The Walking Dead (2010)- Primera temporada


          Lucha contra los muertos y teme a los vivos

                               
El programa apocalíptico de horror que nos traslada a un escenario hasta hace no mucho inédito en televisión, un drama de personajes nacido para ser un éxito entre muchos, el apocalipsis zombi según lo desarrollado por Frank Darabont ( Cadena perpetua, La milla verde,La niebla) para el canal AMC y basado en la historieta de Los muertos vivientes que publica Planeta en España, creada por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard. Andrew Lincoln interpreta al protagonista de la serie, Rick Grimes, el ayudante del sheriff de un pequeño pueblo, quien despierta de un coma médico tras ser disparado, descubriendo un peligroso nuevo mundo infestado de zombis, comúnmente llamados caminantes. Grimes se reúne con su familia y se convierte en el líder de un grupo que forma con otros supervivientes para escapar de los no muertos.

Juntos luchan por sobrevivir y adaptarse a dicho escenario apocalíptico repleto de caminantes y grupos rivales de supervivientes, quienes a menudo son más peligrosos que los propios caminantes. En palabras de una de las responsables tras la cámara de la serie, la directora Michelle MacLaren (Breaking Bad), la batalla contra los muertos sólo es el preludio a la disputa contra el resto de los vivos. Buena parte de la misma transcurre entre Atlanta (Georgia, sur de Estados Unidos) y más tarde en Alexandria (Virginia), lugares donde alguna vez podremos ver la llegada del invierno, siempre que lo quieran los responsables de TWD y especialmente los jefes de AMC, quienes la estrenaron en Halloween tras presentarla en la Cómic Con.

Aunque la mayoría suele verla online, a nivel internacional la dan los diferentes canales del grupo Fox en colaboración con el emisor original, por lo que cada temporada de la serie siempre viene anticipada de enormes expectativas acerca de que tragedia aguarda al elenco principal. Hasta no hace demasiado gozaba de unos ratings muy favorables, pero ya veremos como a partir de su tercera temporada establecerá un espectro de público fijo entre los 18 y los 50 años que la siguen fielmente a través del canal por cable que no para de respaldar su confianza año tras año de manera imparable, pero como digo la realidad ahora mismo avecina un bajón en audiencia pero extrañamente aún amplio con cada regreso. Increíble pero cierto, TWD ha conseguido desbancar o reducir el impacto de alternativas modestas pero importantes como su competencia de HBO.

                                                  

Tal como leéis, los finales de temporada de TWD congregan un número de espectadores masivo y unas valoraciones sobresalientes que han hecho que ya vayamos por nueve temporadas, como quien dice ahora mismo en emisión. Eso sí, cada renovación ha supuesto un cambio de supervisión tras la serie con hasta cuatro responsables, por tanto cada nuevo jefe tiene una visión distinta que se refleja según aparezca un nuevo avance en la Cómic Con. Como será que ha dado pie a una serie derivada titulada Fear the Walking Dead, de la cual no voy a dedicar reseña alguna porque no me interesó desde el inicio nada, ya que humildemente pienso que es la forma que tiene AMC de exprimir su gallina de los huevos de oro cada temporada. Que cada uno saque su conclusión con verla.

Aquí lo que importa es la serie madre y como cada vez ha pasado de ser bien acogida al progresivo descenso que sufre actualmente. No le han faltado premios como el Globo de Oro a mejor serie dramática en parte gracias al acierto de haber compartido parrilla de programación con otros éxitos aclamados de AMC como BB o Mad Men, quienes han estado codo con codo luchando contra verdaderos gigantes de la pequeña pantalla norteamericana. Que mejor momento ahora en octubre que rememorar aquellos seis episodios que en 2010 vieron la luz y que consecuentemente han aumentado por temporada. Contemplaremos los cambios que han acontecido en ese mundo apocalíptico de zombis y sus resultados.

                                                    
En la primera temporada que se analiza en esta entrada, Rick se hace amigo de Morgan Jones (Lennie James), pero viaja solo hasta Atlanta para encontrarse con su esposa, Lori (Sarah Wayne Callies), su hijo Carl (Chandler Riggs) y su compañero a la par que mejor amigo en la policía, Shane Walsh (Jon Bernthal). Junto con otros supervivientes, el grupo parte hacia el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CCPE) solo para que el único empleado que queda allí les diga que no existe cura que acabe con la epidemia. El episodio piloto, Días pasados, fue emitido en 2010 con guion y dirección de Darabont, llegando a ser con los años homenajeado por la propia serie como legado al comienzo, con unos notables efectos visuales y de maquillaje que daban muestra del alarde técnico invertido para que todo no fuera simplemente sangre a chorros (es de agradecer el trabajo del veterano Greg Nicotero).

