Hijos de los hombres (2006)


                      Sin niños no hay futuro ni esperanza

                                                 
Suspense distópico escrito y dirigido por Alfonso Cuarón, siendo una adaptación basada en la novela homónima de PD James, protagonizada por Clive Owen. La película transcurre en 2027, donde dos décadas de infertilidad humana han dejado a la sociedad al borde del colapso. Los inmigrantes irregulares buscan refugio en el Reino Unido, donde el último gobierno que funciona impone leyes de inmigración opresivas a los refugiados. Owen interpreta a un funcionario llamado Theo Faron, quien debe ayudar a Kee (Clare-Hope Ashitey), una refugiada, a escapar del caos. En el reparto también están Julianne Moore, Michael Caine y Chiwetel Ejiofor.

Esta película cuenta con unos sobresalientes planos secuencia muy innovadores durante las escenas de acción, obra de Emmanuel Lubezki. El personaje de Kee no aparecía en la novela original, sino que fue idea de Cuarón al leer sobre la teoría de la emigración africana a Europa y Asia. Toda la carga política y bíblica, junto a las historias de esperanza por una vida mejor se mantuvieron. El personaje de Owen por tanto debe embarcarse en una misión utópica de asegurar la supervivencia de la humanidad. Por su parte, el rol de Caine está inspirado en John Lennon, tomando entre otros aspectos el consumo que este hacía del cannabis como psicotrópico.

                                  
En 2027, tras 18 años de infertilidad humana a nivel global, la civilización está al borde del colapso, pues toda la población mundial afronta la extinción. El Reino Unido, una de las pocas naciones estables que quedan con un gobierno en funcionamiento, se ve inundado por refugiados que huyen del caos y la guerra que se ha instalado por todo el mundo. Como respuesta, Gran Bretaña se ha convertido en un estado policial al juntarse todo el ejército británico para detener inmigrantes. Theo Faron, antiguo activista que ahora se ha vuelto un burócrata cínico, es secuestrado por los Peces, un grupo militante por los derechos de los inmigrantes liderados por la ex mujer de Theo, Julian Taylor (Moore).

El matrimonio se separó después de que su hijo Dylan muriese en 2008 durante una pandemia de gripe. Julian le ofrece a Theo dinero para adquirir documentos de tráfico para una joven refugiada llamada Kee, los cuales obtiene de su primo Nigel (Danny Huston), encargado del Ministerio de Cultura, donde ha rescatado obras de arte como el David de Miguel Ángel, el Guernica de Picasso y algunas de Banksy (no así la Piedad del Vaticano). Los papeles de tráfico requieren que su poseedor vaya acompañado, por lo que Theo acepta escoltar a Kee a cambio de una larga suma de dinero. Luke (Ejiofor), miembro de los Peces, los lleva en coche junto a la antigua matrona Miriam (Pam Ferris) hasta Canterbury.

                                               
Sin embargo son emboscados por una banda armada que acaba matando a Julian y esquivando a la policía, ocultando el cuerpo de la mujer en el bosque antes de dirigirse a la casa de seguridad de los Peces. Kee le revela a Theo que está embarazada y que Julian le contó que solo confiase en él, porque intentó entregarla al Proyecto Humano, un supuesto grupo científico de las Azores que se ha dedicado a curar la infertilidad. No obstante, Luke convence a Kee para que se quede, siendo elegido por votación como nuevo líder de los Peces. Más tarde, ya de noche, Theo escucha a escondidas una discusión en la que se entera de que la muerte de Julian fue orquestada por los Peces para que Luke saliera como líder.

Su intención era matar a Theo y usar al bebé como herramienta política para apoyar la revolución inminente. Theo despierta a Kee y a Miriam, robando un coche a continuación para escapar hasta el escondite apartado del colega anciano del muchacho, Jasper Palmer (Caine), un antiguo caricaturista político que ahora ejerce como camello que pasa hierba. El grupo planea abordar el barco del Proyecto Humano Mañana, que atracará lejos de la costa desde un campamento de refugiados en Bexhill. Jasper propone que se lleven a Syd (Peter Mullan), un guardia del campamento a quien le vende drogas frecuentemente, para que los infiltre de contrabando a Bexhill haciéndose pasar por refugiados.

