L.A. Confidential (1997).

Todos son sospechosos, tienen un precio y nada es lo que parece.


                       
Neo noir policíaco escrito,producido y dirigido por Curtis Hanson,una libre adaptación de la novela del mismo título de James Ellroy,el tercero suyo basado en un caso ocurrido en Los Ángeles y que cuenta igualmente la historia de un grupo de agentes del departamento de policía local a principios de los cincuenta,como afrontan la corrupción en el cuerpo y como este se codeaba con las celebridades de Hollywood. El Confidential del título se refiere a una mítica revista de la época que hablaba de chismes,escándalos de famosos y demás periodismo basura.

Por aquel entonces lograron hacerse con los papeles principales en el reparto un par de desconocidos actores australianos, Guy Pearce y Russell Crowe,quienes eran rostros muy extraños para el público,todo lo contrario que los ya establecidos Kevin Spacey,Kim Basinger y Danny DeVito. De esta forma no es de extrañar que nos encontramos ante un producto de enorme calidad artística y narrativa,que fue candidata a nueve Oscar y que se acabó llevando dos,mejor actriz de reparto para Basinger y mejor guion adaptado para Hanson,perdiendo en las otras categorías frente a Titanic.

El otro productor de la cinta es Arnon Milchan,conocido por estar detrás de historias como El club de la lucha,12 años de esclavitud,Perdida o la reciente Birdman,financiadas a través de su compañía Regency. Por su parte,la persona con quien escribió y compartió el premio por tal labor junto a Hanson fue Brian Helgeland,autor de las adaptaciones de Mystic River,El fuego de la venganza y Robin Hood.

A comienzos de los cincuenta en la ciudad de Los Ángeles, el detective Edmund Exley (Pearce),hijo de un legendario sargento del departamento,se siente determinado a poder alcanzar la reputación de su padre aspirando a un ascenso a teniente en contra de los designios del capitán Dudley Smith (James Cromwell). La ambición de Exley está impulsada por el asesinato de su viejo a manos de un asaltante no identificado pero a quién él mismo ha dado personalidad.

El agente Wendell White (Crowe),a quien Exley considera un “ estúpido matón”, es un oficial de paisano obsesionado con los maridos que maltratan a sus mujeres violentamente. White detesta a Exley después de que el compañero de Bud, el detective Richard Stensland (Graham Beckel) terminase su colaboración con este por culpa del testimonio de Ed en un polémico caso de brutalidad policial contra ciudadanos hispanos. White es requerido por Smith para un trabajo en el que tienen que acosar y batir a algunos de los criminales más peligrosos de la ciudad que buscan rellenar el vacío que dejó tras su ingreso en prisión el infame Mickey Cohen (Paul Guilfoyle), encarcelado por evadir impuestos.

El detective Jack Vincennes (Spacey) es un sargento de la división de narcóticos que tiene un trabajo irregular como asesor técnico en una conocida serie de TV policíaca que dramatiza la vida real del departamento, Placa de Honor. Este hombre tiene una importante conexión con Sid Hudgens (DeVito), editor del sensacionalista Confidencial, de quién recibe sobornos por aconsejarle a que famosos arrestar para así atraer más lectores a la publicación.

Cuando el actor Matt Reynolds (Simon Baker) es asesinado durante una redada dónde es pillado teniendo una relación homosexual con el fiscal de distrito de LA, Vincennes se decide a dar con su asesino. Mientras, White va tras la pista de las victimas de la matanza de latinos y se encuentra con Lynn Bracken (Basinger), una prostituta que guarda un enorme parecido físico con Veronica Lake y que también mantiene estrechos lazos con el caso que investigan él y Exley.

Vincennes va luego a indagar un chanchullo sobre pornografía en el que podría estar involucrado el acaudalado chulo de Bracken, Pierce Patchett (David Strathairn), quién además lleva un servicio de chicas de compañía a domicilio,las cuales han sido operadas para parecerse a actrices famosas como Rita Hayworth. Finalmente,tras abandonar el ayuntamiento,Exley va a ver a Bracken,la cual le confiesa que ha dejado de ejercer la profesión más antigua del mundo y que regresa a su hogar natal en Arizona.




