir  para que la pille un grupo de rondadores que se acerca. Sarah entonces cae  por un agujero y  se queda inconsciente. Al despertarse trata de huir de la cueva  y de correr al coche, acelerando el vehículo. Nada más ver a Juno en el asiento del copiloto, Sarah grita de pánico y se despierta de nuevo  para encontrarse aún en la cueva, revelándose en un giro sorprendente que lo sucedido  en su anterior despertar era todo un sueño. Finalmente alucina viendo a una sonriente Jessica a su lado mientras los gruñidos  de los  rondadores van aumentando, en un  acto final similar a los relatos de Ambrose Bierce o  Arthur  Conan Doyle.

Este final por tanto hace que su secuela parezca innecesaria, pues la escena  donde Sarah  alucina  con su hija  llevando  la tarta de cumpleaños encendida  cerraría la trama, pero la   aparición de Juno en el coche hizo que  la siguiente película partiese de dicho suceso, ignorando que fuera un sueño. Cuando la anterior película de Marshall, Dog  Soldiers (2003), obtuvo un éxito moderado,  el director recibió numerosas  propuestas para dirigir  otras cintas de terror. El cineasta  inglés  se mostró inicialmente  receloso de  encasillarse en el género  pesé a que acordó  hacer este filme  enfatizando  que este iba a ser muy diferente de su debut.

Marshall decidió reclutar  solamente a mujeres  en los papeles principales, yendo en contra  del plan original de un reparto mixto de  actores y actrices.  Las películas de terror  casi nunca habían tenido  elencos cien por cien femeninos. Desafiando a la convención, Marshall  les dio protagonismo a las féminas  para evitar que cayeran en el estereotipo, solicitando consejo  básico a colegas del gremio, directoras sobre todo.  La diferencia consistía  en que las mujeres  discuten sobre cómo se sienten en tal situación, cosa que los soldados de  Dog soldiers nunca hicieron. También dotó a los personajes de  diferentes tonos vocales  que permitiesen al público  diferenciar a cada mujer  y establecer una sensación de cosmopolitismo  más allá  de la identidad británica de  Dog soldiers, acercándose más al HG Wells de La máquina del tiempo o a La bestia en la cueva de Lovecraft.

Craig Conway fue el segundo actor registrado en el reparto, dando vida a  uno de los rondadores de la cueva. Aunque The Descent  estaba ambientada en Norteamérica,  la película se rodó enteramente en  el Reino Unido. Los exteriores se filmaron en Escocia y los interiores en decorados  construidos en las instalaciones londinenses de Pinewood.  La cueva se montó allí  porque sería peligroso y llevaría muchísimo tiempo  rodar en una cueva auténtica. Cada pieza  se reusaba con cuidado, por lo que el equipo  limitaba la iluminación  que cada personaje llevaría consigo a la cueva, sobre todo en las linternas de los cascos, detalle documentado como si fuera  en el lugar real.

                                       
Marshall citó películas como La matanza  de Texas, La  cosa o Deliverance  como influencias  a la hora de establecer tensión  en  The Descent, elaborando  lenta y verticalmente  esa paranoia , al contrario que en otras  películas de terror americanas de las que se ven ahora. Pasados once minutos, en muchas cintas del género actual ya  te muestran con poco tiempo transcurrido todo cuanto tienen y  ya luego no va a más. La intención de mostrar esas cosas terribles  en la cueva se toma su momento y de hecho se presenta  de forma tenebrosa, subterránea y  claustrofóbica.  Y cuando parece que la cosa no puede empeorar,  se agrava todavía más.

Marshall dijo en su día  en el festival de Venecia  que también se inspiró  en antiguas  obras del género del cine  italiano, particularmente en   las de  Dario Argento y  Lucio Fulci.  Simon  Bowles  diseñó las mazmorras  de las cuevas  para  The Descent, hermosamente diseñadas  para invocar  un mundo de tinieblas subterráneas, un total de 21 decorados diferentes creados usando un sistema único de material que simulaba la roca. La producción además  compitió  contra una película americana  de mayor presupuesto  y con premisa similar,  La caverna maldita, estrenada en España en 2006,  cinco meses después que esta.

