Dentro del laberinto (1986).
Donde
todo parece posible pero nada es lo que parece.
Una
de las aventuras del fantástico con la que Jim Henson y George
Lucas dieron vida a los imaginativos dibujos del ilustrador Brian
Froud y con la que me permito hacer mi sentido homenaje a David
Bowie, en el que fue su papel más recordado en su faceta como actor,
Jareth el rey de los duendes, acompañado por una entonces
prometedora Jennifer Connelly y por una legión de marionetas creadas
por la factoría del director, padre entre otros de Barrio
Sésamo, y una historia en la linea de la también memorable
Cristal oscuro. Terry Jones, miembro de Monty Python, fue
quien se encargó de adaptar el relato a la pantalla a inspiración
de los dibujos de Froud.
Con
otros muchos guiños visuales a Fraggle Rock y a trabajos de
la polifacética Elaine May, este cuento de ensueño se rodó entre
la villa de Upper Nyack,Piermont y Haverstraw, en Nueva York, así
como en Buckinghamshire, Inglaterra. Fue una película en su día
incomprendida por la crítica y esto llevó a su director a ceder el
testigo de la productora a su hijo Brian, quien también heredaría
el control de futuras historias protagonizadas por los Teleñecos.
Para Jim fue un rodaje complicado y como consecuencia dejaría la
vida pública hasta su posterior fallecimiento cuatro años más
tarde. Con el tiempo la cinta ha visto convertida su recepción en
objeto de culto por los aficionados, gracias en parte a su adaptación
al manga.
Dicha
secuela ilustrada en formato japonés, una especie de retorno que
nunca ha llegado a filmarse, se publicó por medio de Tokyopop hace
una década y estuvo vigente hasta hace seis años. Una novela
gráfica de trama similar lleva un tiempo circulando como posible
lanzamiento para el mercado occidental, con Marvel como editora.
Ahora que Lucasfilm vuelve a estar de actualidad gracias al regreso
de Star Wars, era necesario rememorar este clásico familiar
de la factoría TriStar, hoy parte de Sony. La chica encarna a Sarah
Williams, una adolescente que está jugando en el parque y que se
olvida de una rima mientras no sabe que la observa una lechuza.
Al
llegar a casa, Sarah debe quedarse al cargo de su hermano adoptivo
pequeño, quien está deleitado con un oso de peluche que una vez le
perteneció a ella, llamándolo Lancelot. Frustrada por toda la
atención que el bebé recibe, la niña desea que ojalá lo secuestre
Jareth, el monarca de los duendes, quien aparece y se lo lleva hasta
su reino, comenzando así la odisea de Sarah dentro del laberinto por
el que tendrá que pasar en menos de 13 horas antes de que el pequeño
acabe convirtiéndose en duende. Nada más entrar,un gusano parlante
(con la voz en inglés de Timothy Bateson y animado por Karen
Prell) la envía en dirección equivocada hasta acabar encerrada
en una mazmorra.
En
el lugar, Sarah se hace amiga de Hoggle (voz de Brian Henson),
un ser enano que sirve de emisario de Jareth y quien le entrega un
melocotón para poner a prueba su lealtad, no fuera a ser que
liberase a la chica. Sarah y Hoggle se cruzan con el guarda del
puente que cruza el pantano,Sir Didymus (voz original de David
Shaughnessy, animado por Dave Goelz),un zorro con apariencia
humana que va junto a un antiguo pastor inglés llamado Ambrosius
(este perro es uno de mis personajes favoritos de la película,
voz original de Percy Edwards y animado por Steve Whitmire y Kevin
Clash).
Posteriormente
Sarah se enfrentará a Jareth en una sala que parece salida de algún
diseño creado por Escher, con escaleras en posiciones
inverosímiles mientras el villano hace malabarismos para entrar en
contacto con su víctima. En varias ocasiones, Jareth se ve escoltado
por su ejército en miniatura, entre cuyos soldados se escondía un
entrañable actor bajito como Warwick Davis, el Ewok del Retorno
del Jedi ,y otros titiriteros de la compañía como Frank Oz,Don
Austen, el propio Jim, David Rudman o Kathryn Mullen. Todos
tuvieron en mente referencias visuales como El mago de Oz o
la obra de Maurice Sendak, autor de Donde viven los monstruos.
La secuencia inicial animada fue obra de Larry Yaeger, antiguo
empleado de Apple, y Bill Kroyer, quien trabajó en Tron.
Los
bocetos de Froud mostraban al principio a Jareth con un estilo
similar a los de los personajes masculinos victorianos como el
romántico Heathcliff de Cumbres borrascosas, el taciturno
Rochester de Jane Eyre y hasta el héroe de La pimpinela
escarlata. No obstante, el vestuario de Bowie es bastante
ecléctico y recuerda al que llevaba Marlon Brando en Salvaje
o a los de los cuentos de los hermanos Grimm. La famosa canción de
Magic Dance en realidad no es sino una versión musical de un
diálogo que tuvieron Cary Grant y Shirley Temple en El solterón
y la menor.
