Sospechosos habituales (1995).

El mayor truco que el diablo ha ejecutado fue convencer al mundo de que él nunca existió.

                                    
Han pasado veinte años desde que llegase a la gran pantalla este neo noir policíaco que renovó para una nueva generación el suspense cinematográfico. Y se lo debemos a unos por entonces jovenzuelos llamados Bryan Singer (era sólo su tercera película dirigida) y Christopher McQuarrie (su segundo guion escrito para su socio). La cinta sigue de cerca el interrogatorio de Roger Kint, “Verbal” (Kevin Spacey), un estafador de poca monta quien ha sido uno de los dos supervivientes de una masacre y de un incendio en el interior de un barco atracado en el puerto de Los Ángeles.

Este le cuenta a uno de los interrogadores una historia muy enrevesada sobre los hechos que le llevaron a él y sus compinches a cometer el crimen del buque, así como la descripción de un misterioso capo mafioso conocido como Keyser Söze, el cual le encargó dicho trabajo sucio. A partir de ahí se hace uso extensivo del flashback como técnica narrativa y es cuando la confesión de Kint se vuelve más compleja. Hay que decir que el título de la película está sacado de una columna de prensa que a su vez reproducía una memorable frase de Claude Rains en Casablanca.

La primera vez que supimos de esta película fue tanto en Sundance como en Cannes,y con el tiempo, a tenor de las buenas sensaciones transmitidas no era de extrañar que le diesen el Oscar a mejor guion original y el de mejor actor secundario a Spacey, el que sobresale del reparto en mi modesta opinión dentro de una trama recordada por la vuelta de tuerca que sufre su argumento. Fue además una de aquellas producciones que pusieron en el mapa a la ya desaparecida PolyGram,el estudio europeo que llegó a convertirse en un serio competidor de sus homólogos de Hollywood.

El estafador profesional Verbal queda como un patético tullido tras el incidente. Por separado, el agente del FBI Jack Baer (Giancarlo Esposito) y el de aduanas, Dave Kujan (Chazz Palmintieri) llegan hasta San Pedro atraídos por informes que hablan de la presencia de un enorme cargamento de cocaína, aunque Kujan tiene una vendetta personal contra Dean Keaton (Gabriel Byrne), un antiguo agente de policía corrupto que pese a reformarse ha estado presuntamente involucrado en la masacre.

Volviendo a la historia de Verbal, este cuenta en retrospectiva como seis semanas atrás él y otros cuatro que le acompañaban fueron cercados por la policía local de Nueva York como sospechosos por un atraco a mano armada. Esos cuatro eran Keaton, Michael McManus (Stephen Baldwin), ladrón profesional, Fred Fenster (Benicio del Toro), socio de McManus y que habla el idioma pronunciando mal a posta (no olvidemos que Del Toro es de Puerto Rico y por tanto su lengua materna es el español) y Todd Hockney (Kevin Pollak), un roba camiones.

Tras otro sucio encargo con éxito, los cinco ponen rumbo a Los Ángeles y trafican la mercancía robada con Pies Rojos (Peter Greene), el contacto de McManus, quien les revela que una nueva misión ha sido puesta a punto, pero el grupo se quita de en medio al descubrir que el cargamento era de heroína y no de joyas como pensaban. Tras una acalorada discusión con Pies Rojos, este confiesa que todo fue un montaje de un abogado llamado Kobayashi (Pete Postlethwaite), que admite que Edie Finneran (Suzy Amis, esposa en la vida real de James Cameron), la abogada y novia de Keaton, se encuentra en su oficina tratando asuntos legales y que será asesinada si no completan el trabajo. La película termina con una frase de Charles Baudelaire que sirve como descripción de Verbal para definir a Söze: El mayor truco que el diablo ha ejecutado fue convencer al mundo de que él nunca existió.

La presencia de Byrne en el elenco es todo un lujo, ya que al irlandés le van este tipo de filmes, como ya se comprobó en Muerte entre las flores. Lo curioso es que el personaje de Del Toro estaba en principio pensado y por tanto escrito para que lo encarnase Harry Dean Stanton, el prolífico actor al que descubrimos en Alien y que luego vimos en Paris, Texas o en La chica de rosa. Para hacer de agente de aduanas estadounidense, antes que Palmintieri sonaron nombres ilustres como los de Christopher Walken o Robert De Niro. Incluso se entrevistó a Al Pacino, que hizo un papel parecido en Heat.

