El topo (2011).

¿Como encuentras a un enemigo que está oculto justo delante tuya?

 Calderero,sastre,soldado,espía es una novela que refleja como pocas el clima tenso de la Guerra Fría y no podía ser menos en esta cinta de espionaje que supo trasladar al lenguaje del cine toda aquella atmósfera de ambigüedades y secretos aireados. El encargado de dirigir la función fue Tomas Alfredson, en la que ha sido su confirmación internacional tras dirigir el cuento vampírico Déjame entrar en su Suecia natal, partiendo de una adaptación firmada por Peter Straughan, guionista conocido por la misma labor en la inclasificable Los hombres que miraban fijamente a las cabras, para trasladar la novela de John Le Carré,también conocida como El topo.

El protagonista central es Gary Oldman, quien da vida a un agente secreto británico que es un maestro del espionaje en suelo inglés y que va a la caza de un agente doble soviético. Produce Working Title, la compañía de Tim Bevan y Eric Fellner (Fargo, El gran Lebowski) junto a Robyn Slovo (Morvern Callar) de StudioCanal, la productora de Canal +, con distribución norteamericana de Focus Features, filial de Universal. En principio conocemos al personaje de Mark Strong, al que envían hasta Budapest (en el libro era a Checoslovaquia) y que durante su estancia allí provoca un incidente internacional que obliga a que George Smiley (Oldman) y su jefe al control (John Hurt) se vean obligados a retirarse de la actividad en la inteligencia británica y aparcar su licencia para matar.

Ambos son sustituidos respectivamente por Percy “ calderero” Alleline (Toby Jones) como nuevo jefe y por Bill “sastre” Haydon (Colin Firth) como su ayudante, con Roy “soldado” Bland (Ciarán Hinds) y el húngaro Toby Esterhase (David Dencik) ejerciendo de lugartenientes clave. Los sucesores de Control y Smiley, quienes han quedado recelosos por como se ha llevado el relevo, no tardan en obtener secretos soviéticos en una operación encubierta (nombre en clave Brujería), que además intercambian con sus homólogos estadounidenses de la CIA.

Smiley sale de su forzado retiro gracias a Oliver Lacon (Simon McBurney), el funcionario al cargo de inteligencia, para que investigue una declaración de Ricki Tarr (Tom Hardy), otro espía británico de quien se cree que ha desertado tras haber actuado como agente encubierto de primera clase para la Rotonda (el apodo que recibe el cuartel de la inteligencia británica). Tras las sospechas de Control, Smiley elige a Peter Guillam (Benedict Cumberbatch) y al agente especial Mendel (Roger Lloyd-Pack) para que les ayude. También entrevista a Connie Sachs (Kathy Burke), despedida por Alleline tras deducir que Alexei Polyakov (Konstantin Khabensky), un agregado cultural soviético en Londres, era un espía. Tarr le cuenta a Smiley que durante una misión en Estambul tuvo un lío con una agente soviética llamada Irina (Svetlana Khodchenkova), que quería revelar el nombre de un topo en las altas esferas de la Rotonda a cambio de una nueva vida en Occidente. Después Smiley se ve las caras con Jim Prideaux (Strong), quien tras un brutal interrogatorio fue intercambiado por los soviéticos pero sólo para ser despedido del servicio secreto.

Este proyecto fue iniciado durante su desarrollo por Peter Morgan, quien escribió un borrador de la adaptación que luego ofreció a Working Title para que fuese producido, pero lo abandonó por motivos personales y sólo aceptaría finalmente aparecer como productor ejecutivo, lo que motivó la entrada de Straughan en labores de reescritura de guion. Se consideró para dirigir la película a Park Chan-wook, quien acabaría descartando sentarse tras las cámaras, dando pie a que Alfredson debutase con un largometraje en lengua inglesa.


   La elección de Oldman por parte del director para que diese vida a George Smiley describe al genial actor inglés como un rostro reconocible con una intensidad serena y la inteligencia que esta clase de papeles necesitan. Muchos otros actores fueron llamados para encarnar otros roles durante el proceso de selección, pero sólo días antes de que se empezase a filmar, Oldman era el único actor principal que había sido contratado. David Thewlis estuvo en conversaciones para uno de los papeles centrales, pero sin embargo lo dejó pasar. Michael Fassbender también negoció hasta el punto de que iba a ser Ricki Tarr, pero su apretada agenda lo impidió, en especial el rodaje de X-Men: Primera generación, por lo que Hardy se llevó el gato al agua, seguido de Strong.

Jared Harris estuvo confirmado pero tuvo que abandonar por coincidir en ese tiempo su participación en Sherlock Holmes: Juego de sombras, siendo reemplazado por Jones. Incluso Le Carré tiene una pequeña aparición como invitado durante una escena en la que se celebra una fiesta a ritmo de Sammy Davis Jr. El director de fotografía Hoyte Van Hoytema, quien ya colaboró con Alfredson en Déjame entrar, se reunió de nuevo con él en esta producción para capturar planos de las tres capitales que aparecen en la película. En posproducción se añadió la música compuesta por Alberto Iglesias y temas adicionales como el ya mencionado con letra de Sammy Cahn en la fiesta de la Rotonda.

El topo es un denso rompecabezas de ansiedad, paranoia y espionaje que el director Tomas Alfredson monta pieza a pieza con máximo esfuerzo y habilidad. El guion es una genial hazaña de condensación y reestructuración en el que Peter Straughan se da cuenta que la novela es abiertamente sobre información y su flujo, y para ello remodela su abrumadora complejidad para resaltar ese elemento. La película es un triunfo, pues Alfredson dirige un guion de todo un experto como es Straughan y emerge como un cuento sobre la soledad y la desesperación entre los hombres que nunca pueden divulgar sus secretos centrales incluso a sí mismos. Una fenomenal demostración de drama, misterio y suspense que el público estima por su inteligencia.

No me considero un detractor de esta película, pero tengo que añadir que el argumento podría ser muy desconcertante para aquellos espectadores que no hayan leído el libro, por lo que considerarán que el cineasta sueco y su equipo han echado a perder todo innecesariamente. La gran pregunta, esa que el propio Le Carré hizo cuando se anunció la película, es si tal novela de considerable temática podía encajar confortablemente como una producción cinematográfica. La respuesta es que el guionista ha reducido muchas cosas, lo que conlleva que tiene mayor ritmo narrativo que cuando se adaptó en formato televisivo en siete entregas.

Desafortunadamente la trama tiene una pizca de todo lo confuso y sobrecargado de jerga de espía, demasiado poco de personajes a los que seguir el rastro y un acto final que termina como un quejido en vez de como un estallido. Como admirador que soy de Le Carré, contrasto favorablemente a Smiley con respecto a la franquicia de James Bond, pero encuentro El topo como una adaptación problemática comparada con la mini serie de la BBC de 1979. Reducir al máximo o minimizar a Le Carré es sacrificar casi por completo esa veta casi propia de Tolkien a la profundidad de su mundo creado años atrás, un trasfondo de varias décadas, un idioma propio, lo recóndito y la liturgia de las repeticiones de los nombres y funciones descritas (pensemos en el caso de Los miserables desde la novela de Victor Hugo hasta la película de 2012).

Puntuación: 7


                                                  



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