En
principio la trama iba a estar ambientada en la época victoriana
hasta que se cambió por un argumento contemporáneo. Antes que
Connelly, numerosas candidatas se presentaron al papel de Sarah,
todas futuras estrellas de la gran y pequeña pantalla, como Helena
Bonham Carter, Jane Krakowski, Yasmine Bleeth, Sarah Jessica Parker,
Marisa Tomei, Laura Dern, Ally Sheedy, Maddie Corman y hasta Mia
Sara. La elegida contaba con solo catorce años y se ganó a Jim
gracias a su desparpajo delante de las cámaras, derrotando a
Krakowski, Sheedy y Corman en la criba final. Su interpretación
resultó muy madura para su edad, al representar a una chica que
dejaba atrás la inocencia por la responsabilidad de su misión.
Para
poner rostro y voz al rey de los duendes, toda estrella de los
escenarios de la época fue considerada, nada de que fuera una
marioneta. Tenía que tener un carisma imponente y por eso antes que
Bowie se probó con músicos de la talla de Sting, Prince, Mick
Jagger y como no,Michael Jackson. Pero seamos sinceros, el
camaleón nació para dicho rol, el cual aceptó durante su
famosa gira Serious Moonlight por EEUU. De igual manera,
grabó en exclusiva temas para la banda sonora con música de
Trevor Jones. De las canciones incluidas hay que destacar
Underground, un sencillo experimental donde mezcla góspel con
blues.
El
vídeoclip para esta canción lo dirigió Steve Barron, futuro
realizador de la película original de las Tortugas Ninja. Vemos a
Bowie como un cantante de club nocturno que va a parar al mundo
visto dentro del laberinto, encontrando allí a muchas de las
criaturas de la película. Precisamente una ventaja de esta cinta con
respecto a Cristal oscuro es como resulta una trama más
accesible al estar presentes personajes humanos y no solo muñecos,
con el aliciente del músico inglés como protagonista absoluto, que
sin haber estado muy implicado en promocionar la película, fue más
que agradecida su contribución en la parte musical.
Siendo
en su momento un estreno muy anticipado y vendido como la
culminación del mundo mágico de Jim Henson, la película tuvo una
difusión amplia en todo el mundo, siendo traducido su título
original de diversas formas según el país. Por ejemplo, en alemán
vendría ser algo así como Viaje al interior del laberinto;
en Dinamarca El laberinto del castillo del rey de los duendes;
en Hungría El fantástico laberinto; en Brasil
Laberinto, la magia del tiempo, etc. En su salida al mercado
doméstico, se supo que la encargada de coreografiar las escenas fue
Gates McFadden, la actriz que dio vida a Beverly Crusher en Star
Trek, la nueva generación.
Uno
de los motivos por los que su andadura por cines fuese discreta era
la gran cantidad de títulos familiares y de comedia con los que
coincidió en cartelera, desde Karate Kid II a Todo en un
día. Como hiciera con su anterior e infravalorada historia, el
señor Henson volvió a tirar de su maestría con marionetas para
crear efectos visuales que hasta unos años antes solo podía
conseguirse mediante animación. Su talento le permitía sacar de
los bocetos a sus creaciones y dotarlas de volumen tridimensional,
cuando antes solo eran dibujos planos en celuloide, para así
cobrar vida e interactuar con gente real. Esto dejó la animación
como algo anticuado en comparación. Aquí
tenemos una historia más interesante a nivel visual que deja
patente la imaginación sin límites que poseía Jim Henson, con un
reflejo del cuento de Ernest Theodor Amadeus Hoffmann El
cascanueces, que también describía el viaje a la madurez de
una chica, incluyendo de forma sutil su despertar como mujer, ese
sentimiento que vive Sarah en presencia del rey duende. Connelly
además hace posible que una experiencia ficticia se haga realidad,
pues actúa con tanta naturalidad entre muñecos que parece que
estés ante pequeñas personas reales. Bowie además posa como un
hechicero kabuki que ofrece a su joven antagonista las perlas de la
servidumbre adulta.
En
esta fabulosa fantasía, Bowie es una figura aterradora que no deja
indiferente a nadie en medio de la galería de marionetas góticas y
de la joven heroína que encarna la joven Connelly. Yo diría que es
el cuento ideal para que los niños se enganche a temprana edad al
género de la fantasía (no dudaría en ponerla a mis hijos
cuando sea padre), con esos escenarios más allá de toda
imaginación y ese elegante y suntuoso baile de máscaras donde
Jareth tienta a Sarah.
Con toda la popularidad posterior, no era
descabellado pensar que pudiera continuar, con Sony como principal
entregada a la causa de rodar una secuela. De
hecho, se quedó en el cajón una idea para La maldición del rey
duende, que hubiera funcionado mejor no tanto como continuación
sino como historia similar con una atmósfera fantástica y en la
cual estuvo vinculado como guionista e ilustrador el venerable Neil
Gaiman, quien al final si que escribió un filme de corte parecido,
La máscara de cristal, veinte años después del viaje al
laberinto de Jareth.
Puntuación:
7,1
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