El hobbit: Un viaje inesperado (2012)

 

                                                                  


Épico filme de alta fantasía y aventuras dirigido por Peter Jackson, primera entrega de la trilogía de El Hobbit basada en la novela homónima de Tolkien, seguida por La desolación de Smaug y La batalla de los Cinco Ejércitos, las cuales juntas sirven como precuela de la anterior trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos de Jackson. El guion fue escrito por este junto a sus colaboradoras habituales Fran Walsh y Philippa Boyens, así como Guillermo del Toro, el originalmente elegido para dirigir la película antes de abandonar el proyecto dos años antes.


La historia transcurre en la Tierra Media sesenta años antes de los hechos de El Señor de los Anillos, además de que hay porciones de la película adaptadas de los apéndices de Tolkien para El retorno del Rey, por lo que las preguntas inesperadas son respondidas. Se narra el relato de Bilbo Bolsón (Martin Freeman), quien es convencido por el mago Gandalf (Ian McKellen) para que acompañe a trece Enanos, liderados por Thorin (Richard Armitage), en una misión para recuperar Erebor de Smaug. El reparto coral también incluye a Ken Stott, Cate Blanchett, Ian Holm, Christopher Lee, Hugo Weaving, James Nesbitt, Elijah Wood y Andy Serkis, presentando también a Sylvester McCoy, Barry Humphries y Manu Bennett.


                                          



Hecha en Nueva Zelanda, se estrenó casi una década después que la tercera parte de la original en todo el mundo, superando en taquilla a las dos primeras entregas de El Señor de los Anillos y compitiendo contra el desenlace de El caballero oscuro y la cuarta cinta de La edad de hielo. En los Óscar optó a los premios a mejores efectos visuales, diseño de producción y maquillaje/peluquería, con el desaire de la academia británica, que tampoco les dio galardones, ni siquiera a la música de Howard Shore o a la fotografía de Andrew Lesnie . Producida por New Line y MGM, Warner Bros la distribuyó y a día de hoy sigue siendo una de sus franquicias más rentables, incluso sin unir ambos cuentos.

Ante su inminente 111 cumpleaños (como se ve en la primera entrega de El Señor de los Anillos), el Hobbit Bilbo Bolsón comienza a anotar la historia completa de su aventura 60 años antes para el beneficio de su sobrino, Frodo.


                                          



Mucho antes de la participación de Bilbo, el rey Enano Thrór trajo una era de prosperidad para sus allegados bajo Erebor hasta la llegada de Smaug. Destruyendo el cercano pueblo donde habitaba Bardo I, Smaug expulsó a los Enanos de su montaña y tomó su oro acumulado. El nieto de Thrór, Thorin, ve a Thranduil y a sus súbditos elfos en una ladera cercana, consternado cuando se van en vez de ayudar a su pueblo, con el resultante odio eterno de este a los Elfos.


En la Comarca, un Bilbo de 50 años es engañado por el Istari Gandalf para que sea el anfitrión de una cena para Thorin y su compañía de enanos: Balin de Moria a la cabeza y otros cuantos con más hambre que el perro de un afilador. El objetivo de Gandalf es reclutar a Bilbo como el ladrón de la compañía para ayudarlos en su búsqueda para entrar en la Montaña Solitaria. Bilbo es reticente a aceptar a lo primero, pero tiene un cambio de actitud después de que la compañía se marche sin él al día siguiente, corriendo para unirse a la misma. Viajando adelante, la compañía es capturada por tres Trolls, a los que Bilbo impide que se los coma hasta el amanecer, mientras que Gandalf los expone a la luz del sol, convirtiéndolos en piedra. La compañía localiza la cueva de los trolls y halla el tesoro y las espadas de los elfos. Thorin y Gandalf toman cada uno una de las armas respectivamente, con el segundo hallando también un rejo que le entrega a Bilbo.


