127 horas (2010)
Drama biográfico coescrito, producido y dirigido por Danny Boyle, protagonizado principalmente por James Franco, con Kate Mara, Amber Tamblyn y Clémence Poésy apareciendo en breves papeles secundarios. En la película, el barranquista Aron Ralston debe encontrar una forma de escapar después de quedar atrapado por un bloque en un aislado cañón de ranura en Bluejohn Canyon, al sudeste de Utah. Se trata de una coproducción británico- estadounidense entre Pathé, Film 4 y HandMade Films, pero quien realmente la lleva como distribuidora es Fox.
La película se basa en las memorias del propio Ralston, Entre la espada y la pared, de 2004, adaptada entre Boyle y Simon Beaufoy, coproducida por Christian Colson y John Smithson, y compuesta por A.R. Rahman. Beaufoy, Colson y Rahman habían trabajado todos anteriormente con Boyle en Slumdog Millionaire, de 2008. Y claro, queriendo repetir la formula en una nueva temporada de premios, no pasaron de las seis nominaciones en los 83º Oscar, incluyendo mejor actor principal y mejor película. También recibió, y tampoco se llevó, ocho nominaciones en los BAFTA y tres en los Globos de Oro. Una película que le fue bastante bien en taquilla y cuyo título se refiere al periodo de actividad sin descanso desde que Ralston se quedó tirado en Bluejohn Canyon, toda vez que su brazo se quedó atrapado bajo una roca, hasta que fue rescatado. Esa mala racha de experiencia horrible ininterrumpida acabó a las cuatro menos cuarto de la tarde del jueves 1 de mayo de 2003.
En abril de 2003, el ávido montañero Aron Ralston se va de senderismo al Parque Nacional Tierra de Cañones en Utah sin decírselo a nadie. Se hace amigo de unas senderistas perdidas, Kristi y Megan, a las que da direcciones. Mientras las guía, les muestra una piscina subterránea. Los tres se divierten, y esa tarde, las chicas lo invitan a una fiesta que se va a celebrar la noche siguiente. Aron rechaza la invitación y se despide de las chicas, quienes vuelven a casa.
Continúa a través de un cañón de ranura en Bluejohn Canyon. Mientras trepa, un bloque de 360 kilos que cuelga sobre él se suelta y hace que ambos caigan, atrapando su brazo derecho contra la pared. Aron intenta mover la roca, pero no se mueve; también se percata pronto de que está solo. Poco después comienza a grabar un videoblog usando su videocámara para mantener la moral mientras remueve partes de la roca con una navaja. En un momento dado, la navaja se le cae de la mano y se ve obligado a usar sus pies descalzos y una pequeña rama para recuperarla. Durante los siguientes cinco días, Aron raciona su comida y los restantes 300 ml de agua, luchando por mantenerse cálido de noche, viéndose obligado a beberse su orina cuando se queda sin agua. También monta una polea usando su cuerda de trepar en un intento inútil de subir la roca.
A lo largo de los días, Aron se desespera y deprime, comenzando a alucinar con huir, pero también con sus relaciones, y experiencias pasadas, incluyendo su familia y su antigua novia, Rana. También se imagina yendo a la fiesta a la que fue invitado , pasándoselo bien. Durante una de esas alucinaciones, Aron se percata del error de no haberle contado a nadie a donde iba ni por cuanto tiempo. Aron tiene una visión de su futuro hijo al sexto día, estimulando su voluntad de sobrevivir. Diseña un torniquete a partir del aislamiento de tubos de su botella especial y usa un mosquetón para reforzarlo. Luego, usando su conocimiento de la mecánica en el momento de fuerza, se rompe los huesos de su brazo y usando la herramienta múltiple, lentamente se lo amputa. Después Aron se envuelve el muñón para evitar el desangramiento y le hace una foto a la roca antes de descender por la pared de roca de 20 m . Más tarde halla un poco de agua de lluvia acumulada mientras desciende, bebiendo el agua estancada debido a la deshidratación, continuando. Da con una familia de excursión por el desierto y les pide ayuda. Le dan agua y avisan a las autoridades; un helicóptero estatal lo lleva a un hospital.
Años después, Aron se casa y tiene un hijo. También continúa escalando y siempre deja una nota diciéndole a su familia a donde ha ido.
Ver a James Franco interpretando a Ralston sin desmayarse es complicado, aunque la historia que recrea Boyle es extraordinaria. En el libro, cuando ya llevaba siete kilómetros y pasaban unos minutos de las tres de la tarde, Aron era consciente de que moriría antes de poder salir del cañón. Había perdido mucha sangre y estaba al borde de un colapso mortal, pensando en enviar a Eric (el hombre que le encontró) a que pidiera ayuda , pero antes de que se le ocurriese tal idea, tuvo un súbito tartamudeo de un eco estruendoso que interrumpió sus pensamientos. Doscientos kilómetros al horizonte sintió el cuerpo metálico de un pájaro negro sin alas alzándose sobre la pared del cañón.
Cuatro años llevaba Boyle planeando llevar el calvario de Aron Ralston a la gran pantalla, el cuento de un montañero por el que finalmente Searchlight ganó la puja. Un proyecto personal del director inglés que coincide en muchos puntos con otra película contemporánea, El luchador, de Darren Aronofsky, narrando la acción desde un punto de vista concreto. James Franco logró el papel y el rodaje se llevó a cabo en exteriores y con dos directores de fotografía, todo ello antes de que el cineasta llevase a cabo la ceremonia de apertura olímpica de Londres 2012. El dolor físico extremo que sufre el actor es bastante cercano al que vivió la persona real en quien se basa la película, y ha habido espectadores que además de desmayos han sufrido vómitos y convulsiones.
Se pasaron de intensidad e incluso está la anécdota de que llevaron médicos a proyecciones para atender tales incidencias. Los desmayos se producían cuando la gente veía que la amputación parecía tan real que pensaban que James Franco había perdido de verdad su brazo. Seguramente el teléfono de emergencias estuvo muy activo durante esa época en algunos cines. No deja de ser un tanto exagerado que no haya esas reacciones cuando se proyecta una película de acción donde el protagonista va armado y es más peligroso, por lo que toda esta ola de desmayos y cosas peores ante un drama parece incomprensible. Es a la vez inspiradora y desgarradora, uniendo las mejores cualidades como director de Boyle y la mejor interpretación de James Franco en toda su carrera.
¿Y qué otra cosa podía hacer el protagonista? Mala suerte que ese año tal esfuerzo no se vio recompensado con premios. Para terminar, mencionar que unos años antes estuvo la cinta Gerry, de Gus Van Sant, con una premisa similar pero cuyo caso real acabó en muerte por asesinato.
Puntuación: 7,5






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