Un cuento gamberro de Navidad (2011).
Las navidades en las
que todo el mundo creyó en Papá Noel
Fantasía
oscura de terror y suspense escrita y dirigida por el finés
Jalmari Helander, sobre gente que vive cerca de Korvatunturi y que
descubren el secreto que esconde Papá Noel. La película se basa
en un cortometraje acerca de una compañía que atrapa a Papás
Noel en estado salvaje y a los que entrenan y exportan a
diferentes lugares del mundo. Con un presupuesto modesto, la cinta
consiguió una fantástica acogida entre el público al ser una
propuesta muy original de un país como Finlandia, cuya filmografía
suele ser poco dada a este género al estar dominada siempre por los
filmes dramáticos y de autor de Aki Kaurismäki. Precisamente un
actor habitual de ese director, Tommi Korpela, interviene en esta
película de culto.
En
la parte más alejada de Laponia, un equipo de investigación
británico llamado Subzero está examinando especímenes perforados
en la cima del Korvatunturi (colina de la oreja). El hallazgo
es concluyente, ya que todo el páramo es un antiguo montículo
funerario construido por los lapones durante siglos, y dentro del
lugar hay algo oculto. Cuando los hombres comienzan a excavar, dos
chicos, Juuso y Pietari Kontio, pasan a hurtadillas para escuchar a
escondidas las conversaciones del equipo, que les conducen hasta el
investigador, Riley. Los niños corren hasta la motonieve de Juuso
y discuten sobre la existencia de Papá Noel, pero se ven
interrumpidos cuando el equipo de investigación detona el brezal.
Pietari
regresa a su casa para leer algunos libros sobre Papá Noel, que le
sugieren que era un ser cornudo que azotaba a los niños que se
portan mal y que luego los hervía en un caldero. El día antes de
Nochebuena, el padre de Pietari, Rauno, un matarife de renos
local, cava un foso trampa en el patio para proteger al resto de
la manada por si vienen los lobos. Despierta a su hijo disparando
a la ventana de su cuarto y le dice que se prepare para juntar al
rebaño con el resto en la jaula electrificada. Ese año solo han
venido dos pequeños renos delgados, así que Rauno y los
pastores van al glaciar junto al Korvantunturi. Cuando llegan hasta
allí, hallan los restos de cientos de renos mordidos hasta los
huesos.
Parece
ser que las explosiones que han tenido lugar en la colina durante
esos meses han enloquecido a los lobos del lugar. Rauno examina los
cadáveres preocupado, mientras que lejos de allí, Pietari también
examina las pistas y se convence de que no ha sido cosa de lobos,
al tiempo que Juuso le advierte que no le diga a su padre que
dejaron abierta la verja que da al Korvantunturi. El matadero de
renos de Rauno ha estado al borde de la bancarrota durante bastante
tiempo, por lo que el ataque de los lobos parece ser la gota que
colma el vaso, pero el hombre tiene al menos una oportunidad más,
por lo que se dirige a Korvatunturi para exigir un castigo de parte
de la compañía Subzero, cuyo personal ha sido asesinado por
provocar una nueva y misteriosa amenaza debido a su comportamiento
grosero.
En
lo más alto del páramo, Rauno y su equipo han dado con un foso de
400 metros de profundidad y ni rastro del personal de Subzero.
Parece como si algo hubiese sido elevado desde las profundidades
del infierno, y con toda esperanza perdida, el hombre regresa a su
granja. En la mañana de Nochebuena, la trampa ha funcionado, pero
no hay lobo atrapado en ella. Pese a que Pietari fue castigado por
su padre por utilizar un truco para usar la trampa y cazar renos
desde la chimenea, el chico ha temido siempre a la Navidad,
sintiendo como si un animal más poderoso que una bestia se
aproximase a su territorio. Se escabulle de casa de su padre hasta
una furgoneta de la policía, con este cabreado persiguiéndole.
Llegan
hasta un pueblo, donde Rauno oye de boca de otros aldeanos que los
sacos de patatas, calefactores y el secador de pelo de la esposa de
Piiparinen han desaparecido. Pietari entra en la casa de este hombre
y descubre que el hijo de la pareja, Juuso, también se ha ido,
dejando un pelele de paja en su lugar. Piiparinen trae de vuelta un
saco que contiene a un anciano flaco cuyo cuerpo inmóvil deja en
una mesa del matadero de renos de Rauno, y mientras él, el
carnicero y Aimo (Korpela) discuten sus planes, Pietari llama
a sus amigos por teléfono y descubre que todos han desaparecido.