En este capítulo conocemos a Dale Horvath, encarnado por Jeffrey DeMunn, quien ha intervenido en todas las películas en las que ha participado Darabont. El desarrollador de la serie hace referencias en el mismo a clásicos del género como La noche de los muertos vivientes original de George Romero, por lo que puede decirse que gracias a él se resucitó esta clase de género dentro del terror, por supuesto sin quitar mérito a Kirkman, el creador del cómic (como curiosidad, empecé a leer el mismo al año de publicarse en nuestro país a tiempo para la serie, por lo que contaba con la ventaja de conocer el argumento). Al equipo de guionistas se sumaron Charles Eglee, Jack LoGiudice y sobre todo Glen Mazzara, procedentes de la serie policíaca The Shield.

                                            

En esta tanda inicial no aparecen los villanos malvados a los que estamos acostumbrados, hay todo un carrusel de personajes secundarios y entre esos héroes o villanos todos los protagonistas poseen un lado oscuro pocas veces mostrado en TV. Lo que queda claro es que todo el mundo está infectado y eso determinará el destino final de la humanidad. Hay mucha filosofía por el camino en el apocalípsis que se ha desencadenado ahora, también un hueco para el debate racial (esta serie ha contado con mucha diversidad de personajes negros que han aparecido por temporada),muertes incontables, llegadas y regresos que pocos anticipábamos y detalles que aún son un secreto con los años de visionado.

Y lo que pudo haber sido de continuar Darabont, apoyado mayormente por los actores pero repudiado por los ejecutivos. Tenía una gran idea para la segunda temporada, de la que lo más que puede decirse era que iba a tomar un punto de vista de un soldado perdido en un escenario al estilo La niebla y Blackhawk derribado. ¿Un zombi con uniforme? Quizás de haberla emitido HBO hubiéramos visto a parte del elenco de la estupenda adaptación de Stephen King y como Rick nada menos que a Thomas Jane (aún espero verle un año de estos como invitado). Si, podría haber sido todavía más grande la apuesta por la invasión zombi. Para el segundo episodio, Tripas, escrito por Darabont y dirigido por MacLaren, conocemos a un superviviente clave, Glenn Rhee (Steven Yeun), el repartidor de pizzas que salva a Rick de su refugio en un tanque donde quedó atrapado huyendo de la horda caminante.

                                                  

Esposado en una azotea conocemos a Merle Dixon (Michael Rooker), quien no ha parado de atraer caminantes a base de disparos. En el tercero, Díselo a las ranas, con guion de Darabont, Eglee y LoGiudice, la otra directora de la temporada, Gwyneth Horder-Payton, muestra más miembros del grupo como T-Dog (IronE Singleton) y Daryl (Norman Reedus), el hermano pequeño de Merle. El cuarto, Chicos, firmado por Kirkman y dirigido por Johan Renck, tiene un trágico desenlace para la hermana de Andrea Harrison (Laurie Holden), Amy (Emma Bell), y para el despreciable marido de Carol Peletier (Melissa McBride). El penúltimo, Fuego forestal, muestra la llegada al CCPE del grupo, siendo un tributo visual y narrativo a La amenaza de Andrómeda de Michael Crichton, con guion de Mazzara y dirección de Ernest R. Dickerson.

El sexto y definitivo, TS-19, supone el encuentro del grupo con el único científico que queda allí en el refugio, el doctor Edwin Jenner (Noah Emmerich). Escrito por Darabont y dirigido por Guy Ferland, termina con un estallido que suena a gemido y la promesa de que el mañana será un momento muy largo para todos tras la gran decisión tomada ante la alerta desatada por el terror zombi. El veredicto es que el público logró asustarse y emocionarse con todo lo relevante del aterrador nuevo programa, todo un giro inteligente en el ya entonces saturado subgénero, una parábola cruda y desgarradora sobre la supervivencia, visualmente impactante y atrevida en sus usos de los silencios.

                                                 

Darabont puso en marcha toda una realidad alternativa que acabó siendo una experiencia intrigante, con personajes a los que vale la pena prestar atención pese a algunos monólogos forzados, malos genios de sus personajes y estereotipos desafortunados. Ha tenido sus más y sus menos a la hora de mostrar la condición humana ante la adversidad extrema.

Puntuación primera temporada: 8

                                                            




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