                                          



El mago Radagast da con Gandalf y la compañía, contándoles sobre un encuentro en Dol Guldur con Sauron, un hechicero que ha estado corrompiendo el Bosque Negro con magia negra. Perseguido por Orcos, Gandalf lidera a la compañía a través de un pasaje oculto hasta Rivendel. Allí, Elrond da a conocer la indicación escondida de una puerta secreta en el mapa de la Montaña Solitaria de la compañía, que será visible sólo durante cierto día. Gandalf luego se acerca hasta donde están Galadriel y Saruman, presentando una espada que perteneció a los Nazgûl y que Radagast obtuvo de Dol Guldur como signo de que el nigromante está vinculado al retorno eventual de Sauron. Mientras Saruman muestra preocupación al más reciente asunto de la búsqueda de los Enanos, solicitando que Gandalf le ponga fin, revelando secretamente a Galadriel que había anticipado esto y que hizo que aquellos avanzasen sin él.


La compañía viaja hacia las Montañas Brumosas, donde se ven en medio de una batalla colosal entre Gigantes. Se refugian en una cueva y son capturados por Orcos, quienes los llevan hasta su líder, el Gran Orco. Bilbo se separa de los enanos y cae a una grieta en la que se encuentra con Gollum, quien inconscientemente deja caer el Anillo Único. Embolsándose el objeto, Bilbo se ve cara a cara con Gollum, jugando ambos un acertijo y apostando que al primero se le mostrará la salida si gana o será comido por el segundo si pierde. Bilbo gana eventualmente al preguntarle a Gollum que tiene en su bolsillo, y notando que su anillo se ha perdido, se percata de que este lo tiene y le persigue. Bilbo descubre que el anillo le hace invisible, pero cuando tiene una oportunidad de matar a Gollum, le perdona la vida por lástima y escapa mientras aquel grita con odio al hobbit Bolsón.


                                           



Mientras tanto, el Gran Orco revela a los Enanos que Azog, un jefe guerrero orco que mató a Thrór y perdió su antebrazo ante Thorin en batalla a las afueras del reino enano de Moria, ha puesto una recompensa por la cabeza de este. Gandalf llega y lidera a los enanos en una escapada en la que matan al Gran Orco. Bilbo sale de la montaña y se reúne con la compañía, guardando su recién obtenido anillo secreto. La compañía es emboscada por Azog y su partida de caza, refugiándose en los árboles. Thorin carga contra Azog, a quien domina y hiere gravemente con su Huargo. Bilbo salva a Thorin de los Orcos y reta a Azog, justo cuando la compañía es rescatada por las Águilas, quedando implícito que las ha enviado Galadriel, huyendo con seguridad hasta donde está Beorn y con Gandalf reviviendo a Thorin, quien renuncia a su anterior desdén por Bilbo tras ser salvado por él.


Observan la Montaña Solitaria en la distancia, donde un dragón durmiente, Smaug, es despertado por un tordo que golpea un caracol contra una piedra.


                                        



Jackson y Warner Bros se jugaron por muchos millones el dividir El Hobbit en varias entregas (en principio sólo iban a ser dos), con varias fuentes expertas afirmando que el coste inicial se iba respectivamente a 315 millones de $, con el cineasta aplazando su cuota. Sin embargo, otra fuente del estudio insistió que la cifra estaba salvajemente inflada y que con importantes descuentos de producción de rodar en Nueva Zelanda el coste estaba cercano a los 200 millones de $ por película.


Freeman interpreta a Bilbo Bolsón en la cinta, aunque Holm oficialmente aparece como su versión anciana y McKellen repite así mismo como Gandalf. El resto del reparto son actores kiwi que llenan el vacío de otros Hobbits, con Lee regresando como Saruman y Wood como Frodo. El protagonista consigue en esta primera entrega su espada, ya que se topa con un Serkis que retoma a Gollum, el papel que le hizo famoso antes de embarcarse en el de Cesar de la trilogía precuela de El planeta de los simios. A todo esto, en las siguientes entregas ya podría oírse en versión original a Benedict Cumberbatch prestar su voz a Smaug.


                                            



Del Toro iba a dirigir tanto El Hobbit como su entonces única secuela, pero perdió tal oportunidad y para él supuso toda una enorme angustia. Jackson tuvo que multiplicarse en la producción cuando comenzó oficialmente, encargándose de la parte visual y de expandir la sinopsis para así completar el rodaje a tiempo. Nadie supo cuanto costaría la nueva película , puesto que Jackson fue a contrarreloj hasta el estreno, confesando que no sabía que diablos estaba haciendo mientras rodaba El Hobbit. Para esta trilogía admitió que en todo momento estaba volando para entregar en su plazo el trabajo, porque se le echaba el tiempo encima de su cabeza, lo cual explica la ruina de película resultante, sin apenas preparación previa ni siquiera para el cambio de formato de exhibición en salas de cine.