                                                      
Los Peces descubren la casa de Jasper y el grupo huye mientras su dueño se queda atrás para impedir que pasen. Luke le dispara y lo mata mientras Theo observa desde el bosque, para luego reunirse con Syd en una escuela abandonada, donde les ayuda a montarse en el bus a Bexhill. Cuando Kee empieza a notar contracciones durante un control fronterizo, Miriam distrae al guardia que sospecha fingiendo estar maníaca para que así se la lleven. Dentro del campamento, Theo y Kee conocen a una rumana, Marichka (Oana Pellea), quien les ofrece una habitación en la que la chica da a luz a una niña. Al día siguiente, Syd informa a Theo y Kee de que ha estallado una guerra entre el ejército británico y los refugiados, liderados estos últimos por los Peces.

Enterándose de que les han puesto precio a sus cabezas, Syd intenta capturarlos, pero estos luchan para defenderse y escapan. En medio de la pelea, los Peces atrapan a Kee y al bebé, pero Theo las localiza hasta un apartamento que se encuentra en medio de un intenso tiroteo donde se enfrenta a Luke, quien es abatido en una explosión , escoltando a continuación a Kee y a la pequeña al exterior. Sorprendidos por ver al bebé, los combatientes dejan de luchar temporalmente y permiten que el trío se marche. Marichka los lleva hasta un bote oculto, pero ella opta por quedarse atrás mientras ellos se van. Una aeronave bombardea Bexhill desde la distancia al tiempo que Theo revela que Luke le disparó.

También le cuenta a Kee como envolver a su bebé para tranquilizarla cuando llore, a lo que ella responde a Theo que la llamará como al difunto hijo suyo y de Julian, Dylan, justo cuando el protagonista pierde la consciencia y el Mañana se aproxima a través de la niebla. La esperanza y la fe no están del todo perdidas, ese sería el crudo mensaje de este relato de ciencia ficción serio que firma Cuarón, tomando como premisa la infertilidad masculina y como afectaría a la población mundial, una distopía sin hijos donde cambia el género, con la mujer como objeto de la afección. Es intrigante el porqué de este cambio, hay escasas explicaciones de este giro para el remedio esperanzador.

Queremos pensar que Cuarón, responsable de la recomendable Y tu mamá también, es un director nada aficionado a darnos la trama ya masticada. Su búsqueda de la esperanza se traduce aquí en dicho cambio respecto al libro, pero en un modo y en el otro se abre camino a una nueva humanidad. Como en la Eneida de Virgilio, la Divina comedia de Dante o Los cuentos de Canterbury de Chaucer, el punto decisivo del viaje en Hijos de los hombres está más en lo descubierto por el camino que en el fin del recorrido. El periplo del héroe que realiza Theo hasta la costa sur inglesa refleja su búsqueda personal por la autoconsciencia, el que le lleva de la desesperación a la esperanza en un futuro que pinta nefasto.

Aunque es ciencia ficción, esta película tiene su connotación religiosa al referirse el título a un hecho relevante sobre el futuro que puede encontrarse en el Libro de los Salmos, concretamente respecto a la esperanza de vida, en la Biblia del rey Jacobo. La respuesta a la pregunta por tanto sería que esta película y el libro son una fábula cristiana, aunque el dogma sea algo que no parezca interesar mucho a Cuarón, puesto que él no comparte esa visión atribuida al neo conservadurismo. Es más bien como se ha dicho antes una fábula, la de la bella y las bestias de la Inglaterra de un mundo que ya apenas puede sostenerse sobre sus propias piernas. O dicho de otro modo, el nihilismo vencido por el cristianismo.