Como ya escribí antes,  Sarah escapaba  de la cueva y veía a Juno, pero originalmente  no regresaba de vuelta bajo tierra. Un final con polémica al dar una falsa esperanza  a un viaje visceral  y que al aproximarse a su conclusión te ha dejado agotado. Marshall, como director, tenía  numerosos y posibles finales  en mente  al rodar su película  y por tanto estaba abierto a  hacer un giro radical. De hecho, el cineasta británico  comparó ese cambio en el desenlace con  el de la cinta que consagró a  Tobe Hooper, preguntándose retóricamente  ¿ el hecho de que ella escape no es de por sí  un final feliz?

Sea como fuere,  el final original  con Sarah despertando  de nuevo en la cueva  y viendo a su hija muerta  y rodeada de rondadores es uno de mis finales favoritos en la historia del cine de terror. Los homínidos surgidos de la mente de Marshall  que se encuentran las mujeres  en la película  son como  hombres de las cavernas  que han permanecido bajo tierra durante milenios, han evolucionado  en ese entorno todo ese tiempo  y por tanto se han  adaptado perfectamente a  desarrollarse en la cueva. Han perdido su visión, han afinado su oído  y su olfato  y se mueven como nadie en la más absoluta oscuridad.

Son además expertos escaladores y pueden subirse  a cualquier formación rocosa vertical, porque ese es su mundo. El diseño de los rondadores se ocultó a las actrices  y no se les reveló  hasta las escenas en que se los encuentran, para facilitar la  tensión natural. Marshall  lo primero que hizo fue escoger  una cueva oscura  como escenario  para su segunda película de terror, decidiendo luego añadir  el elemento de los rondadores, descritos por el director de The Descent como  seres que pudieran atrapar a las mujeres, casi humanos pero no del todo.  Los rondadores fueron representados como cavernícolas  que nunca abandonaron sus cuevas y que evolucionaron en las tinieblas.

El cineasta inglés  incluyó madres  y niños  en la colonia de criaturas, definiendo su visión como algo más verosímil  que hacer que parecieran monstruos clásicos. Si hubieran sido todos machos  no habría tenido sentido, por lo que se creó este contexto más realista, fiero  y primitivo, una especie  cuyo hábitat está bajo tierra pero que tenían que poseer cualidades humanas, no parecer alienígenas, porque los humanos  dan mucho más miedo. Bowles  empezó diseñando a los rondadores  con ojos saltones  y aspecto animal, cambiando luego a una apariencia más humana, originalmente de piel intensamente blanca, como  larvas.

También iban a ser fosforescentes, pero el efecto era tan luminoso  y reflectante en un decorado oscuro que  al final  se descartó y por eso parecen mezclarse con la tenebrosidad de la cueva. Respecto a la reacción del reparto, Mendoza  declaró que al ver la sorpresa que les tenía preparada el director casi se orinó en los pantalones del susto y que salió corriendo, luego riendo histérica  para ocultar el hecho de que estaba acojonada, por lo que no hubo escena en la que no estuviera incomoda con los actores  maquillados.  Los rondadores regresaron en  la segunda parte de  The Descent, producida por Marshall pero ya sin él tras la cámara.

La capacidad de camuflarse de estos  mejoró  al tener otra tonalidad en sus pieles, dando mejores sustos y con ferocidad innata  y mucho más deformes, con filas de dientes  dobles como las de los tiburones para  arrancar la carne. Los rondadores por general siempre son ciegos, gruñen, no salen de su cueva  y parecen hermanos mayores de  Gollum, la creación de  Tolkien para  El  hobbit y El señor de los anillos,  cruzados con los vampiros segadores de  Blade II. Evolucionaron  para adaptarse a su entorno,  con orejas de murciélago  para canalizar su oído super desarrollado.