Para colmo, la falta de previsión hizo que se les responsabilizara de las muertes de hasta 27 animales usados en el rodaje, cosa que en una gran producción de Hollywood debe evitarse, y es que estaban en una granja mal cuidados y sin atención.


                                               



El Hobbit es un proyecto que llegó tras Tintín, adentrándonos una vez más en la Tierra Media, trayendo de vuelta la magia y con la premisa de que no fuera sólo para los fans de Tolkien. Jackson pretendía regalar más de su visión del libro como hiciera en su día, sin salir de su Wellington natal. El neozelandés quería comenzar su aventura pronto, así podía rodar antes la, ya sí, tercera parte, y repetir la jugada que le catapultó a la fama mundial la década anterior. La sensación al inicio era muy positiva por las expectativas creadas, por la evolución que tomaba para unirse en su extensión como trilogía a su continuación estrenada primero.


El primer capítulo de El Hobbit , un solo libro al fin y al cabo, al expandirse a más de 3 horas, la tónica habitual que se verá en cada entrega, dificulta más al lector guiarse por cada escena incluso desde la presentación, porque contrasta cada revelación con lo escrito por Tolkien y es más caótico, al menos así se percibe. En El Señor de los Anillos el primer contacto era que no sabías por donde iban a ir los tiros, pero la sensación que daba era que el libro tomaba movimiento pese a los cambios obligados. En una nueva década, las reglas de la taquilla no habían cambiado tanto como podía pensarse.


La pasta que se llevó la película en pocos días fue algo poco llamativo, ya que el mérito de esta saga venía precedido por la sobresaliente acogida de la franquicia tiempo atrás. No tiene mucho más que analizar, por lo ya comentado al principio, metieron toda la magia conocida aunque se diga lo contrario; fue lo más esperado de final de año incluso perdiendo dinero, ya que para estas producciones el hundirse ante las novedades inminentes en cartelera no le merman su andadura por la misma, a no ser que su competencia según que países conozca mejor el producto. La dependencia del mercado internacional es por ejemplo lo que hizo que esta trilogía se completase, porque atraía espectadores.


En general valoro positivamente esta adaptación aunque hace que me surjan dudas al respecto. Como no soy un crítico profesional, diré que como espectador me dejó con asombro, pero si me tengo que poner en serio diría que El Hobbit tropieza en la ida de su viaje, que por muy inesperado que rece el subtítulo, es un retorno para Jackson a la Tierra Media sincero y visualmente resplandeciente. Esta excursión al universo cinematográfico de Tolkien también destaca porque su deliberado ritmo (ya que es una película) roba el material original de tal forma que le deja sin parte de su majestuosidad.


La película es excesivamente larga, el nuevo sistema de proyección no la beneficia y desde luego no iguala el nivel de expectativa creado a partir de la trilogía anterior. Si que estoy muy a favor de su estilo visual, efectos especiales, música y lo bien elegido que está el reparto en general, especialmente como actúan Freeman, McKellen, Serkis y la revelación para mí, Armitage. Otra cosa no, pero Jackson tiene un ojo clínico para estos detalles dentro del género fantástico, a pesar de lo acelerados que están los fotogramas, pero ni eso hace deslucir el guion a seis manos, aunque a ratos parezca firmado por los fans de una página tributo.


                                      



         

Este hipnótico estudio sobre el exceso visual (desde entonces voy al cine con gafas de ver de lejos) hace que añore ese aspecto tradicional con el cine clásico que tenía El Señor de los Anillos. El Hobbit ha estado muy cerca de acabar siendo un pésimo videojuego, pero no ha sido así porque tiene su encanto en otros aspectos y como primer número es bastante entretenido, podría decirse que una extravagancia deliciosa para los puristas. Juzgar con rotundidad el capítulo inicial por la interpretación de Freeman y por el delirio para 3D sería todo el resumen de la reseña, hay que hacerlo ligero y el mejor tesoro siempre vendrá al final.



Puntuación: 7,5


                                       




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