Hay abundante simbolismo cristiano en la película; a los terroristas británicos los llaman Peces, siendo el pez el símbolo de los primeros cristianos, y aquí lo que hacen es proteger los derechos de los refugiados. Es una perfecta pero amarga historia de Navidad donde Theo y Kee serían José y María, los protagonistas de la Natividad moderna de este milenio. De hecho el anuncio del embarazo tiene lugar en un pesebre, como la imagen que vemos en los Belenes, y cuando el bebé es descubierto, la gente hace la señal de la cruz. En una distopía es posible por tanto mostrar visiones de esperanza recurriendo a la religión, incluso en la escena del autobús invocan al Arcángel Gabriel.

La música contribuye a ello aún más, pues el compositor John Tavener, que era católico ortodoxo, realizó una pieza que aquí cantó la soprano Sarah Connolly en la que se hablaba de temas espirituales como la maternidad, el nacimiento, el renacer y la redención a los ojos de Dios. Es inusual escuchar algo así en el cine, pero es que en los créditos de cierre aparecen unas palabras en sánscrito que demuestran todo cuanto Cuarón conoce del mundo bajo su perspectiva. El texto al parecer viene a decir que Los meses más crueles dejan a más familias de luto y suele aparecer en los Upanishad, libros sagrados del hinduismo que tratan sobre filosofía, así como en el poema de TS Eliot La tierra baldía, sobre el Santo Grial.

No todo versa sobre ser fiel a contemplar un mundo vacío y sin fertilidad. La búsqueda de la paz y la invocación de la intervención divina, así como el renacimiento como el fin de la violencia son temas muy evidentes bajo esa perspectiva, porque luego tenemos referencias algo más contemporáneas en Hijos de los hombres. Dentro del género de acción es próximo a un noticiario documental, algo que ha cuidado mucho el cineasta mexicano, que nos habla sobre la inmigración en su texto expositivo visual, más poderoso que en diálogos convencionales. El campo de refugiados evoca intencionadamente a la prisión de Abu Ghraib, al centro de detención de Guantánamo o a la prisión de Maze (Irlanda).

El cine de Cuarón suele mostrar la realidad cuando no se trata de fantasía, vertiendo aquí su crítica a la guerra de Irak. Es como ver Apocalypse Now pero esta vez en un páramo donde apenas nacen niños, como sucedió en el Holocausto, el periodo más tenebroso de la historia reciente de la humanidad. Por eso cuando el espectador vea esta película debe sentirse dichoso de pisar una tierra verde y placentera y no estar como los refugiados, aunque desgraciadamente no se necesita mucha imaginación para mostrar ese horror, tan presente hoy en cualquier medio de comunicación. Hay de hecho una escena brutal donde agreden a inmigrantes las fuerzas de seguridad británicas a ritmo de The Libertines.

Para volver más escalofriante todo, esa canción se titula El trabajo libera, que es la inscripción que hay a la entrada de Auschwitz. Por ello el contenido hace aún más relevante el que se defienda a los niños, y todo eso cuando estamos en medio de una crisis migratoria en Europa o miramos lo que sucedió durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016. Hijos de los hombres nunca ha tenido tal impacto como está teniendo ahora mismo, donde es muy duro ver las noticias en televisión y que los titulares hablen de exactamente lo que aparecía en la película sin quedarse desalentado ante tal premonición. ¿Estamos viviendo el amanecer de lo que Cuarón presagió entonces?

Esta magistral distopía es más relevante hoy que nunca. Cuarón lo vio antes que nadie, casi una década en concreto. Puede que incluso el veterano director se moleste un poco si decimos que su película sea elogiada por su imaginativa premonición, ya que la crisis de los refugiados sirios es en este momento nuestros Hijos de los hombres. Hay que mencionar que el guion fue adaptado primero por Mark Fergus y Hawk Ostby (La primera nevada) hasta la entrada de Cuarón como director y guionista, quien antes hizo Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Usó como modelo La batalla de Argel y la obra del filósofo Slavoj Zizek para preparase de cara al tono que debía tener su película.