                         

El desarrollo de esta producción comenzó cuando Hanson llevaba leído más de la mitad de los libros de Ellroy anteriores al que acabaría adaptando. Helgeland, el guionista, ya había sido contratado por Warner para una película de vikingos con el director alemán Uli Edel y por entonces también preparaba una versión moderna que jamás llegó a ver la luz sobre la historia del Rey Arturo. Helgeland fue entonces a reunirse con Hanson mientras este se ocupaba de filmar Río salvaje y luego, al pedir permiso a Ellroy para adaptar un trabajo suyo, este aceptó encantado porque había visto dos películas de Hanson que le dejaron buena impresión, Falso testigo y Malas influencias. El último en dar su aprobación fue Milchan y ya de esta forma el rodaje podía comenzar.

La presentación de la trama se llevó a cabo con una visualización previa de los paisajes donde iban a transcurrir los acontecimientos de la película, lugares como el Valle de San Fernando o la Ruta Estatal de California 170, pero también con portadas ficticias de la revista presentando polémicas reales como cuando pillaron a Robert Mitchum con marihuana y con fotos ilustrativas de músicos de jazz populares de aquel tiempo como Zoot Sims, Gerry Mulligan o Chet Baker.

Para elegir al reparto,se fijaron primero en Crowe por su sorprendente actuación en Romper Stomper, donde encarnaba a un repulsivo y tenebroso neo nazi australiano que sin embargo cautivaba por su carisma. De hecho, el actor había leído un libro del escritor aunque no fuera el que iba a ser llevado a la gran pantalla. Hanson hizo que su personaje tuviese una causa moral sólida y Crowe encajó el papel de Bud White. Pearce se acercaba a la idea que tenía el director en mente para Ed Exley pese al nada serio precedente del actor en Las aventuras de Priscilla, reina del desierto.

La elección de estos dos perfectos extraños australianos (en realidad Crowe es neozelandés y Pearce nació en suelo británico) fue solo la llave para que luego entrasen a formar parte del elenco Basinger (que venía de aparecer en Pret-a-porter), DeVito (que hizo doblete ese año al co protagonizar Legítima defensa, otra adaptación, en este caso de John Grisham) y Spacey (mismo caso que el pequeño actor ítaloamericano pero en Medianoche en el jardín del bien y del mal). Su papel de estrella de cine entre polis, con su carisma arrebatador,  nos recuerda al del mejor Dean Martin.


Un tercer australiano por entonces desconocido para el público y que con el tiempo se ha dado a conocer bien fue Baker, al que hemos visto protagonizar la serie de TV El mentalista. Su papel es breve pero notable al hacer de un joven y atormentado actor bisexual. En pre producción hubo una especie de pequeño festival de clásicos de la era dorada de Hollywood para familiarizarse con el entorno de la época a recrear, con las proyecciones de Cautivos del mal (la mirada emblemática de los famosos de aquellos años) y En un lugar solitario (la trastienda de ese esplendor).

Sin embargo, fue El beso mortal del que más nota se tomó para usar como modelo de los contrapuntos típicos de los 50, principalmente de la era atómica, la primera etapa futurista de la historia de América. Hanson y el director de fotografía Dante Spinotti decidieron rodar en el mismo formato que en esa década y usaron el Cinemascope que tanta grandiosidad dieron a cintas como Ángeles sin brillo o a una de las mejores obras de Vincente Minnelli, Como un torrente. Crowe estudió por su parte a Sterling Hayden en una de las primeras de Stanley Kubrick, Atraco perfecto.

Jerry Goldsmith se hizo cargo de la música y su trabajo fue candidato al Oscar a mejor banda sonora, pero perdió ante James Horner y su partitura para Titanic. Goldsmith manejó con maestría el suspense de las imágenes con el virtuosismo que poseía al mando de su orquesta, imprimiendo carácter a las escenas en las que Crowe derrocha ese atractivo varonil y rudo que le ha ganado la fama de ser la versión oceánica de Mickey Rourke, un tipo duro pero con actitud, tomando como referente al James Cagney que hiciera para Charles Vidor la conmovedora Quiéreme o déjame.

Roman Polanski puso el listón muy alto en el género cuando hizo una misma recreación de Los Ángeles pero en los años 30 con Chinatown en 1974, sólo que aquí en lo narrativo esa forma no se ha perdido, conservando esa ambientación subida de tono tan admirable. A mi parecer fue una dura carga ir de muy favorita a la 70 edición de los Oscar y llevarse nada más que un par de ellos, si bien fueron de los grandes como es el caso del mejor guion adaptado, pero por diseño y técnica era una producción que merecía mayor recompensa. Enorme el mérito de Basinger,que desde su papel secundario logró llevarse el premio por delante de la veterana Gloria Stuart, la abuela de Titanic, que con 86 años había vuelto a ponerse delante de las cámaras.

Puntuación: 8



                                 










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