De todas formas, Palmintieri era un nombre muy solicitado en los 90, ya que venía de actuar en títulos de renombre como Una historia del Bronx o Balas sobre Broadway. Buscando sobre los orígenes de esta producción, me topé con el dato de que Singer había conocido a Spacey durante una fiesta en la que proyectaron el debut como cineasta del primero en Sundance, un trampolín del cine independiente al comercial. La inspiración para su próximo proyecto, a partir de la frase de Casablanca,fue una genial idea como pocas que vienen en la vida.

El personaje de Söze está basado en las hazañas reales de John List, un contable de Nueva Jersey que asesinó a toda su familia en 1971 y que luego se esfumó durante casi dos décadas, asumiendo una nueva identidad antes de ser finalmente identificado. Se le dio un nombre turco que traducido resulta “el que habla demasiado” y a la hora de presentar la trama, Singer la definió como un cruce entre Perdición y Rashomon, con las estructuras narrativas de Ciudadano Kane y Super golpe en Manhattan.

Previamente,el papel menor de Pies Rojos,el gancho que arrastra al grupo hasta Kobayashi, se lo llegaron a ofrecer a Tommy Lee Jones, Jeff Bridges, Charlie Sheen, James Spader e incluso a Johnny Cash. Spacey fue quizás el que mejor se preparó su parte, ya que se reunió con médicos y expertos en parálisis cerebral para dar intensidad dramática a su personaje. Con un presupuesto modesto y un rodaje de apenas 35 días, se permitió incluso la utilización de gemas auténticas para las esmeraldas robadas, que por supuesto fueron prestadas para la película.

Mérito aparte el del director de fotografía y jefe de cámaras Newton Thomas Sigel,que pese a trabajar en lugares cerrados y fijados por los estrictos calendarios de rodaje, pudo notablemente desarrollar con soltura la filmación de las escenas de diálogos en habitaciones pequeñas a base de zooms muy precisos para captar la tensión del ambiente malsano de la trama. Posteriormente se añadió la música compuesta por John Ottman (también editor) y un tema especial para ser oído en el barco, concretamente el concierto para piano número uno de Chaikovski, mientras que para los créditos se usaron canciones de la cantante k.d. lang.

Esta película tuvo una importante campaña publicitaria, pero fue el boca a boca lo que funcionó para que se diera a conocer entre la gente. La verdad que para ser de sus comienzos, Singer y su equipo la rodaron y la ensamblaron como si fueran ya expertos de muchos años y con una premisa simple pero bien construida de abajo a arriba, con sus giros y sus engaños, esta violenta fábula moderna es de las que empujan a tirar de la manta para desenmascarar a los sospechosos del título.

A simple vista puede parecer confusa e incluso nada interesante hasta el punto de quien pueda acabar odiando la trama, que es muy densa para el misterio que alberga. Al menos hasta donde me llega la memoria no hay ni cuatro pistas de donde puede predecirse el truco, pero lo que si es cierto es que Spacey es cojonudamente carne de Oscar de entre todos los del reparto, el más inteligente para el bien de la cinta, pues el giro final es un cierre muy apropiado para la historia, aunque deja algunas cuestiones sin resolver, pero esto casi ni nos lo planteamos tras el divertimento ofrecido.

Singer tuvo ojo clínico para juntar a tanto talento en el elenco como McQuarrie en hacer que pronunciasen esos diálogos tan al quite, todo ello sin la bravura de Reservoir Dogs pero con un final ambiguo que ya hubiera querido Tarantino para su debut, aunque a fecha de hoy los premios importantes han visitado más al italoamericano que al responsable de adaptar tanto a Stephen King ( Verano de corrupción) como a personajes de cómic (X-Men, Superman) e incluso personajes de cuentos (Jack el caza gigantes) y hasta dirigir series en TV (House,Battle Creek).

Puntuación: 8,2

                                 







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