Asimismo, Amanecer fue la otra fuente de inspiración para el filme junto con La naranja mecánica, esta última clave para retratar toda una pesadilla futurista a orillas del Támesis, con la casualidad de que a la vez que rodaba tuvieron lugar, un 7 de julio de 2005, los atentados en Londres cerca de Fleet Street, Trafalgar Square y Battersea Power Station. Esta última aparece en la cinta como si fuera la futura Tate Modern, algo así como un homenaje a El desierto rojo de Antonioni, por lo que al final consigue trazar un paisaje inolvidable, con otra referencia más si cabe, al álbum Animals de Pink Floyd. Un futuro de lo más negro a base de recurrir a un estilo y diseños concretos que fueran lo contrario a Blade Runner.

No es una conexión del todo descabellada al rechazarse toda la tecnología característica del filme de Ridley Scott pero manteniendo el pulso narrativo y visual de aquella, donde las cosas han ido irremediablemente mal. No hay nada como un lugar infernal para retratar un posible porvenir de nuestra sociedad, y mejor si te brindan escenas que a todo buen amante del cine deleitan, particularmente esos asombrosos planos secuencias, al menos tres que además proporcionan gran parte de la acción de la trama y que son creíbles gracias al CGI, del que no se abusa demasiado. Cuarón ya sabía manejar esas largas tomas, lo ha venido haciendo desde Grandes esperanzas y en parte le ha influido desde que vio Jonás,que cumplirá los 25 años en el año 2000, un filme de la nouvelle vague.

Sin duda todo un desafío para el cineasta mexicano y su compatriota Lubezki, uno de los mejores directores de fotografía del momento, quiénes se mostraron contentos con el resultado una vez que Clive actuó en esas escenas sin mayores problemas de continuidad, como en un documental, desarrollando una labor impecable a ambos lados de la cámara, como decimos, con experiencia y de forma continua. La anatomía de una escena con pocos efectos visuales tiene sin embargo sus trucos, pues deben parecer invisibles si quieres convencer de que el futuro será decadente, y todo eso son básicamente cortes de edición para secuencias complicadas. Por ejemplo, el bebé de Kee es un modelo animatrónico.

Ya comentamos anteriormente como Cuarón buscó toda clase de sonidos para poderlos encajar en su visión de esta historia y hacer un tipo de música cinematográfica diferente, como es el caso de las sugerentes The Court of the Crimson King o de temas de música electrónica de Aphex Twin y Radiohead o dubstep , que te inducen a un estado similar a fumar marihuana, aunque hay otras muchas razones (al menos tres) para sentirse feliz sin drogarse. Se añaden composiciones clásicas de Georg Friedrich Händel, Gustav Mahler y Krzysztof Penderecki para dar un efecto dramático, como en el caso del último con su Treno a las Víctimas de Hiroshima. Otro efecto sonoro recurrente es la repetición de un repiqueteo cada vez que muere un personaje.

La película funciona en todos los niveles, ya sea como un thriller violento de persecuciones, como un relato fantástico admonitorio o como un sofisticado drama humano sobre como distintas sociedades luchan por vivir. Es el heraldo de otro acontecimiento dichoso, la llegada de un gran director como Alfonso Cuarón, que filma una emocionante persecución automovilística y otras escenas de pelea de la manera más virtuosa visualmente hablando y en plano secuencia como nunca antes se había visto, sin duda LA PELÍCULA en lo que llevamos de milenio, una intriga política magníficamente dirigida por su complejidad técnica que te deja cegado.

                                                      
Cuarón además retrata con exactitud al Reino Unido sin complejos, si bien hay momentos que parecen bastante comunes y corrientes en la fantasía futurista, pero aún así su distopía nos recuerda que las secuencias cargadas de acción y adrenalina pueden funcionar mejor cuando el futuro parece tan mugriento como el presente. No hay muchos directores como él que le puedan suceder en los próximos años en su forma de narrar con imágenes como lo hace él (personalmente creo que el que más se le ha acercado en la ciencia ficción es Marc Webb, director de The Amazing Spider-Man y su secuela). Según parece, hasta la propia James quedó satisfecha con el resultado final de la adaptación de su profética novela.

Puntuación: 7,5

                                                     



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