Piiparinen se burla del anciano acercándole un pedazo de pan de
jengibre, a lo que el viejo responde arrancándole de cuajo la
oreja de un mordisco.
Piiparinen
sale y le pide a los otros dos si pueden venir y observar al
anciano, mientras que Pietari le pide a su padre que le azote por
sus malos actos, como el haber dejado abierta la verja que da a
Korvantunturi, que podría haber ocasionado que Noel haya
secuestrado a los niños. Son interrumpidos cuando Piiparinen le
cuenta a Rauno que venga a ver al anciano de nuevo, pues ya tiene
fuerza suficiente para romper una barra metálica. Cuando Pietari
entra, el viejo se percata de su presencia a la vez que los hombres
tratan de defender al niño de que no sea herido, y para ello visten
al sujeto con el traje de Noel de Piiparinen, contactando de
inmediato con los americanos para decirles que han encontrado a
Papá Noel.
Llevan
al anciano en una jaula hasta la base aérea, donde se encuentran
con Riley, quien les advierte que el viejo no es Papá Noel, sino
uno de sus elfos, por lo que no tienen que actuar bruscamente.
Cuando uno de ellos suelta una palabrota, los otros elfos (que
parecen ancianos desnudos) destruyen todas las luces eléctricas,
matando a Riley y a su piloto. Los hombres y Pietari corren hasta el
hangar 24, donde hallan a un ser cornudo atrapado en un enorme
bloque de hielo calentado por varios radiadores, y bajo el mismo,
varios sacos donde están los niños perdidos llorando, incluido
Juuso, siendo atacados por los elfos, quienes intentan fugarse del
hangar.
Rauno,
Piiparinen y Aimo desconectan las estufas y las usan para bloquear
el paso de los elfos hasta la entrada, mientras que Pietari traza
un plan. Piiparinen sale del hangar y distrae a los elfos tirando
panes de jengibre hacia ellos, para que así los suyos puedan
alcanzar el helicóptero. Los otros dos hombres construyen una red
que Pietari escala y utiliza para coger los sacos de los niños y
así atraer a los elfos hasta el redil de los renos. Luego, Rauno
y Aimo preparan cargas de dinamita para tirarla al bloque de hielo
de Papá Noel, a quien le cortan uno de sus cuernos mientras conducen
el camión fuera del hangar y de la base aérea. Pietari desciende
hasta la red con los niños y después a una antena para abrir el
redil hacia el que una horda de elfos corre a por renos.
Rauno
y Aimo detonan la carga para explotarlo todo, matar a Papá Noel y
frenar a los elfos antes de que hieran a Pietari. Toda vez que
ambos hombres se lleven a los niños a sus respectivas casas, Rauno
decide empezar un nuevo negocio junto a la compañía Subzero, en el
cual los elfos capturados son entrenados para convertirse en Papás
Noel de centro comercial y ser exportados a varios lugares del
mundo con denominación de origen finlandesa de Laponia, para que así
puedan dejar carbón a quien no se haya portado bien.
Este
origen de Papá Noel es todo un cruce con La Cosa de John
Carpenter, ya que es una película de terror de calidad superior
como lo es aquella y a su vez es una parodia sobre muertos que
vuelven a la vida con mucho humor negro, mitología revisionista y
auténtico espíritu navideño. La exploración del tenebroso paraje
invernal por parte de sus protagonistas, todos hombres, nos dice lo
mucho que Helander ha bebido de Carpenter , sobre todo cuando
capturan a ese espeluznante Noel al que se disponen a matar.
Enraizada en las leyendas norteñas europeas, los cuentos de los
Hermanos Grimm y las ilustraciones de Norman Rockwell, desde luego
está mejor hilada que Bad Santa.
El
cineasta de Helsinki mezcla con ingenio las maravillas de un cuento
de hadas con la heroicidad del cine de acción para satisfacernos
con un producto finés bastante decente, como suele pasar con muchas
producciones nórdicas similares que se tornan simpáticos homenajes
al estilo del mejor Tim Burton pero con el carácter propio de los
lapones. Un título ideal anti navideño que añadir a un maratón
en el que no pueden faltar Gremlins o Pesadilla antes de
Navidad, así como en el de terror escandinavo (Déjame
entrar, Zombis nazis), proporcionando un toque oscuro a una época
de luz como es la Navidad.
Puntuación:
6,5
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