Los rondadores son  sexualmente dimorfos, varían  externamente en su forma  entre machos y hembras de una misma especie. Los varones son calvos  y las féminas  poseen un pelaje más denso y oscuro  en sus cabezas. Son cazadores nocturnos  que  surgen de sus cuevas  para atrapar a sus presas  y recolectar  sus restos como botín  en las paredes de las cavernas.  La película  tuvo la mala fortuna de coincidir en el tiempo de su estreno británico con  los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, por lo que la distribuidora Pathé  retiró todos los carteles anunciadores del metro de la capital inglesa.

Cuando al fin pudo estrenarse,  esta claustrofóbica historia de seis mujeres  que se topan con algo bastante desagradable  en su excursión  por una cueva  me pareció una de las mejores  películas británicas  estrenadas aquel año, aun incluso estando presente  los atentados del 7-J y ser por tanto poco adecuado alabar un filme de terror que se queda corto comparado con el horror provocado por aquellos terroristas cobardes. Con una dirección hábil  y unas sólidas interpretaciones de todas y cada una de sus actrices,  The Descent es una cinta terrorífica  claustrofóbica  y fascinante. 

Con poco presupuesto y unas hermosas vistas de Escocia, su director, Neil Marshall,  ha creado magistralmente  una pesadilla  que nos quita las ganas de practicar la espeleología, con una doble lección  persuasiva sobre la meditación en la moralidad humana, la venganza y   la profundidad  hasta la que podríamos llegar con tal de  sobrevivir. Desde luego era  la película de terror más fresca y emocionante que podía verse para cerrar el verano y que más esperé durante meses, tal vez años. Un óptimo entretenimiento terrorífico para cuanto he visto en los últimos tiempos, indiscutible y agradablemente dicho queda.

Su atmosfera tintineante y claustrofóbica es puro nervio, aunque   se le perciben matices  sexuales  al tener todo un reparto femenino  exhalando  dificultosamente  su aliento  como si tuviesen orgasmos  en vez de agotamiento por el esfuerzo y los sustos y con toda su ropa sudada, por el mismo motivo.  La película delega en una suposición  sobre quien sobrevivirá dentro de toda la  galería  surgida de alguna pesadilla del propio  Marshall, lo cual es alabable al generar sustos  que funcionan mejor que en otros filmes de terror, con el experimento de  añadir dimensión  a los personajes de las chicas, que no han tenido mejor momento para lucirse en sus carreras que en esta cinta.

Resumiendo, uno de los imprescindibles y  escalofriantes de la pasada década que todavía sigue teniendo su vigencia, la más pura clase de terror  despiadado, implacable y que no se apiada de nada ni de nadie. Si debiera ponerle algún punto débil  sería el  pequeño fallo del director de no ahondar en su guion al respecto de  la evolución de las criaturas, cuyos chasquidos y aullidos que usan para comunicarse y  localizarse entre sí  los hace aún más alienígenas si cabe. Esa alteridad  les permite a los humanos  mutilarlos  sin parecer demasiado  asquerosos para solidarizarnos con ellos.

De hecho, si se hubiese descartado sacar a los rondadores  de la película, creo que viendo a  esos  seres grises y  resbaladizos persiguiendo y mordisqueando a las mujeres se hubiera  hecho bastante complicado  mantener cualquier suspensión de la  incredulidad. Sobre la secuela, esta se rodó en los estudios  Ealing y transmite el doble de claustrofobia que la primera, y aunque  estira  la credulidad de la original, la última media hora  es un  tenso  barullo en manada  que desconecta por completo de su trama principal, siendo menos emotiva  pero mostrando mucho más a los monstruos.


Puntuación: 7
                                 
                                                   

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